Hace quince años, un joven llamado Misha Collins viajó con su padre y un grupo de voluntarios norteamericanos a San Juan del Sur, Rivas, para construir un laboratorio de computación para el Instituto Libre para Adultos. La escuela fue fundada por dos mujeres, una nicaragüense y una estadounidense, cuyo sueño era apoyar a los pobladores de escasos recursos, para que pudieran conseguir su diploma de bachillerato.
Pasaron los años, y el joven se ha vuelto un ángel: Castiel, en una serie televisiva de larga duración y fama internacional llamada Supernatural. Ángel también en la vida, Collins estableció una Organización No Gubernamental a la que confirió el nombre de “Random Acts”. La entidad ha construido un orfanato en Haití y ahora su segundo gran proyecto fue la edificación de un campus para el Instituto Libre de San Juan del Sur, en reconocimiento a su dedicación y a los excepcionales resultados sociales, económicos y humanos en la zona.
Antes el Instituto debía prestar locales a los demás colegios y utilizaban pupitres pequeños, en donde los adultos apenas cabían. Ahora, el primer edificio incluye cuatro aulas, una biblioteca y un laboratorio de computación. La ceremonia de inauguración será el 11 de febrero y en ella participará el escritor Sergio Ramírez, ex vicepresidente de Nicaragua y una de las figuras más destacadas de letras latinoamericanas.
El Campus representa una colaboración internacional a larga distancia, compleja y satisfactoria, entre, Nicaragua: la directora y co-fundadora, Rosa Elena Bello y su familia y el profesorado, los arquitectos Carlos Galea y Luis Bosco Silva; los constructores, Austin Drill y Michelle Marino Drill de casadetierra.com y, entre los norteamericanos: Misha Collins y un comité encabezado por Richard Krushnic y Cinde Monsam y que incluye a la co-fundadora, Margaret Morganroth Gullette (autora de este ensayo).
El edificio es también un modelo, primero en la región por su uso de bambú tanto estructural como decorativo, desde los pilares y vigas hasta las balaustradas y paneles de paredes.
Tres generaciones de soñadoras
El Instituto Libre Para Adultos existe desde hace 15 años. Fue fundado en 2002 por Rosa Elena Bello, más tarde alcaldesa del pueblo y Gullette, quien llegó por primera vez a San Juan del sur como delegada del hermanamiento con Newton, Massachussets en 1989.
Familias enteras se han graduado de aquí, alguna de ellas con tres generaciones de graduandos. Una de estas familias es la de Concepción, quien antes de recibir su diploma lavaba pisos y baños en el Centro de Salud del pueblo.
Posteriormente ganó una licencia como enfermera, y por muchos años trabajó en el Ministerio de Salud, ofreciendo sus cuidados profesionales en las zonas más necesitadas. También su hija Aracelys, aprovechó su diploma para ganar un certificado como maestra. Antes era ama de casa. Actualmente con casi 40 años, Aracelys enseña con perfecta disciplina en una primaria multigrado, en una de las comunidades pobres alrededor de San Juan del Sur.
Por su parte, Scarleth, la hija de la maestra, la nieta de la enfermera, se graduó en 2016 con 17 años. Otro sueño cumplido.
Noemí, una mujer de escasos recursos, se matriculó en 2002, y después de muchas peripecias, recibió su diploma, certificado por el gobierno, en 2015. Ahora graduada, se siente “lista para cualquier trabajo”.
Tales milagros de dedicación y persistencia son posibles porque el Instituto Libre para Adultos siempre da la bienvenida a las personas que son excluidas de los demás colegios: gente mayor de 18 años, madres con hijos, muchachas embarazadas, gente que trabaja de lunes hasta viernes, entre otras.
Los que viven lejos de San Juan se benefician de los nueve núcleos rurales donde enseñan monitores de mucha experiencia, algunos bachilleres del Instituto. A veces, en invierno, hay estudiantes que atraviesan un río siete veces para alcanzar el bus (gratis) que lo trae a sus clases sabatinas. Otros se despiertan a las tres de la mañana para caminar cinco o más kilómetros y llegar a tiempo a su curso.
Hay familias en que cuatro o cinco miembros salen con diplomas de bachiller gracias a este proyecto. El 54% de los bachilleres son rurales y 56% son mujeres. Uno de cada tres estudia una carrera profesional después de bachillerarse.
A pesar de los obstáculos, los logros de una sola familia se multiplican por cientos y para generaciones. El slogan de esta institución es “empoderamiento por la vida”.
En suma, en celebración de los quince años del Instituto, hay unos 1001 bachilleres y técnicos, personas que nunca esperaron ver un diploma con su nombre. Desde 2002 esta escuela hizo su sueño realidad. A pesar de educar a tanta gente olvidada y sin recursos, este proyecto no recibe apoyo del Ministerio de Educación, ni salarios, ni cuadernos, ni textos, ni edificio. Con alegría, vamos superando todo ¡vamos hacia los próximos 1001 bachilleres!
La autora es escritora de muchos libros sobre la edad y la sociedad, educadora, y ensayista que publica en el New York Times, Al Jazeera, Atlantic.com, Nation, Guardian (Londres).