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Las historias detrás de las hamburguesas
hamburguesas en Managua
Carlos Herrera | Niú

Ustedes votaron y nosotros buscamos. Aquí tus cuatro hamburguesas favoritas de Managua

     

La primera hamburguesa del mundo se hizo en Alemania en el siglo XIX y luego se posicionó como un ícono de la comida rápida estadounidense. Las primeras grandes franquicias fueron White Castle y McDonalds, esta última, una de las cadenas más populares en Nicaragua.

Sin embargo, en los últimos años, en el país se han popularizado las hamburguesas artesanales, platos más elaborados con mayor variedad de sabores y colores y con productos más caseros. Por eso, preguntamos a nuestros lectores cuál es su hamburguesería favorita y en base a sus respuestas traemos aquí, a Managua en cuatro hamburguesas:

Lowery’s

En 2014, Amina Rivera y Sven Lowery estaban desempleados. Habían trabajado juntos por más de dos años en un call center, pero renunciaron porque ese empleo casi los lleva al divorcio.

Amina es amante de la cocina y Sven estudió administración de empresas. En busca de trabajo, con sus liquidaciones, decidieron comprar un carro sandwichero, porque hasta ahí les llegaba el presupuesto.

Amina, de camisola blanca y Sven, de camisa azul, junto a su equipo de Lowery's Linda Vista | Carlos Herrera | Niú
Amina, de camisola blanca y Sven, de camisa azul, junto a su equipo de Lowery’s Linda Vista | Carlos Herrera | Niú

Sin embargo, sus amigos y familia les regalaron las herramientas que necesitaban para abrir un pequeño local en Bello Horizonte, ese se convertiría en el primer Lowery’s. Actualmente tienen dos sucursales, la original y otra en Linda Vista.

«Esta fue la primera de bendición de muchas», recuerdan sonrientes.

El nombre proviene del apellido de Sven, de ascendencia irlandesa. «Queríamos que la gente sintiera que venía a visitar a una familia, no a un simple local. Por eso el nombre», comenta él.

En los primeros meses casi nadie llegaba al lugar y las ganancias no les alcanzaban ni para pagar la luz, recuerdan.

«El principio fue muy difícil, llegó un punto que nos cuestionamos si en realidad éramos buenos para esto. Pero teníamos fe y decidimos creer en Dios», afirma Amina. Al poco tiempo los visitó un crítico gastronómico que recomendó el restaurante y muchos clientes comenzaron a llegar al local.

Ahora, cada día, más de 300 personas comen en Lowery’s.

En Lowery’s la carne se hace al carbón | Carlos Herrera | Niú

Las primeras recetas fueron elaboradas con ayuda de tutoriales de YouTube, cuenta Amina. Hoy experimentan con todo tipo de sabores. «Nos gusta innovar en la medida que podemos. Que le guste desde el más pequeño hasta el mayor de la casa», expresa.

El sabor de ambos locales es distinto. En Bello Horizonte están las hamburguesas más tradicionales, con carne a la plancha y en Linda Vista, son cocinadas con carbón vegetal.

Para los «Lowery’s» la opinión de los clientes es muy importante. Por esta razón han modificado muchas recetas y hasta cambiaron su segundo local, de Villa Fontana a Linda Vista. También les gusta impulsar un ambiente amigable para los niños. En Linda Vista, por ejemplo, hay una zona de juegos. «Somos padres de familia y entendemos lo difícil que es andar con niños pequeñitos en restaurantes. Nosotros queremos que ellos sean felices», explican.

Entre sus planes está mejorar la calidad cada vez más. Afirman que están abiertos a cualquier observación. «Las críticas nos ayudan a mejorar como empresa y como personas. Lowery’s va para rato», comenta Sven.

Mosh Rock & Burgers

Las mesas de Mosh Rock & Burgers se encuentran al aire libre. Alrededor de ellas, luces que parecen luciérnagas y en el fondo rock alternativo. La noche en Mosh se vive comiendo hamburguesas, disfrutando de buena música y tomando sus famosas micheladas.

Este local fue fundado en 2015 por Daniela Osorio de 31 años. Daniela es arquitecta y aunque dice que le encanta su carrera, no podía seguir viajando «de aquí para allá» por trabajo. Siempre le había interesado la gastronomía y era fanática «a muerte» de las hamburguesas y la idea de un restaurante «diferente» le emocionaba.

Alejandro (sosteniendo a la bebé) y Daniela (camisa a rayas), junto al personal de Mosh Rock & Burgers. | Carlos Herrera | Niú

Antes de la inauguración trabajó mucho en la promoción del negocio en las redes sociales. Una amiga suya hizo las fotos, otro el logo. «Todo parecía súper profesional», dice riendo, «pero es que mis amigos son ´pros´ en lo que hacen», cuenta.

En su primer día abiertos, Daniela contaba con un mesero y la ayuda de muchos de sus amigos. «El lugar estaba repleto y no entendíamos por qué. Después nos dimos cuenta que la gente pensaba que era un negocio internacional y por eso llegaban. Al final se quedaban con nosotros. Esos primeros clientes son ahora amigos míos», asegura. Al negocio están asociadas dos personas más, una de ellas es Alejandro Urroz, su novio y padre de su hija recién nacida.

Las particularidades de Mosh han nacido por necesidades que Daniela sentía cuando visitaba los negocios de comida.

«Siempre que iba a comer a algún lado quería probar de todo y no me alcanzaba tanto. También cuando iba a lugares, algunos ponían las mismas canciones de toda la vida o del todo no ponían nada. Eso no lo quería para mi restaurante», recuerda. Desde que abren, el rock suena.

El sentido de los sliders es que en una visita a Mosh podés probar, al menos, dos sabores distintos de hamburguesas. | Carlos Herrera | Niú

Uno de sus slogans es «¿Por qué comer 1, si podés con 3?». La idea del negocio es vender sliders de hamburguesas de los sabores de tu preferencia. En el menú hay desde hamburguesas vegetarianas, hasta hamburguesas con tres tipos de carnes.

«Nuestros clientes crecen con nosotros. Aquí venían parejas que ahora ya están casadas. Nosotros, por ejemplo, ya tenemos a Valentina. El ambiente se ha hecho más familiar, pero seguimos con el mismo espíritu», asegura Daniela.

Ella quiere llevar el restaurante a otros departamentos del país. «No planeamos cosas inmensas ahorita porque si se hace algo que se haga bien. Mosh es nuestro otro hijo y queremos atenderlo lo mejor que podemos, pero también tenemos a Valentina. Estamos ahí. Somos felices y es la mejor decisión que hemos tenido», afirma Alejandro.

Artburger

En Artburger no existe el aburrimiento mientras esperás la comida. Entrás y un sinnúmero de obras de arte capturan tu vista. Al sentarte te dan una hoja para que dibujés lo que querrás y si pintar no es lo tuyo, podés tomar algún libro o un juego de mesa.

Antes de fundar Artburger, David Martínez, trabajaba en el área de ventas de una fábrica. «Nunca me sentí cómodo frente de una computadora. No es lo mío», afirma el joven de 29 años.

David Martínez (centro), junto al personal de Artburger | Carlos Herrera | Niú

David estudió cocina y cuando pensó en emprender un negocio, no tenía dudas de que quería crear un restaurante, el único problema es que le gusta cocinar de todo y no sabía en qué especializarse.

Lo que sí tenía claro es que quería un lugar de hamburguesas «totalmente distinto», donde él lograra identificarse. Buscando ayuda encontró a su hermano, Adolfo Martínez, artista plástico y el idealista del concepto de «arte y comida». Además de eso, pensaron que sería «genial» que el cliente creara su propia hamburguesa. Así nació Artburger.

«Me gusta que la gente sepa qué se va a comer. Por eso, ellos pueden ver todo el proceso de elaboración de la comida, desde que seleccionamos la carne, hasta los condimentos», cuenta David.

En Artburger apuestan por tener más propuestas para las personas vegetarianas. «Es comida rápida saludable. Queremos desmitificar lo que se nos ha enseñado sobre las hamburguesas», dice sonriendo.

El negocio nació hace menos de un año, por eso David explica que «Artburger no está terminado». Siguen modificando los sabores y el local. Quieren dar lo mejor que puedan a los clientes.

En el mostrador, el cliente tiene que escoger todo lo que su hamburguesa llevará | Carlos Herrera | Niú

Según el joven, implementar el arte dentro de la espera de la comida, hace que los jóvenes se despeguen de la tecnología por un rato y liberen su lado creativo. Es decir, está pensada para cuando salís del trabajo y deseás liberar el estrés. «Dibujar no es solo para niños», explica David.

También, el restaurante apoya a los artistas dándoles un espacio para vender los cuadros sin pagarle al local por ello.

«Entiendo que es difícil que alguien te de un espacio para mostrar tu arte y que ganés dinero de eso. Aquí podés dejar tus cuadros y venderlos. A nosotros nos dan decoración temporal y ellos venden sus obras. Es un win-win», afirma.

Las hamburguesas siguen modificándose. «No puedo decirte cómo veo el negocio en un año porque estamos cambiando constantemente. Vamos con lo que nuestros clientes nos dicen. Pero nuestro objetivo es ese, el arte no es solo para niños», enfatiza sonriendo.

Grill n’ Chill

Durante la entrevista con Niú, Ricardo Lanuza, co-dueño de GrillN’Chill y chef profesional, se levantó de la mesa donde estaba sentado y entró a la cocina del local. 15 minutos después sacó medio cuerpo por la puerta y con la sonrisa de punta a punta, ojos inmensos y en la mano una tenaza para carne, dijo a Melissa Schiebel, también dueña del lugar: «Amor, ¿podemos poner en el sistema la nueva hamburguesa?». Melissa con extrañeza le respondió: «Hace 40 minutos trajeron los panes para esa». A lo que él añadió: «Pero ya la acabo de hacer».

«Así es vivir y estar enamorada de un hombre que ama la cocina», comenta riendo Melissa.

Melissa y Ricardo (últimos dos a la derecha) junto a algunos de sus trabajadores de la sucursal de Santo Domingo.

Ricardo y Melissa, de 34 años, son novios desde el 2012. Ambos trabajaban en un call center hasta que renunciaron para abrir un restaurante en 2013. «Sinceramente, yo me sentía tranquila, pero Ricardo ama la cocina y la rutina de ahí lo limitaba a ser el chef de los eventos especiales del call center. Un día me dijo que iba a renunciar porque sí y pues, somos locos. Aquí estamos», cuenta.

Sabían que querían empezar un negocio de comida, Ricardo en la cocina y Melissa en el control de las finanzas. Sin embargo, no tenían «ni un centavo» para despegar. Grilln’Chill comenzó con un préstamo que la mamá de Melissa le hizo a la pareja. «Buscamos un lugar, usamos nuestra propia cocina, nuestro televisor, las mesas más económicas, en fin, hicimos maravillas con poquito», explican.

«GrillN’Chill» fue un nombre al azar escogido por alguien cercano a la pareja. «No la pensamos dos veces, se escucha bonito y le dimos», cuenta ella. Según los jóvenes, la técnica de la barbacoa es «todo lo que significa el restaurante».

En los primeros seis meses las ventas eran increíbles. Luego, cuando se comenzaron a estabilizar y los números bajaron, Melissa quería cerrar el negocio, pensaba que todos «se habían aburrido» de lo que ofrecían. «Nosotros éramos ignorantes, no entendíamos nada de comportamiento de mercado y yo pensaba que era nuestro fin. Pero Ricardo ahí me insistía que no me diera por vencida», recuerda.

Al principio, uno de sus mayores problemas radicaba en que la demanda era más grande que el número de mesas disponibles. De seis mesas pasaron a 13 y ahora tienen 19.

Cada seis meses entra una receta nueva al menú de GrillN’Chill. «Nuestro objetivo es no aburrirlos», afirman. | Carlos Herrera | Niú

El primer día contrataron a un cocinero de apoyo y un mesero. Actualmente, entre las dos sucursales, trabajan 29 personas. A todos los consideran como amigos, familia.

Ricardo siempre está probando nuevas recetas. Cada seis meses lanzan un nuevo producto al mercado. Ambos son entusiastas de la innovación culinaria. «Desde el orden de la hamburguesa hasta el tipo de salsa que se usa te cambia el sabor. Nosotros buscamos cómo variar todo. La estructura, empanizar la carne, hacer nosotros el pan. Todo», explica él.

Afirman que están totalmente comprometidos con la calidad de su producto. «Olvidate de tu vida social, de salir. Entre más mejoramos el sabor, la apariencia de la hamburguesa, más me siento feliz. El segmento de población que nos consume es bien exigente y no perdona nada. Pero está bien, nos hacen mejores», explica sonriendo Ricardo.

No planean abrir otro restaurante, sino más bien, cuidar la calidad de sus dos sucursales: Carretera Sur y Carretera a Masaya. «Si en el futuro abrimos otra sucursal sería fuera de la capital o del país. Pero ahorita estamos bien, mejorando la calidad de lo que ya tenemos y pues, siendo felices nosotros», finalizan.


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