Siempre regreso sorprendido de León. Cada vez encuentro nuevos bares y descubro sitios que han estado allí, y que, por desconocimiento de los recovecos locales, no había visitado. Ciudad Santiago de los Caballeros, ciudad colonial, ciudad universitaria, ciudad intelectual, lo cierto es que León ofrece una variada vida nocturna.
Los bares florecen alrededor de la robusta catedral, por toda la cuadricula ofreciendo todo tipo de ambientes. Si bien es cierto que León posee restaurantes sofisticados, el alma está en los bares y sus cantinas. La ciudad mantiene una peculiar armonía entre lo señorial y una urbe joven, avivada por los universitarios y los turistas que la exploran.
El hecho de ser ciudad universitaria, le confiere a León una cualidad apetecible para fiestear: lo barato. Evidentemente, los precios varían en dependencia del bar, pero en general es una ciudad económica para comer y beber. Las cervezas valen entre 24 a 35 córdobas, lo justo. (Nunca he entendido cómo es posible que en ciudades como Managua o Granada, la cerveza llegue a costar hasta dos dólares más IVA).
Si no conocés muy bien León (como me pasa), podés arrancar una noche en Barbaro. El bar tiene una nueva locación después de que se incendió. Cerca del Parque de los Poetas, Barbaro ofrece un ambiente un tanto chill out, mezclado con lo colonial, aunque el servicio es muy lento. Si sos de los que baila, andá a Ya Voy y Bohemios, la discoteca de los chavalos. Pero si estás más mayorcito, podés ir a mover el cuerpo al ritmo de música ochentera a Big Mama.
Si preferís algo más bohemio, como compartir con los turistas, los leoneses siempre te recomendarán La Olla Quemada. En realidad, para donde veás, en León hay bares. Solo basta caminar. Si no parrandeás en León es porque no querés. Desde hace varios años visito –de forma religiosa– León cada siete de diciembre. Solía asistir a bares como Snake, y más recientemente a El Patio del Padrino, porque era lo que estaba a la vista.
Sin embargo, en los últimos meses he conocido cantinas que recuerdan los pasajes de Margarita Está Linda a la Mar de Sergio Ramírez, como la histórica sopas Cucaracha. Funciona en una casa con la cocina entre medio de la sala y el patio poblados de mesas. Cuando fui –aunque no me pude sentar porque estaba repleto– recordé el pasaje de la novela, cuando Rigoberto López Pérez llegaba a aquella cantina del suburbio leonés a pedir cerveza.
ITA World alumni meetup Leon, Nicaragua.
Un vídeo publicado por ITA Nicaragua (@itanicaragua) el
En la que si me he podido sentar –aunque no es cantina como tal– es Mi Casita. La particularidad de este bar es doble: cervezas siempre heladas, cenizas, que caen tan bien frente al abrasador calor de occidente. Y algo que uno desea siempre borracho (al menos la mayoría que conozco): un consumé. Cada tanto, La Casita envía a tu mesa caldos en tacitas, ya sea de pollo, albóndiga, res, lo que sea. ¡Y es gratis!
Confieso que me hace falta mucho por explotar León. Pero es un lugar donde me siento cómodo para bacanalear. Como les hablaba en el blog de la semana pasada, si en México después de la rumba los taquitos son obligados, en León hay algo similar y con más sustento. Hablo del “BX”, los famosos “BX” que se venden en la antigua Estación.
Entrar allí es todo un submundo de las fritangas. El humo envuelve cada puesto, y uno va descubriendo los cerros de gallo pinto, maduros y quesos fritos, y el pollo y la carne asándose en las parrillas. El «BX» es la comida por antonomasia del borracho en León: gallo pinto remojado con caldo de carne (con suerte sale un pedazo), ensalada y tortilla. Una delicia más económica y preferible que un servicio entero. Cuenta la leyenda, que se llama “BX” porque significa “bacanal extremo”.
Si sos leonés, y me podés recomendar algunos bares adonde ir, te lo agradecería. ¡Porque pienso volver a pedir Otra Por Favor!