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Salud mental en confinamiento
Pexels | Niú

"El 2020 nos ha significado muchas cosas negativas, pero podemos sacarle aún una gota de esperanza e inyectarla a nuestros seres queridos"

     

“Maldito año nuevo, y lo que me trajo” (Martínez, B. 2020)*

De todas las formas posibles de iniciar un blog, esta vez voy a optar por citar a un cantante que con ocho palabras que resumen lo que todas y todos sentimos actualmente: la incertidumbre por la forma paroxística y sorpresiva que el año 2020 nos ha lanzado estos primeros tres meses llenos de preocupación, dolor, muerte y luto.

Pero yo no vengo a hablar de datos ni estadísticas sobre esta enfermedad, sino a tocar un tema que debe ser abordado por que –queramos o no- estamos sometidos a un diario vivir de estrés que pueden actuar como detonante de conductas autolesivas y dañinas, tanto para nosotros como para las personas que nos rodean en esta situación de alarma mundial.

Como ya sabemos, la medida principal que han tomado la mayoría de países del mundo para contener la curva de contagio es convocar un estado de alarma y ordenar una cuarentena en todo el territorio nacional y aclaro algo, digo “la mayoría” porque para el mundo alterno en el que viven los gobernantes de Nicaragua la cuarentena no es una opción y la enfermedad es “de ricos y burgueses” pero bueno, ese es otro tema para el que se necesita toda una saga de artículos.

Volviendo al meollo del hoyo, la medida de cuarentena es una de las más efectivas y eso está más que claro, pero ¿qué hay de las conductas que estamos adoptando durante esas 24 horas al día y 7 días de la semana?, las alteraciones a nuestro ciclo sueño-vigilia, las excesivas ingestas de alcohol de manera casi diaria, los cambios de dieta, el sedentarismo -que resulta ser uno de los factores de riesgo presente en etiologías de otras enfermedades-, poco manejo de personas con trastornos de ansiedad y/o depresión que van a sufrir detonantes en estos días de encierro, entre otras cosas que harían una lista demasiada larga.

Aunado a todo lo anteriormente mencionado está la situación de las personas migrantes y hablo las que sufrieron exilio político y las que han salido para encontrar mejores opciones de trabajo en los últimos años, personas que han perdido el trabajo que tanto les costó conseguir, en un país donde no tenés a nadie más que vos mismo y que andan cargando con una doble angustia. Por un lado está el no ajustar para pagar la renta ni la comida del mes porque simplemente no tienen dinero y por la otra parte el hecho de preocuparle la familia que han dejado atrás, no solo por enviar dinero o las preocupaciones normales, sino el miedo constante de que se enfermen por este letal virus. Estos son pensamientos presentes en la cabeza las 24 horas del día y que no aportan en nada a mantener la salud mental en tiempos donde más se necesita.

No estoy escribiendo esto como un experto en salud mental ni mucho menos, sino desde la experiencia personal por lo visto en un país donde la cuarentena ya se ha extendido por 15 días y sí, puede que la cuarentena sea un privilegio que no todos pueden darse pero cuando no quedan más opciones, toca asumirlo por vos y por los tuyos, ya que esta pandemia es un tema que nos involucra a todas y todos sin distinción de clase, sexo, color, religión, entre otras.

Justo mientras escribo esto, una amiga me dice: “Me siento como en abril 2.0 sin las balas de fondo, pero con la vida en pausa e incertidumbre” y es un sentimiento que comparto, 2020 nos ha significado muchas cosas negativas pero podemos sacarle aún una gota de esperanza e inyectarla a nuestros seres queridos; intentemos tejer redes de contención emocional y mental para que esta cuarentena no nos dañe tanto, podamos estar preparados para reconstruir lo que se ha caído y así el #QuedateEnCasa sea quedarse en un lugar seguro.