Martín Tinoco tiene 12 tatuajes y ya va por el número 13. Lleva 20 minutos sentado en uno de los más de 50 stands que conforman la primera convención de tatuajes en Nicaragua y tendrá que permanecer ahí unas cuatro horas más. Su brazo se mantiene extendido mientras un artista esparce la tinta a través de la aguja.
Martín no se inmuta, para él en la vida hay dolores más fuertes que tatuarse la piel, “como perder a un ser querido o un amor”, afirma.
Él viajó desde León a Managua para asistir este 17 de junio, al evento realizado en el Centro de Convenciones Olof Palme.
Cada diseño en el cuerpo de Martín representa alguna etapa. “Cuando miro mis primeros tatuajes es como un viaje en el tiempo… me recuerda cuando tenía 18”, comenta mientras el tatuador sigue dibujando en su antebrazo.
Martín Tinoco cree que los nicaragüenses aceptan cada vez los tatuajes y el estigma de “hacerte uno te convierte en vago”, está quedando atrás.
En cada stand hay media docena de personas amontonadas. Los artistas están sorprendidos porque el público no para de llegar, preguntar o simplemente observar el proceso de marcarse la piel.
Para los muchachos de Stray Bullet Tattoo, un estudio ubicado en León, las personas aceptan cada vez más esta manifestación corporal. Uno de los principales puntos que comentan la mayoría de tatuadores en esta exposición, es la necesidad de cambiar la costumbre de tachar de delincuentes a las personas tatuadas.
Son las 2:00 de la tarde y por el stand de esta tienda se han tatuado cuatro personas y se espera que a lo largo del día lleguen más.
Los precios en Stray Bullet varían dependiendo del diseño y el tamaño de lo que se quiera hacer. Los más pequeños y sencillos parten desde 30 dólares.
Tatuadores centroamericanos
En otro de los stands nos topamos con un trío de tatuadoras que vinieron de Costa Rica. Ellas trabajan en el estudio Succubus Art & Tattoo, donde trabajan solo mujeres.
Sandra González Alarcón atiende a los clientes mientras sus dos colegas tatúan. Su estudio se ha vuelto uno de los más famosos en Costa Rica porque en él solo hay tatuadoras. En esta profesión es común ver a más hombres que mujeres, pero ellas han marcado de la diferencia.
Como Sccubus hay muchos casos en Nicaragua. Uno de ellos es el local de Geneve Bermúdez, una de las artistas del tatuaje más reconocidas en el país.
En el stand de Geneve está Xilonen Díaz tatuándose a su gato en la pierna derecha. Xilonen tiene que permanecer en una posición incómoda unas tres horas más. Solo siente un ardor en su muslo derecho que es combatido con la ilusión de ver el trabajo de Geneve terminado.
Las personas no paran de llegar de todas partes del país. Flores, tribales, dragones, letras… El mundo de los tatuajes no tiene límites, ni público específico. Lo cierto es que esta tendencia ha acompañado a los seres humanos desde hace siglos. Basta remontarse al Antiguo Egipto o a ciertas civilizaciones en Perú para darse cuenta que la piel también puede ser el lienzo perfecto para expresarse.
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