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Cinco libros eróticos prohibidos en su tiempo por ser “demasiado obscenos”

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Unsplash | Stock

En la historia de la literatura se han escrito numerosas páginas cargadas de erotismo y sensualidad, desde Egipto, la Antigua Grecia e incluso la Edad Media. A pesar que en las últimas décadas ha habido mayor apertura a los libros eróticos –tanto de parte de libreros como de lectores– no siempre fue así. 

Según el ensayo La palabra y el deseo, una compilación de varios ensayistas que estudian la historia de este estilo literario, “el erotismo es el ingrediente fundamental de la poesía amorosa”. Y es una definición tan amplia que ha tenido varias aplicaciones a lo largo de la historia.

En la génesis de algunos poemas hispanoárabes escritos en la región de Al-Ándalus, el erotismo se relacionaba con imágenes sugerentes, donde se mezclaban elementos naturales y corporales. Por su parte, los griegos iban más allá. La sensualidad estaba presente tanto en las artes como en la vida cotidiana

Hoy, el erotismo en Occidente significa muchas cosas. El Diccionario de la Real Academia Española lo define así: todo aquello que pertenece o hace referencia al amor sensual, pero también aquello que excita el apetito sexual. Por extensión, se utiliza este término para referirse a la poesía amatoria y al poeta que la cautiva.

Para Ángeles Mateo del Pino, autora del ensayo La literatura erótica frente al poder, el sexo tradicionalmente se ha considerado una manifestación que pertenece a la esfera de lo privado y no de lo público. Con su obra, la ensayista intenta diferenciar entre lo que la historia ha considerado erótico, obsceno y pornográfico. “La historia literaria está plagada de obras que han sido censuradas y perseguidas, acusadas de obscenas cuando no de pornográficas”, argumenta la académica.

Del Pino admite que esta censura social que ha prohibido la alusión al sexo, ha provocado una división en el ser humano. “Se ha creído que en el cuerpo está el origen y asiento de todos los males, mientras que en el alma reside la pureza”. 

Con el fenómeno que han traído varias obras contemporáneas como 50 sombras de Grey (todo un fenómeno juvenil), un nuevo debate ha iniciado: ¿Estos libros son eróticos o pornográficos? Los ensayistas y críticos literarios no terminan de ponerse de acuerdo y apelan a la complejidad humana para responder esta duda. Muchos creen que el erotismo es una cuestión subjetiva, que depende de cómo puede llegar a valorar alguien una obra. 

María Ema Llorente, en su ensayo Erotismo y pornografía, asegura que entre ambas definiciones existe un límite “operativo”, que es variable e individual, a partir del cual lo que se considera como erotismo empieza a convertirse en rechazo de lo comúnmente entendido por pornografía. 

Una definición general de erotismo, según Llorente podría ser “el tratamiento de la sexualidad en una obra”.

Algunas de las obras que hemos seleccionado para esta lista han marcado el canon erótico de las letras universales, retado la censura y los convencionalismos. Odiadas por muchos, leídas con placer por otros tantos, te compartimos cinco libros eróticos que a pesar de su prohibición terminaron convirtiéndose en joyas literarias. 

Justine o los infortunios de la virtud (1791), Marqués de Sade

Donatien Alphonse François de Sade fue un escritor francés a quien se le censuraron casi todas sus obras, hasta el punto de ir a prisión por ello. De hecho, la que aquí mencionamos la escribió mientras estaba confinado en la Bastilla. Tras ser publicada, dos años después se quemaron varias ediciones. No exento de polémica, hoy la historia es menos cruel con el Marqués de Sade, considerándolo como un novelista versado en el manejo del erotismo. 

Justine o los infortunios de la virtud (1791), Marqués de Sade

El argumento de Justine o los infortunios de la virtud se centra en una adolescente que, a toda costa, intenta preservar su virtud, pero a pesar de ello todo lo que hace la conduce a los vicios más sensuales.

El Amante de Lady Chatterley (1928), D.H Lawrence

David Herbert Lawrence escribió en 1928 una novela destinada a la prohibición. El amante de Lady Chatterley se ha ganado el título de ser una de las obras más polémica del siglo XX. En Reino Unido, el libro estuvo prohibido hasta 1960, tras un juicio que le concedió el derecho de salir al mundo.

El Amante de Lady Chatterley (1928), D.H Lawrence

Los motivos por los cuales fue censurado durante tantas décadas residen en su argumento. Lawrence aborda un adulterio, y lo hace a través de imágenes explícitas y lenguaje soez. Lord Chatterley queda parapléjico tras la Primera Guerra Mundial y su esposa, Lady Chatterley, comienza a tener encuentros con el guardabosques de la propiedad familiar. Más allá de ello, Lawrence trastoca temas de clases sociales y de deseos reprimidos. Posiblemente lo que más enfureció a los ingleses fue la imagen de una mujer adúltera. 

Trópico de Cáncer (1934), Henry Miller

Cuando en 1961 se publicó la versión estadounidense de Trópico de cáncer, la obra fue llevada a juicio por “obscenidad”. El texto se volvió célebre en su tiempo por sus descripciones sexuales, hasta considerarse una de las obras maestras de la literatura del siglo XX. Cuenta con elementos autobiográficos, cargados de algunos elementos de ficción.

Trópico de Cáncer (1934), Henry Miller

Fue hasta 1964 que la Corte Suprema de los Estados Unidos anuló los resultados de un tribunal estatal que declaró la obra como obscena. La apología a la sexualidad y el erotismo fluían tanto en Miller que en algún momento de su vida manifestó: “Lo obsceno tiene todas las propiedades de la zona oculta. Es tan vasto como el inconsciente mismo y tan amorfo y fluido como la sustancia propia del inconsciente”. 

Auletris (2016), Anaïs Nin

Cuando hablamos de prohibición y censura a obras literarias, se puede pensar que esto sucedía únicamente en sociedades conservadoras de siglos pasados. Pero en 2016 Amazon decidió bloquear de su plataforma el libro erótico Auletris, una compilación de relatos escritos por Nin, quien por cierto se movía en los mismos círculos literarios (y amorosos) que Miller.

Auletris (2016), Anaïs Nin

Amazon etiquetó la obra como “contenido para adultos”, y además la ocultó de sus búsquedas. A menos que el lector supiera encontrar la sección específica, podría dar con Auletris. La empresa de compras en línea dio sus razones a The Guardian: según ellos, tomaron esta decisión porque en la portada del libro salían unos pezones y eliminarían este filtro hasta que los editores cambiaran la cubierta.

Paul Herron, editor de la edición, manifestó que eso era imposible, porque estaba claro el carácter erótico del texto. También se quejó de que dicha medida no se aplicara a otros libros eróticos como 50 sombras de Grey, que generaba millonarias ganancias en ese año no solo en sus ediciones físicas, también en las digitales distribuidas por Amazon.

Lolita (1958), Vladimir Nabokov

Nadie quiso a Lolita cuanto vio la luz. Llena de polémica, pero considerada como una obra maestra, el libro condensa varios niveles de lectura, que van desde el relato erótico hasta la perversión psicopatológica. 

Lolita (1958), Vladimir Nabokov

La censura impuesta al texto se debió principalmente a su argumento: un anciano que siente una obsesión por una adolescente. Nabokov tuvo que esperar cinco años para verla en los libreros. Nadie la quería, ni las cuatro mayores editoriales de Estados Unidos. En Francia, su autor encontró un editor que se animó a difundirla, y así fue como cinco mil ejemplares salieron a la calle.

Olympia Press agarraba las obras que otros no se atrevían a publicar. Ese era su mercado. Difundían novelas eróticas, e incluso, pornográficas. Para dar una idea de lo cerrado que era el círculo de los libros eróticos en aquel tiempo, esta editorial fue una de las pocas que difundió una trilogía del polémico Henry Miller. Lolita generó tanto malestar para los norteamericanos que se ordenó en sus aduanas decomisar todo ejemplar personal que osara entrar al territorio.


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