Con la llegada de la adolescencia suceden una serie de cambios físicos, emocionales, cognitivos y sociales que son el nicho perfecto para que los jóvenes se inicien en experiencias de cortejo y seducción.
Aprender a flirtear y ligar supone un reto y una tarea evolutiva para los jóvenes con importantes consecuencias para su desarrollo y, en especial, para sus relaciones sentimentales.
Esta tarea evolutiva, expresar y reconocer el deseo e interés sexual, se ha visto revolucionada con la aparición de internet y las nuevas tecnologías. Ya nadie duda de que las redes sociales han cambiado la forma en la que iniciamos y mantenemos nuestras relaciones sociales.
Sabemos que la edad de inicio en el uso de internet se sitúa alrededor de los 8 años, mientras que a los 10-11 años la mayoría de los niños y niñas tienen su primer teléfono móvil o smartphone.
Presencia del mundo digital en los jóvenes
La presencia del mundo digital en la vida de los jóvenes es de tal magnitud que podemos asumir que se ha convertido en un nuevo contexto de desarrollo y aprendizaje para los adolescentes, un contexto en el que expresar sus principales motivaciones, intereses e inquietudes de forma paralela a como las manifiestan en el mundo real, y cuyo impacto resulta igual de relevante que aquello que sucede fuera de las pantallas.
No es de extrañar, por tanto, que sus preferencias en la red sean chatear y jugar con los amigos y amigas tal y como lo harían en cualquier parque del barrio, que visiten páginas especializadas sobre deportes, moda, o música, de la misma manera que lo harían si se fuesen de tiendas o que conozcan a nuevos chicos y chicas a través de Instagram, al igual que lo harían un viernes por la noche en cualquier bar o discoteca.
Por este motivo, el uso que los jóvenes hacen de la red y el impacto que estos usos tienen en el desarrollo personal y social está recibiendo mucha atención por parte de la comunidad científica internacional, preocupada por conocer los beneficios y los riesgos de este medio.
Una práctica muy frecuente
Investigaciones realizadas con adolescentes españoles han revelado que los jóvenes flirtean en la red con mucha más frecuencia de lo que cabría esperar. Ocho de cada diez adolescentes afirman haber flirteado y “tonteado” con una o varias personas en la red, siendo mayor el número de chicos implicados en estos comportamientos.
La distancia de la pantalla les proporciona una suerte de confianza y protección para ensayar con diferentes personalidades, desplegar estrategias de seducción y expresión del deseo e interés sexual y, en definitiva, aprender a gestionar y modular su vida erótico-sentimental.
Un buen contexto para ligar
Los trabajos realizados hasta la fecha confirman que en el cibercortejo adolescente se dan una serie de pautas que vienen condicionadas por el propio contexto online y por las propias preferencias de los y las adolescentes. En general, chicos y chicas tienen una visión más positiva sobre ligar por internet que la que tienen sus padres y profesores, y reconocen que el medio online se ha convertido en un buen contexto para ligar y conocer a potenciales parejas.
Así, primero suelen realizar una búsqueda en redes sociales para encontrar el perfil de quien les interesa y solicitar su amistad. Normalmente, suelen ser individuos que ya han conocido en persona o conocidos de amigos. El físico suele ser lo más importante, si bien los gustos e intereses también son tenidos en cuenta antes de solicitar amistad.
Una forma de mostrar interés por la persona es dar “me gusta” en sus fotografías, comentarios o publicaciones, algo que los adolescentes valoran muy positivamente, sobre todo cuando la otra persona comenta fotografías o publicaciones antiguas, lo que denota un mayor interés al haber realizado el esfuerzo de revisar el histórico de publicaciones de su red social. Cuando esto funciona, el contacto cara a cara se produce, pudiendo iniciarse una relación sentimental.
Fotos sugerentes
Teniendo en cuenta la relevancia y la utilidad del contexto online para los jóvenes y sus primeras relaciones sentimentales, no es de extrañar que casi el 100 % de los adolescentes posea alguna red social, y que en esta red publiquen fotos sugerentes, comentarios atractivos, gustos y aficiones que puedan atraer a potenciales admiradores.
Estas conductas, que bien aprendidas facilitan el inicio de las relaciones de pareja, no están exentas de riesgos. Tal y como ocurre cara a cara, la expresión desajustada del interés y deseo erótico-sentimental puede resultar molesta y desagradable para muchos adolescentes que reciben una atención e interés sexual indeseado.
Bromas sexuales y porno
Entre las formas desajustadas de cibercortejo, las más frecuentes son: hacer comentarios y bromas sexuales, enviar material pornográfico o hablar de sexo, siendo las solicitudes de fotografías personales de naturaleza sexual, conocido como sexting, más frecuente entre adolescentes que ya tienen pareja que entre los que están iniciando una relación.
Esta atención sexual indeseada no es baladí, pues tiene importantes consecuencias sobre la salud mental y el ajuste social de las personas que reciben estos comportamientos. Nuestros estudios han confirmado que estas pautas desajustadas de cibercortejo ocurren entre el 30 y 70 % de los adolescentes, y que para más de un tercio de los que las reciben resultan molestas y desagradables.
Además, conocemos que las chicas realizan menos prácticas de cibercortejo desajustadas que los chicos, y al menos una de cada dos chicas se sienten molestas cuando reciben estas conductas, tanto por parte de sus compañeros de clase como de sus parejas.
Distinta percepción del riesgo en chicos y en chicas
En síntesis, el contexto online porta una serie de oportunidades y riesgos para nuestros jóvenes y sus relaciones erótico-sentimentales. En este sentido, sabemos que chicos y chicas viven su sexualidad de forma diferente y que ello puede ser debido al doble estándar al que son sometidos. A ellos se les insta a ser sexualmente activos y a que hablen de sexo, mientras que para las chicas la sexualidad es un comportamiento reprobado y tabú.
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Las consecuencias de este doble rasero serán muy importantes, ya que ellos podrían tener una menor percepción del riesgo que supone implicarse en conductas y ellas sufrirían mas las consecuencias de implicarse en estos comportamientos sexuales.
Tanto en unos como en otras, la sensibilización sobre los beneficios y riesgos de la red para su vida erótico-sentimental resultan prioritarias. A ello estamos dedicando nuestro trabajo investigador, implementando y evaluando programas de intervención psicoeducativa.
*Este artículo fue republicado de The Conversation bajo licencia Creative Commons. Lea el artículo original. Virginia Sánchez Jiménez, Profesora Titular de Universidad. Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación. Universidad de Sevilla, Universidad de Sevilla and Noelia Muñoz-Fernández, Profesora Asistente en el Departamento de Psicología de la Universidad Loyola Andalucía, Sevilla