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Bella Blue y el encanto del burlesque

Bella Blue burlesque

Ilustración: Olga Sánchez | Níu

Acto I.

Bella Blue se quita los guantes. Los desliza sua-ve-men-te por sus brazos y los tira al suelo. Luego siguen las medias, un par de mallas negras que parecen atarla. Después las bragas, y luego el corsé. Del atuendo con el que salió al escenario solo le queda una pluma rosa enhiesta en un tocado de rayas.

La visten una tanga y un par de brillantes.

No se desnudó.

Se liberó.

Aplausos.

Acto II.

Esta es una canción sobre un par de personas adultas que han pasado, oh, bastante

tiempo juntos hasta que un día

Una de ellas se inquieta y decide marcharse.

Como si el hombre o la mujer que dejó no es importante.

Es una ruptura.

Es un hermoso matrimonio de palabras y música, escrito por Stephen Sondheim…

Frank Sinatra repetía claros estos versos antes de cantar Send In The Clowns. Pero la versión que Bella Blue baila no es la del mítico cantante, sino una más juguetona que combina con su coqueta actuación. Al menos al principio.

Acto III

Send In The Clowns suena ahora en una versión más íntima.

Bella Blue sostiene unos abanicos que parecen dos alas rosas que aletean al compás del jazz. Son como las alas de un flamenco, y aunque estas aves también bailan, ella se mueve de una forma refinada, graciosa, cubriéndose y descubriéndose al ritmo de la canción.

Lleva una sonrisa, el pelo corto y escarcha rosa en los párpados.

La música termina. Se coloca los abanicos en la espalda y vuela del escenario.

Es“the one and only” Bella Blue.

Esto es Burlesque.

*

Bella Blue, se rehúsa a decir su nombre de pila. “Sólo uso mi nombre artístico”, asegura. Nació el 25 de enero de 1982 en Nueva Orleans. Hija de un nicaragüense y una estadounidense.

Jason Kruppa | Cortesía | Níu

Ella es, según el Burlesque TOP 50, la sexta mejor bailarina del mundo en el 2015, superando a la famosa Dita Von Teese.

Directora de “The New Orleans School of Burlesque” y “productora prolífica”, Bella Blue ofrece una actuación “vivaz y versátil”, aseguran los críticos.

Burlesque es un arte escénico que hace siglos dio a los escritores y músicos un recoveco para burlarse. Burlarse de las situaciones, de la realidad. El burlesque como hoy lo conocemos –con toques más sensuales y eróticos– se mezcló en Estados Unidos con el cabaret y tuvo su “boom” en los años veinte en ciudades como Nueva York y Chicago.

Pero a Bella Blue el burlesque le llegó por accidente. En la desaparecida red social MySpace se topó con el perfil de alguien que lo hacía en Nueva Orleans. Bella se animó a enviarle un mensaje y le dijo:

“Soy bailarina, nunca he hecho burlesque antes, pero puedo bailar. Así que si alguna vez necesitás una bailarina, solo haceme saber y hago una audición, y luego hice mi primer show un mes después de eso. Así fue como todo empezó”, cuenta.

Comenzó como algo para mantenerse bailando. Nunca pensó dedicarse de lleno o ganarse la vida con ello. Solo pensó “quiero bailar” y esa era la forma de lograrlo.

Una foto publicada por Bella Blue (@bellabluenola) el

Dos años después de su primer show, empezó a presentarse más seguido. Por la mañana era asistente dental y por las noches bailarina.

Un primero de enero dijo “voy a renunciar a mi trabajo” y lo hizo. “Eso fue hace casi diez años ya”, recuerda.

*

Pedro Bendaña nació en Nicaragua y a los cinco años se mudó a Estados Unidos. Su mamá, Yolanda, emigró al norte de América luego que su esposo falleciera. En la escuela, Pedro conoció a Bárbara. Bella Blue nació cuando esta pareja acababa de graduarse de secundaria. Su matrimonio duró poco tiempo. Se divorciaron cuando su hija tenía dos años. Bárbara se volvió a casar y murió hace unos siete años.

Pedro hizo su vida como barbero, adquirió un negocio, y viaja con frecuencia a Nicaragua. Yolanda, su mamá, vive en Jinotepe, regresó cuando su nieta era una adolescente.

“Pasé mucho tiempo con ella cuando era niña”, cuenta Bella Blue. De su abuela aprendió sobre la música y cocina nica.

“Recuerdo estar pequeña y verla hervir la lengua de una vaca”, recuerda riendo.

Bella no habla español. Tampoco su papá.

A su familia le costó un poco verla presentándose en un burlesque. Su papá accidentalmente terminó en uno de sus shows. Ni él sabía que ella bailaría, ni ella que él llegaría. Al verla en el escenario se fue del lugar. Se lo confesó un par de meses después.

“No estoy haciendo nada malo, ni estoy dañando a nadie, soy exitosa y mantengo a mis hijos, pago mis cuentas, casi todo en mi vida es muy estable”, sentencia.

*

“He bailado durante toda mi vida”, afirma Bella Blue. Recuerda llorar desconsolada en su primera sesión de ballet a los tres años. Después se formó en el New Orleans Center for Creative Arts, donde la prepararon para salir al mundo y vivir del baile. Poco después de terminar la secundaria, tuvo su primer hijo, a los 19 años. Hizo ballet, jazz, música contemporánea…

“Estaba criando a mi hijo, seguía bailando y estaba enseñando en diferentes escuelas y trabajando en diferentes industrias”, cuenta.

Su segundo varón nació tres semanas antes de que el Huracán Katrina golpeara Nueva Orleans en 2005. Ella tenía 23 años.

Stephen La Marche | Cortesía | Níu

Un año después de la tormenta, Bella Blue empezó a hacer burlesque. Bailando ha viajado por Estados Unidos y Europa. Miles la han visto hacer magia en el escenario. Transformarse.

Es una de las más influyentes en su industria y encontró en el burlesque algo liberador.

“Me sentí muy liberada por el tipo de baile que estaba haciendo, es más expresivo, no solo en el cuerpo, mi habilidad de crear el acto y la actuación, puedo hacer lo que quiera. No tengo que seguir una coreografía”, explica.

Tuvo que aprender a lidiar con sus propias inseguridades y con los juicios y críticas de su audiencia. Críticas a su cuerpo, a su actuación, al hecho de ser mamá y bailarina… “Por alguna razón, en su mente, estas dos cosas no van juntas”, lamenta.

La suya es una rama del arte muy competitiva, donde además debe enfrentarse a lugares en los que los dueños quieren tener el control del show y de las bailarinas.

“Cuando estoy en el escenario sé que estoy dando la mejor actuación que puedo”, subraya. Aunque ella siempre presta atención a los que no están aplaudiendo.

Una foto publicada por Bella Blue (@bellabluenola) el

Hoy los hijos de Bella Blue tienen dieciséis y once años. Han crecido alrededor del burlesque, saben de qué trata y “están acostumbrados, no es nada inusual. Me apoyan, creen que es genial”, asegura.

A esta bailarina le encantan los pepinillos y David Bowie. Le teme a los pulpos, y ama a los unicornios. Y sobre todo está convencida que el burlesque es más que quitarse la ropa y bailar. “Es muchísimo más que eso. Es ser parte de la memoria de la gente, de sus celebraciones, de sus deseos antes de morir, o de sus cumpleaños… ”, alega.

Bella tiene rayado su plan: quiere ser maestra de yoga y traer a sus hijos a conocer Nicaragua. Adora enseñar. Sabe que quienes llegan a sus clases están tratando de aceptar sus cuerpos, sus movimientos. A veces atraviesan un divorcio, están de cumpleaños o simplemente quieren aprender a bailar, pero siempre “hay más significado detrás”, insiste.

*

Se encienden las luces y aparece. Es una joven ingenua de falda a cuadros, una vampiresa, una dama, un firmamento. Lo que quiera.

Tiene el pelo rosa, blanco, negro. Como quiera. Baila al compás del heavy metal, del jazz, según el día y el show.

Mientras unos la aplauden y otros la juzgan desde sus butacas, ella se transforma en el escenario. Es libre de ser y hacer lo que quiera. De invitar a otros a abrazar su sexualidad con gracia y confianza como ella lo hace. Los deja boquiabiertos y las luces se apagan.

Lemme see you split. #ILikeToKiiiiccckkkAndStretch

Una foto publicada por Bella Blue (@bellabluenola) el