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No es una canción la que me activa el #ModoMar, es todo un género: El vallenato
Suelo asociar distintas temporadas con canciones. Pero Semana Santa es la excepción: No es una canción la que me activa el #ModoMar, es todo un género: El vallenato. La época de verano (ardiente y polvosa) riman –en mi caso– con Los Sabanales de los Corraleros del Majagual, y con El Mejoral en voz de Alejandro Durán. Aquellos Miércoles Santos cargando la camioneta y el tráiler con mis amigos de Nandaime para irnos a Las Salinas o a Guasacate, en Tola, Rivas, hasta que nos alumbraba el sol del Domingo de Resurrección.
Sin más comida que lo necesario (Maruchan, galletas Oreo, gallo pinto), mucho hielo, agua y abundante guarón tomábamos la trocha hacia al mar. Los parlantes de la Nissan roja (la Foco Foco) dándole al vallenato sin parar, hasta llegar y ver, infinita, la línea del océano platinado.
Acomodarnos en hamacas, colchones, encender la fogata, bañarnos en la posa, subir el banco de arena a medianoche, bailar en la costa con Escalona, y llorar borrachos con los vallenatos de cabanga del Binomio de Oro y los Inquietos del Vallenato. Así eran mis Semanas Santas con mis bróderes. Como todo en la vida, las circunstancias cambian. Hemos crecido, tomado caminos distintos, otro nos ha dejado (puto cáncer) y nos tocan vacaciones de verano distanciados.
Sin embargo, sigo prefiriendo un estilo de Semana Santa en playas aisladas, sin mucho bacanal de discotecas, como en San Juan del Sur. La quietud de quedar dormido en la arena con el arrullo de las olas del mar. Aunque las playas de Tola han cambiado en los últimos diez años debido al auge inversionista de la zona y los resorts, siguen siendo un destino irresistible.
Todavía quedan cantinas estratégicas para escuchar vallenatos, y hay hoteles accesibles. Si va a Guasacate, La Tica es un clásico de la cantina a la orilla del estero. Si nos movemos hacia Las Salinas, encontraremos en los caminos polvosos barcitos locales, donde se bebe cerveza de botella helada con hielo.
Usualmente, estas giras dependen más de los pertrechos que uno lleve. Para estos días les recomiendo algunas promociones que hay en el supermercado La Unión: El sixpack de Corona a 167 córdobas, once pesos más caro que el de Toña. Una rubia Corona bien helada con sal y limón es bocatto di cardinale cuando nos levantamos en el mar con resaca, y pasamos la mañana en la hamaca. Otra promo en el súper es la cerveza Modelo a 150 las seis. Aunque para no ser mata mamá, las cervezas nacionales siempre ponen a disposición pague tanto y lleve más. Si quiere ponerse más digno, vaya a Portas y escoja entre la variedad de cervezas que ofrecen, desde Moropotente, a marcas extranjeras como Presidente, Redstripe, Yuenling y Gallo, unas laguer refrescantes para el calor.
En los Palí hay unas cervezas holandesas (unas verdes) y unas ticas (Prima) que son más baratas, y pues, ya a la altura de un Viernes Santo, bien heladas no desentonan con el ritmo del Festival en Guarare.
Si de ron se trata, Flor de Caña pone promociones. Yo en esta época asumo el ron blanco. Preparo una cimarrona de soda, limón y sal para pasar en seco.
En algunas vacaciones he apostado por el bacanal de disco. Y sé que a muchos les gusta San Juan del Sur. Bueno, si va por esos rumbos busque un bar ubicado al frente de la marina; pregunte por Las Varela. Si anda plan party, ya sabrá de Iguana, Arribas Bar y Lips.
Por mi parte yo me voy, como casi siempre, a costas más calmas. A escuchar vallenato, alternar cerveza y ron, y pasarla bien. Y por fa, si toma, ¡diablos! no agarre carretera. Así que con eso en mente, tienen una semana larga y tendida para pedir diario ¡Otra, por favor!