“Lo que más me marcó fueron los abusos sexuales por los que han pasado algunas niñas que se quedaron calladas y no alzaron la voz por ser niñas, ya que no les creen porque los abusadores son sus tíos, sus primos e incluso sus padres. Ver a niñas llorar al contar sus testimonios ha hecho que pueda haber llegado hasta acá, para darle voz a las niñas que son invisibles ante la sociedad”, sentencia Brisa Isela Burcardo Gutiérrez. Ella, es la adolescente enfundada en un huipil que habla sobre violencia, educación y acoso sexual, frente a los diputados del Congreso español.
Brisa, es miskita y recientemente viajó a España como embajadora de Plan Internacional Nicaragua. Tiene 16 años y cursa el quinto año de secundaria en su natal Puerto Cabezas. Desde los 11 comenzó a participar en la campaña de Plan Internacional “Por Ser Niña”, donde se le enseñó acerca de zonas y situaciones de riesgo para las niñas, autoestima, liderazgo, autocuido, violencia e incidencia política.
Brisa se declara como activista de los derechos de las niñas en su comunidad. Es monitora en temas como educación sexual, trabaja en el área de consejería del Ministerio de Educación, donde participa en diversas actividades en los centros escolares, y habla en “ZONA 90”, su programa de radio transmitido por Radio Caribe, donde trata tópicos sensibles como la violencia familiar y los embarazos a temprana edad.
“Pretendo seguir utilizando este medio (la radio) para hacer llegar mi mensaje a las niñas con las que tal vez no podré reunirme, pero sí contar mis experiencias y darles mis consejos, y no solo a ellas sino también a los padres de familia y a comunidades enteras”, afirma la activista.
Brisa como niña en su comunidad
Formar parte de un hogar con un padre ausente –su papá falleció cuando Brisa era pequeña–, le ha permitido observar desde muy pequeña las adversidades y discriminaciones que sufren las mujeres cuando se les ve “indefensas”.
“Pretendo apoyar siempre a mi madre en todo momento, al igual que ella lo ha hecho conmigo durante mi niñez”, comenta.
Según ella, su comunidad vive la discriminación y la violencia en carne viva. “Muchas veces la discriminación es doble, por ser niña y por ser indígena”, lamenta.
Brisa, además critica la falta de recursos que hay en los sitios rurales. Eso les obliga a caminar diez kilómetros para asistir a clases o esperar durante horas para que les atiendan en el centro de salud. Otros problemas que ella resalta son los abusos sexuales y los embarazos a temprana edad. También la falta de cuidados que se les da a las niñas embarazadas y la pobreza en la que viven. Además de ser excluidas de las decisiones que afectan su municipio, su familia y a veces sus cuerpos.
Uno de los casos que más la ha marcado, fue el de una niña de siete años que fue rechazada por su padre después que la mamá de esta falleciera. Sin un techo, llegó a deambular por las calles, en donde fue abusada sexualmente en varias ocasiones hasta que desapareció de la comunidad. Este año volvió a Puerto Cabezas y en sus brazos cargaba a una bebé resultado de una violación. «Ver a una niña cuidando a otra niña fue triste», subraya.
Brisa dice que casos como este, la han motivado a “darles una voz a las niñas que no la tienen”. Las niñas que ella llama invisibles. Según Unicef, hoy en el mundo hay 1.1 mil millones de niñas menores de 18 años. De estas solo 32 millones van a la primaria y 29 millones llegan al primer ciclo de secundaria. La principal causa de muerte de las que están entre los 15 y 19 años, es el suicidio.
Muchos han tratado de silenciar a esta activista. Ella cuenta que hombres y mujeres la han rechazado solo por tratar de defender sus derechos como niña y como ser humano. Sin embargo, esto no la ha detenido.
“Este proceso no ha sido fácil porque no se pueden cambiar los pensamientos negativos de la noche a la mañana, pero he tenido el apoyo de Plan Internacional, de mi familia, la fe en Dios y el amor a lo que hago, porque cuando hay amor hay voluntad”, afirma.
Su llegada a Plan Internacional
Plan Internacional, según su página web, es una “organización humanitaria que ayuda a los niños de los países en vías de desarrollo a realizar su potencial”. Entre sus campañas tienen “Por ser Niña”, donde Brisa hace cinco años comenzó a sumergirse en el mundo del activismo.
En una serie de talleres participaron distintas jóvenes y niñas líderes de las zonas “marginadas” del Caribe, entre ellas Brisa. Allí las instruyeron en temas como deberes y derechos en la niñez y adolescencia, qué hacer ante situaciones de riesgo y violencia.
Las que participaron en la campaña, se convirtieron en “niñas monitoras”, lo que implicaba que el conocimiento que habían adquirido se lo transmitirían a otras niñas aún más pequeñas, para que estas se lograran educar en estos asuntos.
“En este proceso me fui dando cuenta que muchas niñas sufren violencia, discriminación, abusos de todo tipo, y no solo en Nicaragua, si no en el mundo”, sentencia Brisa.
De activista a periodista
“Para mí el periodismo es mi vocación y es lo que me apasiona. Esta profesión me ayudará a demostrar a través de los medios de comunicación las problemáticas por las que (las niñas) atravesamos, y de esta manera incidir en cambios, hacer denuncias y sensibilizar a la audiencia”, confiesa.
Su pasión por la comunicación fue una de las razones por las que se le eligió para ser la “Niña embajadora” de Nicaragua en España. Viajó a ese país y junto a Shatabdi de la India y Yadis de Colombia, ha visitado distintos medios españoles hablando de lo que significa ser niñas en sus países.
En España, Brisa logró dar un discurso en frente del Congreso de Diputados en España, en donde expresó los deseos y demandas que miles de niñas de todo el mundo tienen y no pueden compartir. En su discurso afirmó:
“Miles de niñas de nuestros países son invisibles, hemos venido a España para decirles que necesitamos de ustedes, como políticos necesitamos que se comprometan a apoyarnos, a nosotros las niñas, las niñas de hoy, que somos las mujeres del mañana”
El viaje ha sido “una experiencia maravillosa” para esta nicaragüense. Esto es solo un paso para “seguir trabajando cada día más y asumir nuevos retos y compromisos para mejorar como persona y como defensora de los derechos de las niñas”, afirma Brisa, desde España.
Una de sus metas es formar grupos de jóvenes para educar a más personas en los temas de los derechos de la niñez y la adolescencia. No ve un futuro sin el activismo. “Siempre seguiré con lo que me gusta, que es defender los derechos de las niñas, niños, adolescentes, mujeres y todo aquel ser que sea violentado”, asevera.
“Todo lo aprendido es una experiencia que servirá de mucho para llevar la información a otras como yo, para que ellas puedan seguir llevando el mensaje y formar una nueva generación de niñas empoderadas”, finaliza. Ellas, insiste, son las mujeres del mañana.