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El resultado es una piedra en el camino para aspirar a una segunda ronda

Y por Justo no fue goleada
Lorente
Selección Nacional de Fútbol de Nicaragua | Carlos Herrera | Niú

El arquero nicaragüense, salvó no en una, sino hasta en cinco ocasiones el marco de Nicaragua. Fue el mejor del partido junto a Eulises Pavón.

     

Justo Lorente Collado tiene un lugar garantizado en las anécdotas que se contarán sobre el partido entre Nicaragua-Martinica, en la Copa Oro de la Concacaf. Un juego que culminó con un doloroso 2-0 a favor de los caribeños, pero que dejó un agradable sabor de boca porque fue el regreso, y con honores y sin nerviosismos, de uno de los porteros más solventes que hemos tenido en la última década del balompié nacional.

La primera historia que contaremos será cómo Justo, fue el único jugador de nuestra selección que compitió como si del resultado del partido dependiera su vida. El arquero, originario de Masaya, salvó no en una, sino hasta en cinco ocasiones el marco de Nicaragua.

La primera fue a los 45 segundos de haber comenzado el partido. La segunda intervención fue en un disparo que rechazó sin tantas complicaciones. La tercera fue más exigente, la cuarta un tiro desde larga distancia y la quinta… bueno, la quinta fue una más en un día de trabajo para un jugador con sus habilidades.

Lorente
Foto de Gold Cup 2017.

Justo fue el jugador del partido, por encima de Kevin Parsemain (min 35) y Steeven Langil (min 65), los hombres de Martinica que hicieron los goles a Nicaragua. Pero de eso hablaremos más adelante. Cuando entremos en materia de juego.

A pesar de que Lorente tenía al inicio del partido una cara de susto, su temple y confianza, estaba puesta donde la había dejado Henry Duarte, técnico de Nicaragua, el día en que dio la lista de titulares para el partido contra los caribeños. El costarricense no se equivocó y lo que vio del masayense en los entrenamientos, fue lo que le motivó a poner al guardameta a defender el arco nacional.

Martinique 2 – 0 Nicaragua Highlights

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Posted by CONCACAF on sábado, 8 de julio de 2017

Ahora sí, hablemos del partido

La Selección de Nicaragua fue la sombra de lo que observamos en los amistosos que realizó previo a su participación en Copa Oro. No tuvo la confianza de siempre, ni la idea de juego, ni siquiera los conceptos que Duarte ha enseñado en tres años. No. La “Azul y Blanco”, fue un remedo de lo que nos mostró contra Jamaica y Haití.

Sin Juan Barrera y Daniel Cadena (sancionados), y sin Duarte en la dirección técnica (sancionado también), los jugadores perdieron el encuentro desde el primer minuto. Lo que tanto trabajó el tico en mentalidad ganadora, no se vio en ningún jugador, con excepción de Lorente.

Luis Fernando Copete, quien regresó al once titular luego de una lesión, no fue el defensa central de partidos anteriores. Marlon López no recuperó los balones cuando fue necesario. Ni Manuel Rosas estuvo acertado en los pases. El desorden en la defensa y en la media cancha, sumado a la falta de profundidad en el ataque, desquebrajaron a Nicaragua y de no haber sido por Justo, en los primeros doce minutos, hubiéramos tenido una desventaja por tres goles.

Lorente
Foto de Gold Cup 2017.

Nicaragua recuperó su idea futbolística al minuto trece, pero fue intermitente. Ni Elvis Figueroa, ni Carlos Chavarría y tampoco el chavalo sensación, Jorge García, pudieron concretar una jugada de verdadero peligro contra el arco caribeño. Solo Luis Manuel Galeano lo intentó con un disparo desde larga distancia que el arquero de Martinica desvió.

Cuando creíamos que la confianza estaba apareciendo, un cabezazo en el área de Kevin Parsemain (min35), fruto de una jugada preparada desde un saque de esquina, mató el ímpetu de los nuestros. Lo que siguió fue un festival de nerviosismo orquestado por todos, menos por Justo Lorente.

Con el marcador 1-0 Nicaragua regresó a los camerinos a escuchar la charla del alemán Manfred Stephan, quien fue el director técnico bendecido por Duarte para dirigir a la “Azul y Blanco”.

Lorente
Foto de Gold Cup 2017.

Segundo tiempo

La charla técnica del alemán (no sabemos si la hizo en alemán o en español machacado), surtió efecto durante los primeros minutos del segundo tiempo. O quizás fue el ingreso de Eulises Pavón por Jorge García. El diriambino fue un verdadero revulsivo que le dio otra cara a Nicaragua.

De una de sus atrevidas internadas en el área rival, surgió una falta de mucho riesgo. El cobro de la infracción, realizado por Manuel Rosas, supuso la segunda jugada de peligro para los nicaragüenses. El balón fue despejado en el área y le quedó en los pies a Erick Téllez, quien realizó un disparo que pegó en el travesaño.

Después de esa jugada, Nicaragua regresó a lo mismo. Intermitencia, más nervios. Errores en la entrega de pases. El medio campo no terminaba de conectarse. Todo esto se combinó para que en el minuto 65, el recién ingresado Steeven Langil, realizara una jugada desde el medio campo, desbordando a Copete y llegando al área para recortar a Téllez y definir de forma magistral contra Lorente. Fue el segundo y último gol de Martinica.

Lorente
Foto de Gold Cup 2017.

Nicaragua se acercó en los últimos minutos del partido. Pero falló las que no tenía que errar. Josué Quijano, de frente al portero caribeño y sin presión, no pudo definir para anotar el gol de la honra. Luego pegó otro balón en el travesaño. Pavón se diluyó con el pasar de los segundos y solo Lorente, siguió trabajando hasta el final del juego para evitar más goles.

A Nicaragua le falló el plan. Los jugadores no pudieron seguir al pie de la letra lo que Duarte practicó con ellos toda la semana. “Quizás falló el que yo no estuviera ahí”, dijo Duarte en conferencia de prensa.

La “Azul y Blanco” complicó sus aspiraciones para clasificar a segunda ronda. Ahora, como dijo Copete, no queda más que dar vuelta a la página y cambiar el chip. Quizás el regreso de Duarte, Barrera y Cadena, inyecte a los jugadores la confianza que no tuvieron contra Martinica. Sin embargo, el panorama pinta difícil: a la vuelta de la esquina está Panamá y en la siguiente calle Estados Unidos.

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