Las tecnologías de la información y de la comunicación son utilizadas por los adolescentes en sus relaciones de pareja, tanto para comunicarse y expresar amor como para ejercer violencia.
Así, actualmente cada vez es más frecuente que formas tradicionales de violencia continúen y se agraven a través de las pantallas con la ciberviolencia de pareja, denominada en inglés cyberdating abuse.
Este término anglosajón hace referencia a comportamientos de amenazas, insultos, humillación o denigración destinados a aislar, controlar y causar angustia a la pareja.
Existe cierto consenso en diferenciar dos clases de comportamiento en este tipo de intimidación: el control hacia la pareja (comprobación de llamadas y/o mensajes, acceso y control de las redes sociales) y la agresión directa a esta (insultos, humillaciones y/o amenazas a través mensajería instantánea, llamadas o redes sociales).
Por lo que respecta a la prevalencia, algunos autores indican que un 35,8 % de los adolescentes son víctimas de ciberviolencia en su relación de pareja, un 33 % la han ejercido y un 27,2 % han sido al mismo tiempo víctimas y agresores.
En España, la prevalencia de las agresiones varía cuando se tiene en cuenta el tipo de agresión y victimización. Se ha confirmado una prevalencia del 10,6 % en agresiones directas y un 82 % de agresiones relacionadas con el control hacia la pareja.
Cuando se prolonga en el tiempo
Por otra parte, un dato que preocupa es cómo este tipo de ciberviolencia se puede prolongar en el tiempo. A este respecto, un estudio longitudinal reciente que hemos realizado desde el Grupo de Investigación de Ciberpsicología de la Universidad Internacional de la Rioja junto con la Universidad del País Vasco y la Universidad de Deusto, indica que, en general, un 23 % de los adolescentes ha sido víctima en algún momento a lo largo de un periodo de 13 meses.
A su vez, en esta investigación se muestra que la incidencia acumulada en este estudio es del 15 %, es decir, 1 de cada 8 adolescentes ha sido nueva víctima de ciberviolencia de pareja durante los 13 meses de estudio.
El tipo de victimización más frecuente en esta clase de abuso, según este estudio, es el control hacia la pareja, sobre todo hacia las chicas. Además, cuando esta intimidación se prolonga en el tiempo la víctima tiene una peor calidad de vida relacionada con la salud.
Todos estos datos revelan que muchos adolescentes están implicados en dinámicas abusivas como víctimas y agresores, en relaciones íntimas basadas en los enquistados “mitos del amor romántico” y en creencias que justifican la violencia como estrategia válida de resolución de conflictos interpersonales.
Algunas recomendaciones para evitarlo
Vista la gravedad y las consecuencias psicológicas y sociales de este riesgo entre los adolescentes, ofrecemos algunas recomendaciones con la finalidad de prevenir y proteger a los adolescentes ante este riesgo cibernético:
- No dejes que tu pareja controle lo que haces y con quién estás en cada momento. Recuerda que tampoco tienes derecho a controlarla tú a ella. La confianza en la pareja no se basa en el control.
- No le des tus contraseñas de las redes sociales, no permitas que revise y modifique tus redes sociales, ni le dejes eliminar o bloquear tus contactos en línea. Hacer o permitir este tipo de acciones puede ir en tu contra y hacerte mucho daño.
- No le faltes al respeto, ni permitas que te haga sentir mal a través de las tecnologías, ni de ninguna otra manera. Las relaciones tóxicas no son buenas para nadie.
- Si te controla, te trata mal o te extorsiona, acude a un adulto inmediatamente para que te ayude en esta situación. Aunque creas que las circunstancias pueden cambiar, es muy probable que no sea así y que vayan a peor. No es una cuestión de amor, sino de respeto y de salud.
En definitiva, este tipo de abuso es un problema muy grave que se debe tener en cuenta para proteger a los menores. No normalizar actitudes y conductas inadecuadas en las relaciones de pareja es esencial para que los menores tengan relaciones sanas desde el principio basadas en el amor y el respeto.
*Este artículo fue republicado de The Conversation bajo licencia Creative Commons. Lea el artículo original. Jessica Ortega Barón, Personal investigador en el Grupo Ciberpsicología de la Universidad Internacional de la Rioja, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja e Irene Montiel Juan, Profesora e investigadora Facultad Educación UNIR. Grupo Ciberpsicología UNIR, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja