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Centroamericana en México

"Ningún centroamericanx quisiera tener que salir de su país y dejar todo lo que ama, no estamos aquí para robarles sus empleos o traer más violencia".

     

Hace tres meses me mudé a México, a raíz de la crisis sociopolítica en Nicaragua. Vivo en la capital, una ciudad bastante abrumadora. Solo para darles una idea: más de seis millones de personas toman el metro a diario. Toda la población nicaragüense en un par de estaciones de tren, una ciudad con más de ocho millones de habitantes, en solo 1,485kms cuadrados.

Sin embargo, ese no fue el shock más grande con el que lidié. Miles de centroamericanos, en su mayoría pobres, migran a México para llegar a Estados Unidos, o encontrar una oportunidad lejos de la violencia y pobreza de nuestros países. Así que es normal encontrarme con hermanxs hondureñxs y salvadoreñxs pidiendo dinero en el metro o durmiendo en las calles, con hambre y frío.

En octubre de este año salió la caravana migrante, un grupo de personas centroamericanas que intentan llegar a Estados Unidos para buscar empleo y seguridad. El gobierno mexicano reforzó su frontera Sur y le cerró las puertas a familias enteras, lo que originó una ola de críticas por parte de organismos internacionales, pero también despertó la xenofobia en millones de mexicanxs.

Vengo de Centroamérica, al igual que los miles que conforman la caravana migrante, pero mis privilegios hacen que reciba un trato distinto a ellxs. Tengo la piel clara, un título universitario, entré con visa americana y trabajo en una oficina. Así que la mayoría de personas que me encuentro obvian mi acento y me tratan como una igual.

Sin embargo, aunque los mexicanxs crean que soy distinta, no lo soy. Me considero parte de esa caravana y cualquier ofensa hacia ellxs, es una ofensa para mí. Así que a lo largo de este mes, me ha tocado soportar comentarios sutiles y directos contra mi gente, mientras quienes lo dicen piensan que no lo tomaré personal porque no soy pobre o “ilegal”.

Las redes sociales están inundadas de memes xenófobos y noticias falsas sobre centroamericanos siendo “mal agradecidos” o “delincuentes”. Llegás a una tienda y escuchas como un par de jóvenes hacen chistes clasistas sobre hondureñxs y usan este término para denigrarse entre ellos. En una fiesta a un amigo nicaragüense le dijeron “oye ¿por qué el centroamericano no nos trae unas chelas?” y a otra amiga le preguntaron, de forma sarcástica, si iba a querer frijoles debido al video de la señora que se queja de la comida recibida.

Estas bromas que pueden parecer inofensivas, para nosotros son una estocada en el estómago. También estamos aquí huyendo de la violencia, en busca de oportunidades y de mayores ingresos para ayudar a nuestras familia. Yo soy parte de la caravana, la diferencia es que no tuve que caminar miles de kilómetros para llegar, ni traía a un hijo en brazos o tuve que cruzar un río.

Amigxs mexicanxs, sus comentarios xenófobos me ofenden y duelen. Ningún centroamericanx quisiera tener que salir de su país y dejar todo lo que ama, no estamos aquí para robarles sus empleos o traer más violencia. Estamos escapando de una región gobernada por dictaduras asesinas y pandillas que, en el mejor de los casos, extorsionan.

Sabemos que hay miles de damnificados por el sismo que no han sido atendidos por el gobierno, pero no estamos aquí para quitarles esa ayuda. Al contrario, los ayudamos luego de esa catástrofe y estamos dispuestos a hacerlo otra vez. Así como ustedes cruzan a Estados Unidos y aportan a la economía de ese país, nosotrxs también cruzamos con la expectativa de esforzarnos y ganarnos el pan de cada día. Ojalá viviéramos en países donde nadie necesite migrar para tener una vida digna, pero no es así.

Y no, no todxs están en contra de la caravana, hay también millones que nos apoyan y reconocen nuestra condición de personas en busca de asilo. A ustedes les digo gracias, por pedir disculpas y apoyar en cada centro de ayuda. Gracias por su empatía, que tanto hace falta en estos tiempos.

Las veces anteriores que visité México como turista, me quedé encantada con su gente, siempre amable y atenta. He tenido el gusto de encontrarme con mexicanxs increíbles, hasta de enamorarme de uno. Me encanta su país, su cultura me influyó desde pequeña y ni se diga de la comida, que sin duda considero la mejor del mundo. Vine aquí con la esperanza de estabilizar mi vida y salir de una crisis depresiva debido a la situación de mi país, me he sentido bienvenida y cada día me encanta más esta ciudad de hermoso caos.

México, ningún centroamericanx quiere cambiar o afectar a este increíble país. En medio de tantos gobiernos fascistas que promueven el odio, como pueblo debemos resistir y apoyarnos entre sí. Latinoamérica es una región que sangra desde hace muchos años, no nos convirtamos en los que nos han hecho sangrar. México, no nos hagas sentir como invasores, porque migrar es un derecho.