A las 5 de la mañana me despertó un beso en la frente para felicitarme; se marcha a abrir el mercado, con suerte vendrá a media mañana y luego se irá de nuevo. A partir de las 7:00 empiezan a llegar los mensajes de felicitaciones; hay que ver lo que madruga la gente. Se meten a mi cama mis 2 hijas, hoy no hay prisas. Después de un rato toca levantarse a desayunar y asearse, a las 10:00 debemos empezar con las tareas de clases, que no son pocas. Así, mientras limpio y me meto en la cocina, les voy aclarando dudas de las distintas materias a la vez que contesto llamadas y mensajes de felicitación.
A las 14:00 paramos; hay que comer y descansar. Luego toca terminar los deberes que no dieron tiempo de rematar por la mañana. Les está costando mucho trabajo concentrarse; entienden la situación pero es duro, se buscan chinchar entre ellas a todas horas, aun estando en habitaciones distintas. Necesitan excusas para provocarse. Esta cuarentena se va a hacer larga… Mientras, hago un poco de ejercicio y sigo contestando a los mensajes y llamadas. A las 17:30 ya está la familia completa, toca descansar y ver la tele un rato. El día se ha hecho largo y acabamos cenando a las 19:30. Ahora sí toca una partida de “notenojes”; en breve veremos las noticias mientras las niñas se preparan para irse a la cama. Entonces planearemos la rutina de mañana entre nosotras; su papá nuevamente irá a trabajar.
*Este texto es parte de la serie CróNicas, publicada en la Revista Niú, a partir de este 16 de marzo, sobre las experiencias y reflexiones de cómo los nicaragüenses en España viven las medidas de confinamiento tomadas por el Gobierno español. Te invitamos leer más testimonios en este enlace.