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El covid-19 es una enfermedad de clases. De nortes y de sures. De desigualdad.
Las 13:01. Las 13:05. Las 13:09. Miro el reloj constantemente a ver si por arte de magia se acelera el paso del tiempo. ¿Cuál era la diferencia horaria? ¿Ahorita son 7 o son 8 horas? Son siete. Todavía es temprano para llamar. Aquí ya se tomaron medidas. Van poco a poco, pero algunas ya incluyen el teletrabajo o el aislamiento preventivo de quienes tienen sospechas de estar enfermos.
Quiero hablar con mi familia. Quiero saber qué están haciendo, cómo lo están pasando.
¿Tendrán miedo? Las 13:15. Llamo, y ya están despiertos. Llevan despiertos un buen rato. Me dicen que ha hecho calor en la noche. Es normal por la época.
Les cuento que yo ya estoy en la casa. Parecen más preocupados por lo que pasa aquí que por lo que pasa allá. “Pero aquí tenemos un sistema sanitario excelente. Aunque ha sufrido recortes severos, sus profesionales se están dejando la piel. Y las medidas de conciliación son bastante buenas”, les digo. Se quedan más tranquilos, pero yo no. Ellos trabajan en las maquilas de nuestro siglo: los call centers.
¿Qué va a pasar con quienes trabajan en call centers? ¿Qué medidas van a tomar por la seguridad de sus trabajadores? ¿Van a asegurar la distancia de seguridad mínima?
¿Van a asegurar medidas de limpieza o para favorecer los turnos?
“Aquí nada de eso. Hay una gran aglomeración de gente. Además, es mejor eso porque si nos mandan a la casa, nos mandan sin sueldo”. Nuevamente, me doy cuenta de que el covid-19 es una enfermedad de clases. De nortes y de sures. De desigualdad.
—“Cuídense, por favor. No salgan a la calle”.
—“No, hija, no salimos. Aquí ya era peligroso andar en la calle porque todo el mundo sospecha de uno. Estamos mejor en la casa, aunque los niños no puedan disfrutar de una caminata en libertad”.
*Este texto es parte de la serie CróNicas, publicada en la Revista Niú, a partir de este 16 de marzo, sobre las experiencias y reflexiones de cómo los nicaragüenses en España viven las medidas de confinamiento tomadas por el Gobierno español. Te invitamos leer más testimonios en este enlace.
