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Airbnb: Un hotel en tu propia casa
Airbnb en Nicaragua
Róger Boniche, de 40 años, renta una de las habitaciones de su casa para conocer gente de otras culturas. Foto: Carlos Herrera | Niú

Nicas alquilan habitaciones, casas o apartamentos y consiguen alojamiento en otros países. Más de 300 cuartos se anuncian aquí a través de Airbnb

     

A finales de marzo, Róger Boniche asistió a un evento emblemático en La Habana. The Rolling Stones, una de las bandas más influyentes en la historia del rock, brindó un concierto en Cuba posterior a la visita del presidente Barack Obama. El ortodoncista de 40 años no quiso perderse este acontecimiento, así que voló a la isla para ser testigo de primera mano. Mientras disfrutaba de la música de los británicos, el joven ganaba dinero alquilando su casa a través de Airbnb. Colocó un anuncio en esta plataforma y la compañía hizo el resto por él.

Róger cuenta que no utiliza esta plataforma digital –que funciona como un mercado comunitario para publicar, descubrir y reservar viviendas– sólo por dinero, sino porque le gusta conocer gente nueva. “Es una manera de viajar. En mi casa se hospeda gente de todas partes del mundo, puedo conversar con ellos y conocer su cultura. Por lo general son personas parecidas a mí, aventureras. Es muy agradable tener este tipo de visitas”, expresa.

En el perfil que ha colocado en Airbnb, Róger exhibe fotos de una habitación donde colocó un camarote, un baño privado y un jardín donde acomodó varias tablas de surf, una bicicleta de montaña y un par de sillas veraneras. La ventaja de esta opción, ubicada en Las Colinas, es que tiene una entrada independiente. El costo por noche es bastante módica: US$15 dólares para un visitante, y si se quedan dos, es de US$25.

Una alternativa para ganar dinero

En Managua, Róger no es el único que ha usado Airbnb para obtener ingresos adicionales. Quilalí Urtecho, una joven de 32 años y directora de la agencia VadeViaje!, recurrió a esta opción al enterarse que viviría en Europa junto a su familia por un tiempo. “Queríamos alquilar la casa para ganar algo de dinero y también para que no quedara cerrada durante varios meses”, explica.

La empresaria usa esta herramienta para ahorrar dinero mientras viaja por el viejo continente, hospedándose en casas de otros usuarios. Quilalí manifiesta vía correo electrónico que ella y su esposo prefieren esto a un hotel porque pueden atender mejor a sus hijas. “Nuestras niñas necesitan ciertas facilidades que sólo encontramos en casas y apartamentos, como cunas, microondas o espacios para jugar”, afirma.

Además, comenta que la diferencia de tarifas entre un hotel y Airbnb depende de la ciudad en donde estas se encuentren. Cuando viajó a Nueva York, por ejemplo, consultó la plataforma pensando que ahorraría dinero, pero descubrió que los precios eran más favorables en hoteles que ofrecían promociones. “Y la última vez que la usamos, en España, sí que notamos la diferencia en un destino de playa. Quizá no tanto por el precio, sino por lo que conseguiríamos por un algo similar. En ese caso sí nos decidimos por Airbnb”, dice.

Emprender en tiempos de crisis

Airbnb nació durante la recesión económica de Estados Unidos. En 2008, Brian Chesky y JoeGebbia, dos de sus fundadores, tenían dificultades para pagar el alquiler de su apartamento en San Francisco, así que ofrecieron un par de camas inflables para quienes desearan hospedarse en la ciudad a menor costo. La idea cuajó y les ayudó a montar una transnacional que, según su sitio web, cuenta con dos millones de alojamientos en 34 mil localidades de 191 países.

En Nicaragua, la cantidad de cuartos individuales, casas y apartamentos que la plataforma muestra supera las trescientas propiedades, con un rango de precio que varía entre los US$10 y los US$1000 dólares. Esto implica que hay opciones para todo tipo de viajeros, desde los jóvenes mochileros o profesionales con menor presupuesto hasta las familias que buscan propiedades lujosas.

Leonarda Flores, de Hotel Mozonte, utiliza AirBnB para tener un contacto más directo con sus clientes. Foto: Carlos Herrera | Confidencial
Leonarda Flores, de Hotel Mozonte, utiliza Airbnb para tener un contacto más directo con sus clientes. Foto: Carlos Herrera | Niú

Como proyecto, Airbnb basa sus principios en la economía colaborativa, un sistema con el que personas de todo el mundo comparten sus bienes y servicios a través de plataformas electrónicas. Este modelo supone un cambio cultural y económico en cuanto a hábitos de consumo, pero también transformó la percepción de lo que ahora consideramos seguro.

Airbnb, CouchSurfing (hospedaje gratis), DogVacay (cuidar mascotas) y Turo (alquiler de vehículos) utilizan un sistema de evaluación entre usuarios. El anfitrión obtiene un mejor posicionamiento en la web al conseguir más recomendaciones positivas, por lo que el turista confía más en él para intercambiar los servicios que busca.
Los clientes de Róger Boniche, por ejemplo, le dan calificaciones de cinco estrellas por aspectos como limpieza, comunicación, ubicación, registro, relación calidad-precio y exactitud.

“El cuarto es todo lo que dos mochileros necesitan para pasar la noche en Managua, pero Róger va mucho más allá de eso (…) La piscina y la zona residencial son muy agradables”, escribió Seth, su más reciente huésped.

Hoteleros a bordo de la modernidad

La reputación positiva también es clave para hoteles que trabajan con Airbnb en nuestro país. Paola Zúñiga Vijil, copropietaria de La Bicicleta Hostal, asegura que con esta herramienta llegan de forma más directa al público millenial. Desde hace cuatro meses, anuncia el alquiler de un cuarto doble con baño privado por US$42 la noche, reservación que maneja con el sistema de aprobación previa que brinda la plataforma.

Paola Zúñiga Vijil, copropietaria de La Bicicleta Hostal, apuesta por esta plataforma para captar a un público joven que anda en búsqueda de aventuras. Foto: Carlos Herrera | Confidencial
Paola Zúñiga Vijil, copropietaria de La Bicicleta Hostal, apuesta por esta plataforma para captar a un público joven que anda en búsqueda de aventuras. Foto: Carlos Herrera | Niú

“Nos encanta trabajar con este sitio porque toda la parte transaccional queda en manos de ellos. Cuando el cliente llega aquí, tenemos la oportunidad de dedicarnos meramente a su atención y no estar pendiente de la factura o del dinero, un tema que siempre es incómodo porque la gente viene a disfrutar y uno no quiere estar cobrando”, declara la joven.

Paola manifiesta que esta herramienta resulta conveniente para pequeños negocios, porque la comisión que deben pagar por gestionar la reservación es de un 3 por ciento, una cifra bastante competitiva si se compara con otras empresas que cobran hasta un 20 por ciento por servir como intermediarias.

Al igual que Paola, Leonarda Flores, de Hotel Mozonte, prefiere recibir los pagos de Airbnb a través de agencias y no por transferencia bancaria, pues las tarifas que cada una cobra son considerablemente diferentes. “Western Union te cobra diez dólares por cada transacción, pero si hay seis o siete pagos, lo podés retirar de un solo. El banco, en cambio, te cobra el 25 por ciento por cada una”, advierte la gerente de reservaciones de Mozonte.

Flores expresó que han creado distintos anuncios en la plataforma para anunciar el alquiler de un cuarto doble en US$40, una estrategia que ha resultado efectiva para un negocio que lleva ocho años en el mercado. Además, expresó que aunque las reservaciones se realizan a través del sistema de Airbnb, pueden comunicarse fácilmente con el huésped a través de correo electrónico. El pago de la estadía lo reciben en tiempo y forma.

Ahorrar viajando

Las nacionalidades de los huéspedes de Róger Boniche, plasmadas en un mapamundi que colocó en la habitación que alquila en Managua. Foto: Carlos Herrera | Confidencial
Las nacionalidades de los huéspedes de Róger Boniche, plasmadas en un mapamundi que colocó en la habitación que alquila en Managua. Foto: Carlos Herrera | Niú

Un grupo de jóvenes consultados aseguran recurrir a Airbnb para hacer reservaciones dentro y fuera del país porque las tarifas de hospedaje son más económicas, hay menos intermediarios, el método de pago es seguro y tienen un contacto más cercano con ciudadanos locales.

Ernesto Villela, publicista de 30 años y habitante de Managua, utilizó esta plataforma para alquilar una casa en Corn Island. “Dormimos cinco personas y pagamos casi la mitad de lo que hubiese costado un hotel. Aparte, tuvimos la libertad de comprar cosas en el súper y preparar nuestra propia comida, lo que hizo más cómodo el viaje”, expone.

Gabriela López, ingeniera industrial de 27 años y estudiante de un máster en España, descubrió este sitio web por recomendación de sus amigos europeos. Viajando en grupo descubrieron que era más barato alquilar un apartamento amueblado que pagar por un hotel. Ella ha utilizado el servicio para visitar Málaga, Cádiz y Madrid.

Pero en Inglaterra, Gabriela tuvo una experiencia negativa, pues el anfitrión ofertó una casa y cuando arribó con su grupo de amigos, se enteraron que en realidad era un hostal de mochileros. “En las casas todo fue excelente. La forma de pago es segura. Incluso, si el propietario intenta que le pagués fuera de la plataforma, podés denunciarlo porque es irregular y no se aconseja”, advierte.

Juan Díaz, ingeniero industrial de 22 años, se hospedó en un apartamento cuando viajó a Nueva Orleans en febrero de 2015. Dice haber escogido esta opción porque le resultó cómodo quedarse en un lugar parecido a lo que ya conoce: su casa. Durante estadías posteriores, el turista nica también observó las ventajas de tener anfitriones, pues le dieron opciones para transportarse y comer. “Me hicieron sentir más cómodo porque tenía personas con quien interactuar. Eso te da una experiencia más completa del país que visitás”, dice.

Una plataforma segura

La seguridad personal es un aspecto que todos los consultados tomaron en cuenta para usar Airbnb. Elaine Miranda, financiera, tuvo un poco de miedo al usar el servicio por primera vez cuando se hospedó en Carolina del Norte. Escogió esta opción porque pagar por un hotel era demasiado caro, y con Airbnb pagó el 30 por ciento del costo del mercado. “No conocía a la persona, pero todo resultó súper bien. No se perdió nada, no hubo inconvenientes”, expresa.

Aracely Gutiérrez, socióloga, alquiló una habitación por medio de la plataforma cuando viajó a Turquía. Para escoger a su familia anfitriona, tomó en cuenta cuánto tiempo habían ofrecido su hospedaje en el sitio web y se guió por las recomendaciones de otras personas. Cuenta que la recibieron como si fuera una pariente la que llegaba de visita.

“En Estambul cené unas cuantas veces con ellos. Me invitaban porque querían, me preguntaban sobre Nicaragua, yo les preguntaba sobre Turquía, me ayudaban con las direcciones y si salía tenía un teléfono al que llamar si algo malo me sucedía”, relata.

Juan Díaz también se cercioró de que el perfil de los anfitriones que escogió fuese completo, lo que significa que la persona cumplía con diferentes validaciones, como haber enlazado su cuenta de Facebook al perfil, publicar fotos de su pasaporte o documento de identidad y que tuviera reseñas positivas de otros clientes verificados.

Ernesto Villela se sintió más seguro al poder comprobar los datos del dueño de la casa que alquilaría en Corn Island, porque pudo verificar su teléfono y saber exactamente dónde vivía en caso de que surgiera algún problema. “Eso me hizo sentir seguro al pagar”, declara.

Quilalí Urtecho, por su parte, indica que usualmente se preocupa por la seguridad de su familia, pero nunca tuvo temor de alquilar casas a través de esta plataforma. “Quizás si buscara habitaciones dentro de casas ya habitadas, que también es una opción, me sentiría insegura, pero no hemos optado por eso todavía”, concluye.


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