Soy de un municipio del norte de Nicaragua, tengo cinco años de vivir en la ciudad Utrera, en la provincia de Sevilla. Trabajo en el Santuario de “Nuestra Señora de la Consolación”, uno de los templos más importante de la arquidiócesis de la ciudad. Desde que las autoridades eclesiásticas y civiles de este país suspendieron las actividades públicas para evitar la propagación del coronavirus, estoy recluido en mi casa junto con mi familia.
Mi vida, la de mi esposa y mi hijo de 15 meses, ha cambiado radicalmente, porque vivimos en un espacio de cien metros cuadrados y sentimos que el tiempo pasa muy lento. Teníamos una vida muy activa. Además del trabajo cotidiano, desarrollábamos actividades fuera de la casa, como salir parque, visitar a amigos nicas por lo que el tiempo se nos iba muy rápido; sin embargo, estamos plenamente conscientes que estar en casa, es para salvar nuestras vidas y la de muchas otras personas, esta cuarentena es una responsabilidad ciudadana.
Nicas desamparados
Trato de invertir mi tiempo de la manera más provechosa posible, es así que dedico parte de mi tiempo a la Asociación Nicaragüenses por gracia de Dios, una organización sin fines de lucro creada por migrantes nicaragüenses con la finalidad de dar apoyo y asistencia a compatriotas que llegaron producto de la represión de abril 2018 y que con la agudización de la pandemia nos hemos visto desbordados.
Muchos se encuentran en situación de alta vulnerabilidad. Unos porque al tener poco tiempo de haber llegado a este país están sin trabajo y, otros, porque dependían de trabajos en el campo cuyos pagos eran por rendimiento a la semana y al paralizarse todo, se han quedado sin ingresos ni ahorros. Muchas mujeres han perdido sus trabajos, gran parte de ellas cuidaban a adultos mayores que han pasado a ser atendidos por sus hijos o familias o están solos.
La Asociación se sostiene gracias a los esfuerzos de sus miembros, donaciones de la iglesia católica, organismos e instituciones públicas y privadas; gracias a ello logramos la apertura de una segunda casa albergue atender a quienes se encuentran en desamparo total, por esta crisis mundial, nos ha obligado triplicar esfuerzos.
La situación de Nicaragua es aterradora
En cuanto a la situación de Nicaragua, me preocupa, me parece aterradora. Es inaudito pensar que el gobierno por un lado llama a cuidarse del coronavirus y promueve el lavado de manos, pero por otro, mantiene fronteras abiertas, promueve eventos públicos propicios para el contagio, envía funcionarios y simpatizantes de casa en casa arriesgando la vida de éstos. Pareciera que conscientemente promueve un genocidio a gran escala, todo esto sumado al secretismo y desinformación que caracteriza al gobierno.
El obligar a maestros, médicos, enfermeros, personal sanitario y a funcionarios públicos a no usar ni guantes ni mascarillas con el pretexto de no crear alarma y pánico, es una irresponsabilidad que expone la vida de los trabajadores del Estado. Solo podemos temer lo peor y, espero en Dios equivocarme.
Le hago un llamado al pueblo nicaragüense que tome consciencia del peligro que representa este mortal virus, hagan caso a las recomendaciones de la OMS y, sobre todo, a no someterse a las decisiones ni orientaciones del gobierno que representen riesgo para la salud de todos.
*Este texto es parte de la serie CróNicas, publicada en la Revista Niú, a partir de este 16 de marzo, sobre las experiencias y reflexiones de cómo los nicaragüenses en España y Estados Unidos viven las medidas de confinamiento. Te invitamos leer más testimonios en este enlace.