El emblema de Marvel que aparece al inicio de la secuencia de créditos de “Ant-Man and the Wasp” nos recuerda que el conglomerado lleva diez años dominando la taquilla. Ya no es la excéntrica editorial tratando de conquistar Hollywood. Ahora es Hollywood. En esta década, ha impuesto una matriz narrativa que se ha convertido en una especie de camisa de fuerza. Cada película que producen tiene dos grandes deudas: una con su propia franquicia, otra con el arco mayor del “universo cinemático de Marvel”. El MCU, por sus siglas en inglés, es un maestro despiadado a la hora de imponer su receta. Un inflamado sentido de importancia es tan ineludible como las “apariciones especiales” del creador Stan Lee, y las escenas extra en los créditos finales. Tres años atrás, “Ant Man” inyectó una bienvenida dosis de ligereza que reverbera en “Thor: Ragnarok” (Taika Waititi, 2017), así como en esta secuela. Es la más infantil de sus películas, y quizás por eso, la más honesta.
Después de causar destrucción justiciera a la par de los Vengadores en “Captain America: Civil War” (Anthony & Joe Russo, 2016), Scott Lang (Paul Rudd) guarda casa por cárcel. El mundo no es muy amable con los súperheroes que se toman la justicia por su propia mano. A escasos días de cumplir su sentencia, tiene un sueño extraño: en lugar de ser él mismo, es Janet Van Dyne (Michelle Pfeiffer), la esposa del Dr. Hank Pym (Michael Douglas), el científico que lo convirtió en “el hombre hormiga”. El prólogo que inicia la película establece la base para que descifremos el mensaje onírico: Pym y Dyne fueron los primeros “hombre hormiga y avispa”. En el cumplimiento de una misión, ella se sacrificó para salvar a miles de personas, y terminó encerrada en el “plano cuántico”. La pista de que aún puede estar viva reúne a los viejos aliados, y vuelve a encender la atracción entre Scott y Hope van Dyne (Evangeline Lilly). Pero la misión de rescatar a la madre se complica cuando el traficante de armas Sonny Burch (Walton Goggins) olisquea la valiosa tecnología que controlan los Pym. Y por si eso no bastara, un sujeto fantasmagórico que puede cruzar a través de paredes, desaparecer y materializarse a su antojo, roba una pieza crucial del equipo que necesitan para salvar a Janet.
No se deje amilanar por la trama. Solo suena complicada. En el fondo, “Ant-Man…” es un melodrama familiar básico, cuya única agenda es ensalzar los lazos familiares. No es casualidad que el principal arco de la trama tenga que ver con rescatar a una madre. Además de Pym y Hope, tenemos otra relación crucial entre Scott y su hija, Cassie (Abbie Ryder-Fotson). Hasta el villano “fantasma” encuentra su propia figura paternal en el Dr. Bill Foster (Laurence Fishburne). Afortunadamente, el pulso que tiene para la comedia el director Peyton Reed evita que las cosas se pongan muy cursis. De hecho, el humor mantiene funcional a la película, cuando en el tercio final la trama pierde ímpetu.
Los poderes de los protagonistas permiten que la película base sus secuencias de acción en la manipulación de las dimensiones. Los héroes se empequeñecen y engrandecen a su antojo. En sus mejores momentos, “Ant Man…” funciona como Gulliver en esteroides, y con déficit de atención. Cualquiera que recuerde el placer infantil de construir un edificio de Legos solo para destruirlo, puede pasarla bien. No es casualidad que el traje especial de Scott recuerde a la vieja serie japonesa “Ultraman” (1972). Esta franquicia es un kaiju con valores familiares y efectos especiales actualizados.
No es si no hasta el final, en la primera de dos “escenas extras”, que “Ant Man and the Wasp” se conecta de manera significativa con el gran arco narrativo del MCU. Se siente como cuando después de jugar toda la tarde, tu mamá te recuerda que tienes que hacer la tarea. De todas maneras, nos queda el placer de volver a ver a Michelle Pfeiffer en pantalla grande, y a un grupo de estimables actores echando mano de sustancial “Marvel Money”. El casting de esta película es tan bueno, que es ridículo. Servicio social: no tiene que quedarse a ver el segundo y último “stinger”. Es un chiste sin golpe de efecto.
“El Hombre Hormiga y la Avispa” (Ant-Man and the Wasp)
Dirección: Peyton Reed
Duración: 1 hora, 58 minutos aprox.
Clasificación: ** Regular (Recomendada con ciertas reservas)