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¿Cómo nos afecta el aire que respiramos?

Contaminación

Foto: Agencias | Niú

La contaminación puede ser letal. Así lo dictaminó la justicia británica en diciembre de 2020 para Ella Kissi-Debrah. Esta niña de 9 años con asma falleció a consecuencia de la prolongada exposición a niveles altos de óxidos de nitrógeno y partículas en suspensión, procedentes del tráfico rodado cercano a donde vivía, un municipio del sur de Londres.

La noticia no debería extrañar cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) achaca cada año a la contaminación atmosférica la muerte prematura de más de cuatro millones de personas en el mundo. Y tampoco es un problema reciente. Ya en el siglo XIII, el Rey Eduardo I de Inglaterra prohibió la quema de carbón tras un episodio grave de contaminación acaecido en Londres. Ahora conocemos mucho mejor las consecuencias.

Nuestra atmósfera está compuesta principalmente por un 78,08 % de nitrógeno (N₂) y un 20,94 % de oxígeno (O₂). Pero existen otras especies denominadas especies traza, como argón, dióxido de carbono (CO₂) y otros gases en mucha menor proporción (<1 %), que desempeñan un papel muy importante en la química de la capa de la atmósfera más cercana a la superficie donde se encuentra el aire que respiramos, la troposfera.

La química de la troposfera es, pues, la que rige los procesos de contaminación que afectan, de forma directa o indirecta, a nuestra salud.

Contaminantes primarios y secundarios

Desde la segunda mitad del S. XVIII, con la Revolución Industrial y el uso masivo de combustibles fósiles, se dispararon los niveles de CO₂ y de otros gases muy perjudiciales para la salud, como los óxidos de azufre (SO₂) y los óxidos de nitrógeno (NOx = NO y NO₂).

Todos hemos oído hablar de los efectos de la contaminación atmosférica a escala global. El calentamiento global de la atmósfera y de los océanos se debe al aumento progresivo de la concentración de CO₂. La reducción de la capa de ozono (O₃) estratosférico aumenta la cantidad de radiación ultravioleta B, causando daños en el ADN de las células de la piel y provocando cáncer.

Por su cercanía a la superficie terrestre, a la troposfera se emiten, tanto de forma natural como debido a la actividad humana, gran cantidad de gases contaminantes. En presencia de elevadas concentraciones de óxidos de nitrógeno y luz solar, estos compuestos producen contaminación atmosférica a escala local (rural o urbana). Es el denominado smog fotoquímico: la degradación atmosférica de esos contaminantes primarios genera otros como ozono, formaldehído o partículas en suspensión.

El efecto de la contaminación del aire también se puede sufrir a cientos de kilómetros de la fuente de emisión o formación de contaminantes secundarios como el ozono (contaminación a escala regional) debido al transporte atmosférico de los contaminantes por los vientos.

Efectos en la salud

Los efectos sobre nuestra salud de la contaminación del aire son adversos y diferentes dependiendo del tipo de contaminante, de su concentración, del tiempo de exposición y de las características individuales de la persona expuesta.

Según la disponibilidad de datos de toxicología y biomarcadores humanos, podemos clasificar a los contaminantes en tres categorías:

Las partículas finas entran en el sistema respiratorio, pudiendo llegar a los alveolos pulmonares. Estas partículas tienen un diámetro mucho más pequeño que el de un cabello humano o un grano de arena fina.
Elaboración propia, Author provided

Estudiando los contaminantes

En el Grupo de investigación Química Atmosférica, Calidad del Aire y Fotoquímica del Departamento de Química Física de la Universidad de Castilla-La Mancha estudiamos los procesos de degradación atmosférica de contaminantes y sus mecanismos de formación.

Es importante conocer cómo reaccionan los contaminantes para evaluar su impacto atmosférico a través de la formación de contaminantes secundarios y si estos pueden contribuir a aumentar las concentraciones atmosféricas que afectan a la salud.

La regulación de los niveles de exposición a contaminantes atmosféricos debido a sus efectos adversos sobre la salud ha sido objeto de diversas directrices europeas, nacionales y a nivel mundial por parte de la OMS.

La reducción de los actuales límites de concentración para algunos de los contaminantes anteriores y otros a los que podemos estar expuestos es indispensable para garantizar la salud pública. Simplemente, para poder respirar aire limpio.

This article is republished from The Conversation under a Creative Commons license. Read the artículo original. Elena Jiménez Martínez, Catedrática de Química Física, Universidad de Castilla-La Mancha