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¿Como en Chile, elecciones votan y botan dictaduras?

voto

Imagen de mohamed Hassan en Pixabay

Me voy a referir a la nota de Alejandra Centeno, estudiante de Relaciones Internacionales y miembro de Acción Universitaria, publicada en Confidencial el 7 de julio de 2020 y que pueden consultar en este vínculo al sitio de CONFIDENCIAL.

Esta nota escrita por Alejandra Centeno, una joven miembro de “Acción Universitaria”, es o una sarta de ingenuidades o de afirmaciones conscientes en las corrientes electoreras que brotan por todos lados que, de otra forma, serían parte de la libertad de expresión a la que todas y todos tenemos derecho. Me preocupa porque expresaría una fuerte cooptación de importantes sectores juveniles, de parte de los políticos marrulleros que pugnan por un modelo de coexistencia con la dictadura militar sandinista.

Mis comentarios van dirigidos no directamente a la articulista que comento, sino a tratar de motivar más análisis, más debate, más audacia política a la juventud de abril 2018.

Son dos tesis principales las de la joven: 1) Seguir el ejemplo de la transición en Chile y 2) Vencer a la dictadura con elecciones.

Seguir el ejemplo de la transición en Chile

Menciona la joven, el caso de la transición en Chile desde la dictadura fascista de Augusto Pinochet (1973), hacia la supuesta democracia que hoy goza, como un ejemplo concreto de la posibilidad de salir de una dictadura y transitar a la democracia mediante elecciones, lo que sería extrapolable al caso de Nicaragua.

Sin embargo, en el caso chileno, no menciona un par de hechos importantes:

a) Al promulgarse la Constitución de 1980, Pinochet se proclamó “presidente de la República” para un tramo de ocho años adicionales a los siete de su dictadura (la Junta Militar de gobierno que encabezaba, funcionaba como poder constituyente y legislativo). Se disponía que, transcurrido ese tiempo, la permanencia de Pinochet por ocho años más en el cargo, debía someterse a un plebiscito. Pues bien, el plebiscito mandatado se realizó el 5 de octubre de 1988 y cierto, ese evento altamente defectuoso, sin embargo, le dio un “NO” al continuismo de Pinochet, quien en base a su propia constitución de 1980, en ese caso, debía convocar a elecciones generales en el próximo año. Y así fue, realizándose las elecciones generales en diciembre de 1989.

Tomando de referencia su derrota con el “NO” plebiscitario, Pinochet no quiso arriesgarse a lanzar su candidatura y propuso la de su operador civil Hernán Büchi, procurando mantener su poder real con las armas. Aunque su candidato perdió ante Patricio Aylwin (quien asumió el 11 de marzo de 1990), la maniobra política de Pinochet le permitió seguir controlando los fusiles por ocho años más, hasta pasar a retiro como comandante en jefe, el 10 de marzo de 1998, pasando a arroparse de inmunidad como “senador vitalicio”.

Fueron 25 años en el poder del dictador chileno, aun mediando plebiscitos y elecciones “democráticas”, que la joven Centeno, nos pone de ejemplo transicional para Nicaragua.

b) El otro hecho no mencionado por Centeno y relacionado con lo anterior, es que, luego de 47 años desde el golpe militar de Pinochet hasta esta fecha, esa transición de la dictadura a la democracia, aún no ha terminado para el pueblo chileno: No solamente pervive una justa sed de justicia por los asesinados, desaparecidos y torturados desde entonces, sino que Chile padece una seria crisis estructural. Y es que la situación chilena parece confirmar que hay dictaduras que no mueren, aunque el dictador lo esté (Pinochet falleció el 10 de diciembre de 2006).

Chile está limitado hoy no sólo por la Constitución de 1980, sino por un soterrado y fáctico pinochetismo sin Pinochet, que manifiesta un abierto antagonismo contra la demanda de mayor apertura democrática. Y esto queda demostrado, no solo por las masivas movilizaciones, particularmente desde fines del 2019, exigiendo más democracia que la demarcada por Pinochet, sino porque el pueblo chileno está convocado a un próximo plebiscito (octubre 2020) para decidir si se reforma la Constitución pinochetista o se procede a un cambio total constituyente.

La referencia ligera sobre la transición en Chile, le sirve a la joven Centeno, engarzando con una frase de Michelle Bachelet, que la oposición, aun no estando de acuerdo en cómo gobernar sin la dictadura, era enfática en creer que “el proceso de vencer a la dictadura a través de elecciones, era claro”.

¿Realmente, se ha vencido, en este panorama, a la dictadura en Chile? ¿Este camino electoral CON la dictadura, se recomienda para Nicaragua, aún cuando “Alexa Zamora, miembro del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco, expresó que, “el fin último de la Coalición no son las elecciones”? Pero…

“¿Vencer a la dictadura con elecciones?”

Centeno nos lleva de esa manera a la consigna que desea mercadear: “Vencer a la dictadura a través de elecciones”, para lo cual, afirma, “vamos a necesitar tres grandes cosas: 1. Condiciones para elecciones libres y transparentes que pasan por las reformas al CSE, y la observación electoral, entre otras cosas; 2. Trabajo y organización, 3. Confianza.

Y no hay manera más eficiente para lograr esas cosas, que CONFIAR: “los nicaragüenses hemos confiado antes y podemos hacerlo ahora“. Así de sencillo.

Confiar en la Organización de Estados Americanos-OEA, en la Organización de Naciones Unidas-ONU, (nos recuerda las elecciones del 25 de febrero de 1990 en Nicaragua). Confiar en la tinta en el dedo, aunque se borre, como sucedía en las votaciones de Pinochet. Confiar en operadores como Antonio Lacayo, yerno de doña Violeta viuda de Chamorro, la candidata de la oposición, que no obstante la tinta, iba a confiar en la OEA, en “el poder de la gente”.

Muy optimistamente (puesto que nadie sabe si Ortega y Murillo finalmente convocarán a elecciones para 2021), Centeno se alegra que “ahora, al igual que en el pasado, somos los nicaragüenses quienes vamos a decidir el futuro del país a través del voto secreto”.

Y para eso tenemos la recomendada CONFIANZA, dado que, nos dice en su percepción ingenua, que la Coalición Nacional (que tanta alharaca inútil hizo con su anodina firma de estatutos), no es un frente electoral, sino una organización que formulará “propuestas para un plan de nación”, aunque eso suene a plataforma electoral, como se expresa en la formulación de su visión, misión, principios y valores en sus estatutos.

La joven Centeno es una voz más (con cara de juventud) de la misma cantaleta de los viejos zorros del COSEP, AMCHAM, UPANIC, banqueros, exaliados, exmilitantes o admiradores vergonzantes del sandinismo que, desde mayo de 2018, procuran lograr un nuevo pacto con Ortega que le permita a éste, una salida al suave, como le permitió a Pinochet quedarse en Chile incluso aún muerto, por estos últimos 47 años.

Muchos quieren esa “salida democrática” para Nicaragua.

Lea el artículo original en el blog del autor.