Icono del sitio Revista Niú

Acoso callejero: El agresor silencioso

*A petición de las entrevistadas, sus nombres han sido cambiados.

Karina esperaba la ruta 114 en la parada de buses de Linda Vista, en Managua, cuando un hombre se le acercó y le gritó “¡Qué ricos esos labios mamita, te quiero ver los de abajo!”

 “Yo no sabía qué decir, ni qué hacer, quería gritarle, pero tenía miedo que me hiciera algo”, recuerda la joven que en ese entonces tenía 16 años.

Situaciones como esta la sufren miles de mujeres nicaragüenses a diario, y a lo que se le conoce como “Acoso Callejero”, es según el observatorio contra el acoso callejero de Chile, “toda práctica con connotación sexual explícita o implícita, que proviene de un desconocido, que posee carácter unidireccional la cual ocurre en espacios públicos o semi-públicos y tiene el potencial de provocar malestar en el/la acosado/a”.

“En ese entonces tenía 16 (años), me sentí asqueada, violada, pero los demás lo veían como algo normal y eso me frustraba más”, recuerda Karina, hoy de 20 años.

El Observatorio Contra el Acoso Callejero de Nicaragua (OCAC, Nicaragua) en su estudio “Acoso callejero en la ciudad: aproximación descriptiva del acoso callejero en el área urbana de Managua”, publicado en 2015, expone que nueve de cada diez mujeres han sufrido insultos sexuales en las calles de Managua.

También podés leer Caminando Sola

“Si ves que una persona está siendo violentada en las calles, uno debe de ayudar e intervenir. La presión social es muy importante y eficaz para que el acosador se sienta sin salida”, afirma Estrella Lovo, psicóloga y fundadora del OCAC, Nicaragua.

Los acosadores molestan más a las adolescentes. La mitad de las encuestadas para el estudio del Observatorio, está entre los 14 y 18 años, y afirma tener más de siete manifestaciones de acoso callejero a diario.

Eso le pasó a María, una chavala de 15 años, que está en tercer año de secundaria.

“Cuando estaba en primer año, un hombre de aparentemente 50 años, me comenzó a seguir desde que salí del colegio gritándome ´piropos´ o más bien obscenidades. Estaba muy nerviosa, pensé que me iba a hacer algo malo, así que comencé a correr hasta que llegué a la casa, mi mamá salió a defenderme, sin embargo, él se fue riendo de las dos”, lamenta.

Ella es parte del 77.9 por ciento de estudiantes de secundaria que asegura ser acosada cerca de su centro de estudios en la capital, advierte el OCAC Nicaragua.

troita_<>< | Flickr.com | Creative Commons

Se debe diferenciar dónde termina el piropo y dónde comienza el acoso. “El piropo se encuentra en el marco de respeto por individuos previamente autorizados que la mujer conoce (amigos, pareja, familiares) mientras que el acoso callejero es una violencia hacia el espacio privado de las persona afectada”, explica Lovo.

Las víctimas más comunes del acoso callejero según ella, son las mujeres y la comunidad LGBTI (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales e Intersex). Los hombres, asevera, tampoco deberían desentenderse de la problemática. “El género masculino es parte de la solución del acoso y puede ayudar a defender, denunciar, alzar la voz y no solo dejárselo a las mujeres”, subraya la activista.

Ciber acoso y violencia sexual en las redes

Otra corriente del acoso callejero, es el ciber acoso. Gloria lo vivió:

“Me gustaba subir fotos en el gimnasio a Facebook, nunca pensé que era algo indebido o malo, no eran fotos sugestivas, era yo sudada con un brasier deportivo y unos leggings. Mi privacidad en las fotos era pública y muchos hombres que no conocía las comentaban con cosas obscenas, yo los eliminaba y bloqueaba, pero los comentarios no paraban, muchos no se conformaban con eso, sino que me enviaban fotos o videos de sus penes. Tuve que borrar las fotos y meses después eliminar Facebook”, lamenta.

Las normas comunitarias de Facebook estipulan en uno de sus artículos, que si se presenta algún caso de acoso o violencia sexual, el contenido se elimina inmediatamente después de ser denunciado. En Twitter 140 caracteres pueden ser muy peligrosos.

Esta red es las que los acosadores y «bullies» usan más para asediar a sus víctimas. Países como Inglaterra han sido duros con este tipo de prácticas. Hace dos años dos jóvenes fueron sentenciados a doce y ocho semanas de cárcel por enviar mensajes ofensivos a dos mujeres, a las que incluso amenazaban con violar.

«Por desgracia algunos de nuestros usuarios han experimentado, de primera mano, ciertos tipos de abuso en nuestra plataforma. Han salido de control debido a que nuestras políticas y productos no han reconocido adecuadamente el alcance y la magnitud de los daños causados por el comportamiento abusivo. Incluso cuando hemos reconocido que el acoso se está llevando a cabo, nuestros tiempos de respuesta han sido inexcusablemente lentos y la sustancia de nuestras respuestas demasiado exiguas», admitía en una carta abierta en el diario Washington Post, Vijaya Gadde, consejera general de Twitter.

En Nicaragua, el artículo 539 y 540 del Código Penal, condenan el asedio a otra persona y el exhibicionismo de genitales en la vía pública. Asimismo cuando la víctima es menor de edad, el castigo es de mayor peso ante las autoridades.

Falta de información

Una de las mayores dificultades para enfrentar el acoso, es la falta de información de las víctimas, que ante situaciones como estas, no saben qué decir, ni adónde acudir. El OCAC ha impartido talleres en comunidades rurales y colegios, sin embargo “hay mucho camino que avanzar”, aseguran.

“El hombre acosa porque quiere afirmar la propiedad de la calle y lo que pasa por ahí, quiere afirmar su masculinidad como la historia le ha enseñado que debe hacer”, afirma Lovo. Las escuelas también tienen una cuota de responsabilidad. La falta del estudio de género no ayuda a que los roles y comportamientos dejen de repetirse, explica.

Ella tampoco sabía cómo llamar a lo que cada día le sucedía hasta que en el 2014, impulsada fue violentada a nivel emocional y físico en el transporte colectivo. Luego de esa desagradable experiencia comenzó a investigar sobre el tema, hasta que encontró la fundación del Observatorio de Acoso Callejero en Nicaragua.

Secuelas en la víctima

“Todos los días cuando voy al trabajo, alguien está ahí para decirme ´mamita rica´ o tirarme un beso que no quiero o que me mira de una manera morbosa. Siempre tengo miedo de salir con mi crop top favorito, porque ´alguien se puede sobrepasar´, ya ni siquiera me dan ganas de ir a comprar a la venta porque los hombres que se mantienen en la esquina me van a violar con la mirada”, cuenta Jazmín, una joven de 27 años que se declara abiertamente feminista.

“Les respondo de vez en cuando con argumentos válidos, pero de igual forma tengo miedo que alguien me llegue a golpear por solamente defenderme”, admite.

La psicóloga Lovo asegura que entre los traumas psicológicos que provoca este tipo de violencia está la “hiper vigilancia”, que es cuando la mujer, mientras está en un espacio público, no deja de pensar que alguien le faltará el respeto. “¿Qué es lo que me pueden hacer?”, “¿Hasta dónde puede llegar si le contesto”.

Otra de las secuelas es la desconfianza hacia el género masculino, el cambio de rutina (sea de cambio de rutas o de ropa para evitar comentarios ofensivos) además del miedo a salir sola a las calles. Esta última es una de las consecuencias más peligrosas del acoso callejero, señala la psicóloga, ya que se vulneran los derechos de la víctima que se vuelve dependiente de otras personas para sentirse a salvo.

Cada mujer tiene distintas maneras para protegerse del acoso callejero. Una de ellas es enfrentar al victimario verbalmente o ignorarlo. Otras medidas más severas son el uso de gas pimienta o pistolas eléctricas que se han vuelto populares en el país.

«Creo que uno nunca se acostumbra al acoso sexual. Esa incomodidad permanente, la tensión corporal constante al caminar sin saber cuándo tu espacio y tu dignidad personal van a ser invadidos por un cualquiera es una de las peores cosas de vivir en Nicaragua», concluye la sexóloga Ana Salgado en un post referido al tema.

¿Cuál ha sido tu experiencia más traumática enfrentando el acoso callejero? ¿Qué hiciste? Podés dejarnos tus comentarios y unirte al debate usando los hastags #MiPrimerAcoso y #NoAlAcoso