Tecnología
Fotografías inundan Facebook, Instagram y Twitter, pero experta tecnológica se cuestiona si este reto es una manera de recopilar datos
El #10YearChallenge es el primer reto viral que ha llegado a las redes sociales este 2019, con tanto éxito que famosos como Jennifer López, Reese Witherspoon, Alejandro Sanz, Miley Cyrus, entre otros se han sumado a la iniciativa que consiste en publicar una foto propia de hace diez años y una actual. Aunque no se sabe bien cómo surgió, ya varios expertos tecnológicos empiezan a sospechar de las intenciones detrás de este reto. ¿Pero por qué?
De entrada este tipo de retos, en gran parte de las ocasiones están «diseñados» por alguien, por lo general una empresa, para recopilar información sobre los usuarios. Muchos se preguntaran, ¿qué pueden saber con que yo publique una foto actual y una de hace diez años, juntas, en las redes sociales?
De acuerdo a un artículo de la revista Wired, escrito por la experta digital Kate O’Neill, el reto pudo ser creado por una empresa, que bien puede ser Facebook, para probar tecnología de reconocimiento facial.
En lugar de publicar una foto suya del 2009, la escritora del libro «#TechHumanist» publicó un tuit en el que declaraba: “Mi yo de hace diez años: probablemente hubiera jugado con el reto de publicar dos fotos juntas que circula en Facebook e Instagram. Pero mi yo, de ahora, reflexiona sobre cómo se podrían extraer todos estos datos para entrenar algoritmos de reconocimiento facial sobre la progresión de la edad y el reconocimiento de la edad”.
Cuando ella publicó eso en Twitter, decenas de usuarios alegaron que esos datos ya estaban disponibles en su mayoría en Facebook. O’Neill insiste en que su intención no era afirmar que el reto del que ya se han hecho miles de memes era peligroso. Sin embargo, su tesis es que los usuarios caen fácilmente en dar más de lo que deben e incluso de los que les piden.
¿Teorías de la conspiración?
Facebook ya cuenta con un potente algoritmo de reconocimiento facial, que es capaz de sugerirnos el etiquetado de personas en casi todas las fotografías que subimos a esa red social. Pero, aunque parezca paranoia, luego de los escándalos que relacionan a Facebook con la recopilación de los datos de sus usuarios, tampoco está lejos de la realidad que este aparente reto inocente busque saber más de nosotros.
Para O’Neill, el #10YearChallenge podría haberse diseñado para un entrenamiento muy específico en el entorno del reconocimiento facial: analizar el envejecimiento de las personas.
“Imagina que deseas entrenar un algoritmo de reconocimiento facial en las características relacionadas con la edad y, más específicamente, en la progresión de la edad (por ejemplo, cómo es probable que las personas se vean a medida que envejecen). Idealmente, querrías un conjunto de datos amplio y riguroso con imágenes de muchas personas. Sería útil si supieras que se tomaron con un número determinado de años, por ejemplo, diez», escribió en su artículo.
Aunque admite que muchas de las fotos del reto ya están en Facebook, muchas veces las fechas de publicación de las fotos no coinciden con el momento en que fueron tomadas. Entonces, tener todas las fotos agrupadas bajo una sola etiqueta (#10YearChallenge), incluso con detalles de la imagen, puede ayudar a procesar mejor los datos que le interesen a cualquier empresa.
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El artículo señala que la tecnología de reconocimiento facial podría ayudar a encontrar niños desaparecidos. El año pasado, la policía de Nueva Delhi, India, informó que había rastreado a casi 3,000 niños desaparecidos en solo cuatro días usando tecnología de reconocimiento facial. Pero también plantea un «uso más mundano» permitiendo el reconocimiento de la edad, que probablemente se traduzca en venderte publicidad dirigida.
Si bien aún no se ha demostrado si las grandes industrias tecnológicas estén detrás de este aparentemente inocente reto viral, lo que plantea la experta es que analicemos nuestra postura frente a la tecnología. Su tesis es que aquellos que lean el artículo valoren las posibles consecuencias de participar en iniciativas a priori inofensivas, pero potencialmente intrusivas.
La próxima vez que nos sumemos a un «challenge» habrá que pensar en todas las posibilidades que le estamos dando a las grandes compañías de saber quiénes somos, cómo somos, qué hacemos, cómo lo hacemos, qué nos gusta e incluso a qué le tememos. «Debemos exigir que las empresas traten nuestros datos con el debido respeto, por todos los medios. Pero también debemos tratar nuestros propios datos con respeto», insiste la experta.