Perfiles

Carlos Argüello: Las batallas de un superviviente
Carlos Argüello bajó 160 libras en nueve meses. Claudia Tijerino | Niú
Carlos Argüello bajó 160 libras en nueve meses. Claudia Tijerino | Niú

Hace cinco años, Carlos Argüello, venció el cáncer. Ahora celebra otra victoria. Después de diez meses, entre dietas y ejercicios, derrotó la obesidad mórbida que a cada minuto reducía su esperanza de vida.

Si concluyéramos en que la vida dura cien años, Carlos Argüello diría que en el primer cuarto de la suya, se vio cerca de la muerte en tres ocasiones. La primera, y quizás la más impactante, cuando batalló contra un cáncer en el pecho. La segunda cuando triplicó su peso y superó las 350 libras. La tercera cuando a causa de los malos hábitos y vicios, tuvo el accidente de tránsito que lo aterrizó y le hizo comprender cuán cerca estaba de morir.

Su victoria más reciente, sin embargo, ocurrió hace unos días, cuando se subió a la báscula y miro que la aguja se detuvo en las 196 libras. Fue en ese momento que sintió que la lucha había valido la pena, pero no solo por el peso, sino porque en nueve meses y dos semanas venció la obesidad mórbida que estaba acabando con él.

“La gordura me estaba matando. Llegué a tener 470 apneas del sueño. Tenía que dormir con un CPAP (una máquina para respirar) porque fui perdiendo el lóbulo frontal, fue perdiendo el funcionamiento del cerebro. Entonces yo dije: ‘no, tengo que hacer un cambio de vida’”, cuenta Argüello, de 26 años.

La obesidad mórbida deterioró tanto la salud de Carlos Argüello que durante mucho tiempo tuvo que auxiliarse de una máquina que le ayudaba a respirar mientras dormía. Cortesía | Niú
La obesidad mórbida deterioró tanto la salud de Carlos Argüello que durante mucho tiempo tuvo que auxiliarse de una máquina que le ayudaba a respirar mientras dormía. Cortesía | Niú

Su historia de pérdida de peso fue muy compartida en Facebook, pero lo que pocos conocen es la lucha que emprendió para conseguirlo, a pesar de que mucha gente le dijo “ni que te hartés (comás) las maquinas, vas a bajar de peso”. Ahora aún sorprendido por su cambio, se prueba la ropa que antes solía ponerse y en el aire se siente un soplo de victoria.

Cáncer en fase tres

En el pecho de Carlos Argüello hay una cicatriz en forma vertical que lo divide en dos y esa, es, a su vez, una prueba viviente de la frase que inmortalizó el escritor Gabriel García Márquez en el título de su libro: “Vivir para contarla”. Pues, a los 17 años, a Argüello le detectaron un linfoma no hodgkin pulmonar y un seminoma mediastinal, por el cual recibió 48 quimioterapias y una cirugía a pecho abierto.

“El cáncer que yo tenía era grande. Estaba en estado tres. Los doctores me daban meses de vida”, asegura.

Carlos Argüello batalló en contra del cáncer desde los 17 años hasta los 22. Después su pesó aumentó tanto hasta desarrollar obesidad mórbida. Cortesía | Níu
Carlos Argüello batalló en contra del cáncer desde los 17 años hasta los 22. Después su pesó aumentó tanto hasta desarrollar obesidad mórbida. Cortesía | Níu

Fue entonces que comenzó a comer de forma desmedida, pues él veía que algunas personas con cáncer bajaban mucho de peso y después de eso fallecían, por eso él temía que le pasara lo mismo. A esto se le sumó que la quimioterapia que recibió tenía como función desacelerar su metabolismo y esto le provocaba ansiedad, lo hacía retener líquidos y le acusaba vómitos. Carlos inició la quimioterapia con 235 libras y la terminó con 330. Después de eso, siguió comiendo en exceso hasta que llegó a pesar 357 libras.

“Yo quedé con la misma ansiedad. Tomaba pastillas para contralarla, fui al psicólogo y todo, pero aun así seguí comiendo. No salía a caminar. Me acuerdo que diario comía fritanga, a veces hasta me comía una libra de chorizo o sino comía en McDonalds. Hasta que mi hígado llegó a esteatosis nivel cuatro de hígado graso”, dice.

Las porciones de comida que ingería eran enormes. Comía hasta ocho veces al día y en los restaurantes pedía dos platos. Además, que en las comidas tomaba un litro de gaseosa, té o pinolillo. “Ahora me doy cuenta que un vaso de pinolillo tiene 410 kilocalorías. Eso equivale a comerte un cuarto de pollo asado y no te aporta nada”, explica.

Obesidad deterioró mi cuerpo y mi autoestima

La obesidad poco a poco comenzó a limitar la vida de Carlos Argüello. Se cansaba exageradamente al caminar, pues sentía que le faltaba oxígeno después de dar diez pasos. Y su autoestima bajó, se sentía inseguro y cada vez se le hacía difícil encontrar ropa de su talla.

“Yo aprovechaba los viajes fuera del país para comprarme ropa porque aquí no pasaban de la doble XL y llegué a ser triple XL. Y es feo ver una camisa bonita y que no te la podás comprar, no porque no tengás dinero sino porque no te queda. Y también, te afecta el creerte menos, porque yo podía estar con una muchacha bonita y me sentía menos, no se lo decía, pero por dentro yo estaba con las inseguridades”, confiesa.

Su baja autoestima eran tanta que en esos años evitaba tomarse selfies. Se veía asimismo en el espejo y decía: “puta, que gordo”. A este punto su cuerpo, que había soportado el cáncer, pedía un cambio, pero él no tenía la suficiente fuerza de voluntad para hacerlo.

Los médicos le decían que su hígado estaba tan dañado por la grasa, que estaba a punto de desarrollar cirrosis y ya le había diagnosticado apnea del sueño — un trastorno del sueño en el cual la persona deja de respirar durante diez a treinta segundos cuando duerme —, por eso dormía con una máquina que le ayudaba a respirar.

“Yo decía puchica, estoy gastando en algo que yo podría hacer, porque el CPAP (la máquina que le ayudaba a dormir) me costó 1600 dólares. Fue entonces que hasta pensé en operarme para bajar de peso, pero no lo hice, aunque muchos piensan que sí. Y no lo hice porque me dijeron que esa operación era de alto riesgo porque tuve cáncer y no me iba a arriesgar”, afirma.

Sin embargo, el cambió definitivo ocurrió cuando después de una noche de fiesta y alcohol tuvo un accidente de tránsito cuando al regresar a casa se durmió al volante y se estrelló. Este fue el último llamado de atención que le dio la vida.

Dietas y ejercicios: el nuevo estilo de vida

Para obligarse a mantener el nuevo estilo de vida, Carlos Argüello comenzó a vender suplementos deportivos. Claudia Tijerino | Niú
Para obligarse a mantener el nuevo estilo de vida, Carlos Argüello comenzó a vender suplementos deportivos. Claudia Tijerino | Niú

El primer paso que hizo, Carlos fue cambiar sus hábitos alimenticios. Fue donde un nutriólogo y comenzó a leer sobre planes alimenticios para bajar de peso. Después contrató un entrenador y comenzó a ser disciplinado en el gimnasio.

“Los primeros días fueron duros. Solo caminaba 20 minutos porque me dolían las pantorillas. Me cansaba mucho. Y en esos días no ves cambio, todo va cambiando en vos, pero es por dentro. Tu cuerpo se va desintoxicando, pero no lo ves. Y yo decía solo cuatro libras he bajado esta semana y me acuerdo que cuando me iban a operar por el cáncer, tuve que bajar 60 libras, y es ocasión en una semana bajé 12 libras, pero no bajaba tanto porque mi metabolismo quedó ralentizado”, dice.

A eso se le sumaban los comentarios negativos que solían decirle y los malos hábitos que durante toda su vida adquirió y ahora le costaba quitarse. Sin embargo, aprendió a ser disciplinado y con el paso de las semanas comenzó a ver los cambios en su cuerpo.

“Compraba camisas cada dos semanas porque ya no me quedaba. Yo era de pantalón 44 y ahorita estoy en 34 y ya me quedan flojos. Ya tengo cintura. Me han quedado estrías, gorditos, piel elástica, pero eso no me hace sentir mal”, dice orgulloso de su victoria.

El cambio de vida lo inició el primero de noviembre de 2018, cinco meses después durmió por primera vez respirando sin ayuda de la máquina para la apnea del sueño. Hace unas semanas llegó a su peso ideal y ahora su meta es mantenerse y trabajar un poco más para generar músculos, pues por las quimioterapias sus músculos se le atrofiaron.

“Todo fue difícil pero yo decía “yo puedo”. Primero creí en Dios y segundo en mí. En menos de un año llegué a mi meta, aprendí a comer bien y a tener disciplina. Siempre podés ser una mejor versión de vos mismo”, asegura.

Carlos Argüello. 26 años. Sobreviviente de cáncer y de obesidad mórbida. Claudia Tijerino | Niú
Carlos Argüello. 26 años. Sobreviviente de cáncer y de obesidad mórbida. Claudia Tijerino | Niú