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El cannabis en Nicaragua

La marihuana y yo
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Es la droga más cultivada, vendida y consumida. Estas son las historias de tres nicas con la marihuana

     

Es posible que alguien esté fumándose un «churro» mientras vos leés este trabajo. El cannabis es la droga de consumo y venta más frecuente en el mundo, pero también es una hierba envuelta en muchos tabúes y debates, especialmente en un país como Nicaragua. “Los chavalos se andan escondiendo totalmente para fumar un churro, porque si te descubren muchos te califican como inservible, vago, marihuanero, bueno para nada. Además de estar al margen de la ley”, sentencia el activista pro Cannabis, Deedrik Flores.

Pero eso no ha impedido que los nicaragüenses prueben la hierba. Con tus amigos, en un concierto, en una fiesta, con tu pareja… Las anécdotas alrededor de la marihuana son muchas.

GIF: Olga Sánchez | Niú

El consumo se dispara mientras unos la rechazan y otros piden su legalización. Solo en 2014, 183 millones de personas fumaron marihuana en el mundo. Más del 3.8 por ciento de la población mundial ha admitido haber experimentado con ella alguna vez, revela el último Informe Mundial de Drogas 2016, elaborado por la Unodhc (United Nations Office on Drugs and Crime). Esta hierba existe en 129 países y América es la principal región donde se produce y consume.

En los resultados presentados por la Unodhc en el año 2015, se estimaba «que un total de 246 millones de personas, o una de cada 20 personas de edades comprendidas entre los 15 y 64 años, consumieron drogas ilícitas en 2013».

¿Recordás tu primera vez? ¿O nunca la has probado? Niú te trae tres historias de nicas que están “enganchados” con el cannabis o de aquellos que no volverían a fumarla. Sergio, Dulce y Pablo son nombres ficticios, a petición de los entrevistados:

Sergio: para escapar

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Desde que recuerdo quiero escapar de la realidad, escapar de los problemas que acarrea la existencia. Había escuchado sobre los efectos de la marihuana desde pequeño. Siempre me dio curiosidad. De hecho, me daba un poco de emoción imaginarme poder probarla. Ya tenía experiencia con el tabaco antes de probar la marihuana, pero puedo decirles que la experiencia con cada producto es completamente distinto.

En 2013, cuando tenía 15 años, me fui con un grupo de amigos después de clases. Yo sabía que ellos fumaban hierba desde hacía tiempo, sabía que si entraba a una de sus casas lo iba a hacer también y me agradaba la idea. Estaba preparado para hacerlo por primera vez. Íbamos cinco, todos rondando los 16 años. Íbamos bromeando, hablando.

Llegamos a la casa y estaba completamente sola. Ellos empezaron a hacer los porros de marihuana. Me pasaron uno y comencé a fumar. Pusieron música, para ser exactos Elephant, de Tame Impala.

Comencé a toser, mis ojos se pusieron llorosos. De pronto sentí la cara dormida y el cuerpo caliente, y pensé “ya me llegó”. Mis amigos se reían muy fuerte, pero nada tenía sentido. Quería gritar, reírme, saltar, llorar. Era como si el universo me tocara. Comencé a hacer cosas repetitivamente. Me golpeaba la cabeza una y otra vez y aunque quería parar no podía, no me sentía yo, pero no me importaba, era mágico. El volumen de la música estaba alto, eso ayudaba.

Los expertos dicen que te sentís “en otro mundo” porque el cannabis actúa sobre unos receptores específicos del cerebro y estos incrementan los niveles de dopamina, y disminuyen el metabolismo de la zona que afecta la atención, la concentración, las motivaciones y el estado de ánimo.

Creo que la música que estás escuchando en ese momento influye mucho en el efecto que producirá la droga. A mí me agrada Tame Impala, Pink Floyd, The Doors, Hibou, Good Morning, entre otras bandas. A otros les gusta escuchar algo más fuerte. Pero para mí, esas son las que te llevan en el viaje.

Corrí hacía un espejo y no pude reconocerme. Eso me puso triste y comencé a llorar, así, de la nada.

Después me puse a filosofar sobre la vida: ¿Qué es real y qué es falso? ¿Quién soy yo?

Hice otras cosas que no recuerdo. Pasó el efecto y me comenzó a doler la cabeza, esa calentura que tenía en el cuerpo se había ido, el cosquilleo paró. Fue una de las mejores experiencias de mi vida, me sentía desahogado, ya no había peso en mis hombros.

Me gustan las matemáticas, me gusta leer, estudiar y enriquecer mis conocimientos, pero no puedo evitar pensar que hay personas disfrutando de su vida afuera y yo sigo encerrado en mi cuarto, viviendo una vida monótona, y la marihuana no solo me ayuda a salir de donde estoy, sino de todo el mundo, de toda esta galaxia.

Aunque la marihuana es adictiva, tus niveles de dependencia pueden ser influidos por factores como los genes, o si se usan más drogas durante el consumo, y las relaciones que tenés con tu familia y tu éxito en el trabajo o la escuela.

Yo no me considero adicto. Sé controlarme. No me van a ver robando por un poco de hierba. Si no hay me da igual y si hay, igual. Comencé desde hace tres años y probablemente continúe. No me arrepiento de nada, ni creo hacerlo en el futuro.

Dulce: en un concierto

El 15 de diciembre del 2015, Karina (mi prima) me invitó a dormir a su casa. Estaba de vacaciones y aburrida, así que le pedí permiso a mi mamá y me fui a Granada. Fuimos a su casa y platicamos de todo y de nada.

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Como a las cinco de la tarde me comentó que tenía un compromiso con sus amigos de la universidad. Había un concierto de rock en un bar de la calle La Calzada y no podía cancelar. Para no quedarme sola le dije que la quería acompañar y ella, contenta, accedió.

Llegamos al bar e inmediatamente vi a los amigos de mi prima. “Qué temprano venimos”, me dijo uno. Eran las 8:20 p.m. y pensé “¿Temprano en qué mundo?” (A esa hora usualmente estoy ya en mi casa lista para dormir).

Dos horas después mi prima me dijo que sus amigos querían salir a fumar. Pensé que a fumar tabaco. Aunque no me agradaba la idea porque soy alérgica al humo, no quería quedarme sola. Cuando llegué todos estaban en un círculo “chileando”. Me metí como pude y vi que uno de ellos sacó un cigarro mal enrollado que encendieron, y le pregunté a uno del grupo qué era eso. Él me contestó: “pues marihuana, babosa”.

Me entró mucho miedo, pensé que iba a venir la policía y todos iríamos presos

Mi prima comenzó a fumar y me dijo que probara. No me quería sentir fuera de lugar, mis manos comenzaban a sudar. Pensaba: ¿Qué estoy haciendo?

Dije que era mi primera vez. Todos se rieron e insistieron en que lo hiciera. Comencé a fumar. Todos me miraban como una especie de “animal raro”. Pasaron unos minutos y se lo di a otra persona.

No sentía nada. No me hacía efecto, no había alegría, tampoco relajación. Solo me dolía el pecho y sentía asco.

Entramos al bar y los que habían fumado comenzaron a ponerse como locos, excepto mi prima y yo. El resto se reía de todo, saltaban, uno se quedó dormido en pleno bar, más allá había una pareja tocándose sin importar que los vieran. Pero yo solo sentía que olía feo, quizá me relajé un poco más, pero solo eso. Le dije a mi prima que nos fuéramos porque tenía demasiado sueño.

No me sentía ni mal ni triste. Me sentía culpable. ¿Y si nos agarraba algún policía? ¿Y si algo salía mal? Tal vez exageré, pero no lo volvería a hacer. Al menos no por las razones que lo hice aquel 15 de diciembre.

¿Existen riesgos?

La primera referencia del cultivo de marihuana data de los escritos del emperador chino Shen Nung en el año 2737 A.C, quien la utilizaba como medicina para enfermedades como la malaria, reumatismo y dolores en el cuerpo.

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Elad abraham | Flickr.com | Creative Commons

El neurólogo José Luis Giroud Benítez explica a Niú que esta hierba tiene beneficios para la salud como aliviar el dolor y combatir el estrés. Además señala que bajo sus efectos las personas mejoran la percepción de las cosas: se ve mejor y se escucha más, el tacto se incrementa, y por lo tanto, mientras dura su influencia, ayuda a la concentración.

También advierte que si una persona comienza a consumir esta droga desde la adolescencia, por la inmadurez cerebral que el joven posee (en especial los niños o adolescentes con trastornos por déficit de atención o TDA) se afecta seriamente el sistema dopaminérgico (que participa en el control de la liberación de hormonas relacionadas con la felicidad, el apetito y el metabolismo corporal).

Es decir, que la marihuana a largo plazo influye en tu capacidad de retención de recuerdos e información y tu estado de ánimo, y usualmente se convierte en algo indispensable en la vida del consumidor.

En 2014, el número de muertes relacionadas con las drogas se calculó “en alrededor de 43.5 muertes por millón de personas de entre 15 y 64 años”, revela el estudio elaborado por la Unodhc. No se especifica cuántas están relacionadas al consumo de cannabis, pero un Informe sobre Políticas de Drogas de septiembre de 2016 señala «que no existían -ni aún existen- registros de muertes por sobredosis de su consumo».

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El consumo del cigarro o el alcohol puede ser tan adictivo como la marihuana, señala activista

Además, el estigma social persigue a quienes la usan. “Un joven que fuma marihuana por recreación y vive en estado de pobreza es marginado, excluido totalmente de la sociedad y estigmatizado por ser pobre y consumidor de marihuana. Ese estigma no lo tiene un muchacho de clase media, artista o personalidad “destacada” haciendo lo mismo, es visto como algo normal”, reclama el activista pro Cannabis, Deedrik Flores.

Él compara el uso de la marihuana con el cigarrillo, el alcohol y los juegos en los casinos. “Se tiene que ser responsable para consumir, además se tiene que tener autocontrol”, insiste.

Pablo: un 4/20 fumando marihuana

Soy músico y me llamo “Pablo Pacas”. Tengo 19 años y les voy a contar lo que me pasó el día que fumé más marihuana. Un día, alrededor de 15 personas nos reunimos por la mañana en casa de un amigo. Estábamos en el patio, un lugar amplio y lleno de árboles, sentados en la grama, con un “churro” encendido del que todos en círculo esperábamos el turno para dar un sorbo.

Fue exactamente el 20 de abril de 2012. Es decir un “4/20”, Día Internacional de la Marihuana. Usualmente me fumo dos pipazos al día (con un gramo de hierba cada uno), pero el 4/20 me pasé.

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Para serles sincero, ni siquiera sé muy bien por qué se celebra en esa fecha. El caso es que este día es usado para exigir la legalización de la marihuana mediante protestas.

El 4 de abril de este año, por ejemplo, un grupo de aproximadamente 500 personas exigió en Washington, frente a la Casa Blanca, que la marihuana sea legal en los Estados Unidos (en 23 Estados es legal para fines medicinales y se vende con recetas médicas), y que se liberara a las personas que están presas por cultivarla.

En ese día insignia, entre las pláticas sin sentido que teníamos, alguien sacó una guitarra y empecé a tocar la canción “Every Thunder”, mientras los demás me seguían con la letra:

“Es un vergazo de tu papá, es un vergazo de amor, para que no sea malo, para que no ande en vicio”.

Mi nivel de locura iba aumentando con el tiempo. La verdad, tenía la confianza de hacer cualquier cosa porque los demás estaban en la misma frecuencia que yo. Esa sensación es genial, sentir como el tetrahydrocannabinol (THC), la sustancia química que altera la mente, me elevaba el olfato, aunque en ese momento solo podía oler el monte que me sofocaba la nariz, pero también me hacía sentir contento, me quitaba las tensiones de encima, no paraba de reírme.

Aunque hay quienes dicen que un “churro” te puede dar problemas para respirar, taquicardia, alucinaciones “balurdes”, paranoia y cambios de ánimo, yo en ese momento no sentía nada de eso.

Luego de varias horas fumando pude concentrarme en nuevas ideas para mis pinturas. A veces me gusta pintar o a inventar nueva música para mi banda. Pero no crean que es como tener súper poderes: si no sos una persona productiva estando sobria, la marihuana no hace milagros.

A las 4:20 pm, por aquello que ya les dije del “4/20”, todos encendimos un churro y volvimos a fumar. En círculo rotamos los porros. Por la cantidad de humo que sacábamos la casa parecía que se estaba incendiando. Llegamos a tener miedo de que alguien lo notara, pero en la loquera nos valió.

Luego de todo ese relajo y de fumarnos 40 churros entre todos en 12 horas, me fui a mi casa porque me sentía cansado y me dolía la cabeza. Además me agarró “la bajona”. Para los que no saben, es que me moría de hambre.

¿Legalizarla en Nicaragua?

Personas como “Pablo Pacas” abogan para que se legalice esta planta, que es una mezcla de hojas secas, flores, tallos y semillas llamada Cannabis sativa. Para él no es un producto peligroso, sino para dar placer. Hay muchos personajes famosos en el mundo que apoyan la marihuana: el escritor peruano Mario Vargas Llosa, o el colombiano Gabriel García Márquez y actores como Morgan Freeman, la usan como medicina.

Sin embargo, no todos están a favor. Sharon Osburne, presentadora británica y esposa del rockero Ozzy Osburne, se opone. El máximo representante de la Iglesia Católica también. El Papa Francisco considera que las personas que consumen marihuana, lo que buscan es llenar vacíos sentimentales con esos “ídolos pasajeros”.

En Nicaragua, la “Ley De Estupefacientes, Sicotrópicos y Otras Sustancias Controladas” en el Artículo 36 dice literalmente: “salvo autorización expresa del Ministerio de Salud se prohíbe en todo el territorio nacional toda actividad relacionada con la siembra, cultivo, producción, recolección, cosecha y explotación de plantas” alucinógenas.

El abogado, Fausto Pereira, explica que para que el cannabis se legalice en Nicaragua el primer paso es presentar una iniciativa de ley a la Comisión de la Salud de la Asamblea Nacional, acompañada de estudios de viabilidad y factibilidad acerca de la planta.

Esta Comisión se encargaría de analizar y corroborar los datos con expertos, miembros religiosos, y la sociedad civil, pero esto solamente determinaría la posibilidad de pasarla a discusión. Quien haga la petición debería también exponer por qué se debe legalizar y explicar cómo y por qué se vendería este producto.

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El presidente Daniel Ortega ha sido categórico al afirmar que se opone a esto. En un acto ofrecido en 2012 en Managua, dijo que en el país en ningún caso se plantea legalizarla porque eso solamente promovería el consumo de drogas, además aseguró que sugerir eso sería una derrota para la nación, porque en Nicaragua la Policía y el Ejército están combatiendo el crimen organizado.

En países como Uruguay está permitido el cultivo y venta de marihuana sin pasar de los 40 gramos mensuales, en Portugal no se puede tener una cantidad de más de 25 gramos, en Corea del Norte no se considera a la marihuana una droga, por lo tanto se cultiva y vende sin problemas.

En el caso de Canadá, Croacia, Brasil, Jamaica, México y Colombia usan cannabis para asuntos medicinales, pues estudios realizados por el National Institute on Drug Abuse afirman que esta hierba reduce el dolor y la inflamación, además puede controlar las convulsiones epilépticas.

De 5 a 20 años de prisión

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Matt B | Flickr.com | Creative Commons

En junio de 2016, la Policía Nacional atrapó a un estudiante de Administración de Empresas de la Universidad Centroamericana (UCA) con 47.3 gramos de marihuana. Según la acusación del Ministerio Público, la Policía realizaba un plan rutinario en las cercanías del Mercado Roberto Huembés, cuando detuvo el carro en el que iba el estudiante de copiloto, notaron que el muchacho se puso nervioso y procedieron a revisarlo.

En un colegio capitalino, en agosto de este año, un adolescente también fue sorprendido con cannabis. Él tenía 7.8 gramos. En ambos casos se desconoce si los detenidos quedaron en libertad.

El Código Penal o Ley 641 en su título XIV establece las penas por posesión, cultivo, traslado y todos los delitos relacionados con las drogas, entre ellos la marihuana. Se dictan de cinco a 20 años de prisión y de cien a mil días multa, para aquellos que sean detenidos cometiendo alguno de ellos.

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