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Blog | Un solo libro, el poder de los talibanes
El poder de los talibanes
Foto: Agencias | Niú

¿De dónde surge el extraordinario poder talibán? Contribuyo a la confusión general añadiendo esta hipótesis: los talibanes son tan fuertes porque han estudiado un solo libro

     

Los talibanes recobraron el poder en menos que canta un gallo. De poco sirvió que los aliados occidentales ocuparan Afganistán durante veinte años. Los billones de dólares invertidos en democratizar esa sociedad y en modernizar su economía, no bastaron. El ejército estatal, entrenado y bien armado, fue arrollado por los talibanes en apenas tres semanas. Ahora medio mundo trata de explicarse ese triunfo tan rápido y completo. ¿De dónde surge el extraordinario poder talibán? Contribuyo a la confusión general añadiendo esta hipótesis: los talibanes son tan fuertes porque han estudiado un solo libro.

Talibán significa “estudiantes”, en lengua pashtún. Esos fanáticos se forman desde pequeños en escuelas donde leen el Corán. En ellas los guían maestros dogmáticos que exponen sólo una variante del pensamiento islámico. Esa lectura exclusiva fundamenta una filosofía excluyente. Convencidos de poseer la verdad absoluta, los talibanes se lanzan a imponerla luchando con formidable valentía e intransigencia.

Esos estudiantes tan valientes sólo sienten un temor: la discusión. Nada los asusta, excepto escuchar argumentos distintos que podrían debilitar su convencimiento. Para evitar ese riesgo censuran las ideas diferentes, expurgan las bibliotecas y derriban las estatuas que representan visiones ajenas. Las enormes y antiquísimas imágenes de Buda en Bamiyan fueron dinamitadas porque además de símbolos eran signos y su mera existencia sugería que el mundo puede leerse de muchas maneras.

La conocida paradoja socrática, “sólo sé que nada sé”, insinúa que los estudios abundantes y diversos engendran más dudas que certezas. Cuanto más aprendemos, mejor apreciamos la vastedad de lo que ignoramos. Desde siempre los fanáticos políticos y religiosos han advertido ese peligro y, para evitarlo, recetan el estudio de una sola doctrina, contenida en un único libro: el de ellos.

La mayor parte de los idiomas occidentales han adoptado la palabra “talibán”. La usamos como un sustantivo que designa una rama del fundamentalismo islámico. Pero asimismo la empleamos como un adjetivo nuevo, un sinónimo de “intolerante” y “fanático”.

Ese doble sentido del término “talibán” delata una contradicción en la cultura occidental. Por un lado, deseamos creer que el talibanismo es un problema lejano, característico de una remota cultura asiática. Por otra parte, la adopción de ese adjetivo y su popularidad en tantos países indican que necesitábamos una palabra nueva y fuerte para describir un renacimiento de los fanatismos intelectuales y políticos.

Hace siete siglos Tomás de Aquino nos había advertido: “Teme al hombre de un solo libro”. Hace 250 años Voltaire fustigó el “derecho a la intolerancia”. Las hecatombes provocadas por las ideologías totalitarias del siglo XX parecían habernos desengañado de las ideas únicas para siempre. No fue así.

Ahora adaptamos el epíteto “talibán” para describir nuevas intolerancias. Estos fanatismos occidentales son menos violentos que los puritanismos afganos, pero son igual de intransigentes: la cultura de la cancelación, la censura practicada en nombre de la corrección política, las libertades individuales sacrificadas en el altar de las sensibilidades grupales.

Decimos talibán porque también entre nosotros hay talibanes. También en Occidente se derriban estatuas en vez de debatirlas y se prohíben palabras en lugar de discutirlas. También acá hay estudiantes que leen un solo libro y desean imponerlo a los demás.

*Este texto fue publicado también en la página del autor: Carlos Franz