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El mundo de la cultura llora el fallecimiento del caricaturista argentino, creador de uno de los grandes mitos del siglo XX
Millones de lectores de todo el mundo conocen bien a la niña impertinente de cabello oscuro que odiaba la sopa, dotada de una inteligencia diabólica y tremendamente chistosa llamada Mafalda, y también a quien la imaginó, el dibujante argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido por todos como Quino, quien falleció el pasado 30 de septiembre a los 88 años de edad.
Aun cuando los libros de Mafalda (1964-1973) son lo mas conocido de su obra (traducidos a múltiples idiomas, incluyendo el braille, y convertida en serie de dibujos animados), el legado de Quino incluye muchas otras viñetas en blanco y negro, a menudo sin diálogo.
A través de su arte, hizo crítica social sobre muchos asuntos –incluyendo el estado del mundo, la política, los clichés y los prejuicios, la clase media, la comida y el arte, entre otros– en los que el humor gráfico y verbal juegan un rol central.
El Humor: una ventana al alma
En lo personal, le debo mucho del despertar de mi consciencia política y de mi carácter rebelde a esas viñetas en blanco y negro. Aunque al principio muchas me parecían enigmáticas, probablemente a causa de mi temprana edad, progresivamente se me fueron haciendo más y más chistosas con el paso de los años, y de una manera algo perturbadora.
En última instancia, contribuyeron a fomentar en mí el interés académico por el uso de dos herramientas muy útiles en las ciencias sociales (el uso del dibujo y del humor) y en las teorías sobre el afecto que se ocupan de la dimensiones emotivas y corporales de nuestras vidas.
Afecto, del latín afectus, a menudo se entiende en su forma verbal ‘afectar’ a algo o a alguien (un un sentido activo o instrumental) o ‘ser afectado’ por algo o alguien (en un sentido pasivo). En un proyecto de investigación en curso, mis colegas y yo hemos destacado cómo esta manera de entender el afecto no tiene en cuenta la forma sustantivada (afecto, afectividad) e incluso formas verbales más ricas. Los resultados de nuestra investigación nos permiten identificar tres consecuencias negativas principales:
Primero, ese enfoque parcial da prioridad a una visión antropológica limitada de los seres humanos, reduciéndolos a categorías abstractas (tales como ‘stakeholders’ o ‘empleados’) y a roles y relaciones interesadas. En segundo lugar, esto disminuye considerablemente nuestra capacidad de desarrollar lazos relacionales con el prójimo como fines en sí y no como medios. Finalmente, esto lleva a un compromiso ético muy débil con el mundo en que vivimos.
En respuesta a estas consecuencias negativas, el humor es un arma poderosa que nos permite reincorporar respuestas emotivas y corporales como la risa, la cual se vuelve aún mas potente cuando es compartida colectivamente. Por ejemplo, recientes investigaciones nos muestran que el humor compartido favorece la socialización y la integración en un grupo. En mi propio trabajo, he analizado cómo los momentos compartidos de humor y risa también tienen la capacidad de fomentar empatía y solidaridad, empoderando al grupo y otorgándole la capacidad de oponer resistencia si se ve sometido a amenazas violentas o a injusticias.
El brillante uso del humor del maestro Quino nos puede enseñar tres lecciones que nos ayudan a reconectar con nuestra vida afectiva profunda y con los demás, una capacidad que debemos fomentar urgentemente en una era de “distancia social”. La primera enseñanza es que el humor puede despertarnos el razonamiento crítico. La segunda, que el humor puede fomentar relaciones éticas con los demás. Y la tercera, que el humor puede empoderarnos para resistir a la opresión.
Retomando uno de los títulos de sus libros, es hora de un poco de “Quinoterapia”.
Despertando el razonamiento critico
La constante insubordinación de Mafalda y sus preguntas a menudo impertinentes dejan boquiabiertos a sus amigos y en particular a sus padres de clase media.
En su prefacio a la edición del 10 aniversario de Mafalda, Umberto Eco hace notar que, en cuanto es una niña, tiene el privilegio de la inocencia de la infancia, lo cual le permite cuestionar el mundo y a los adultos sobre cómo han abandonado su capacidad para reflexionar e imaginar.
Mafalda nos hace cuestionar lo que damos por hecho y, de manera conmovedora, comparte su insatisfacción con lo que llama el desastroso estado del mundo.
Usando la sátira, Quino nos deja con preguntas abiertas, provocadoras y frecuentemente desoladoras en las que Mafalda se pregunta por qué el razonamiento y el sentido común son tan difíciles de encontrar.
Al hacerlo, Mafalda nos indica que ser racional no se limita, como muchos solemos creer, a ser interesados y calculadores. Nos dice que la razón no se opone a la emoción y a la afectividad, y que hay otras formas de racionalidad que fomentan las relaciones con los demás.
Esto concuerda con el objetivo general de los investigadores críticos que buscan desvelar los mecanismos de dominación y explotación que controlan, no sólo nuestras sociedades, sino también, y de manera crucial, la producción del conocimiento.
A través del razonamiento crítico, como individuos y como grupo, podemos imaginar alternativas para no vivir bajo el yugo de las instituciones.
Fomentando relaciones éticas con los demás
La capacidad de cuestionar el mundo y la sociedad a través del razonamiento crítico está presente en muchos dibujos de Quino referidos a cómo nos relacionamos unas con otros: son relaciones a menudo raras, problemáticas, enmarañadas y desequilibradas, pero al final eso es lo que las hace inconfundiblemente humanas.
Quino a menudo enfatiza en la necesidad profundamente humana de conectarnos con otros cuerpos, de desarrollar empatía y cuidados hacia los otros, o simplemente reconocer una cara familiar en medio de una multitud anónima.
Siguiendo los pasos de fenomenólogos como Michel Henry o Emmanuel Levinas, esta necesidad de conectarnos (o, dicho con otras palabras, esta ‘relacionalidad ética’) es lo que crea un lazo virtuoso y ético entre los seres humanos, o, según las palabras de Paul Ricoeur, es lo que nos hace «buscar una vida buena, con y para los demás en instituciones justas”.
Tal vez sea por eso por lo que el que fuera editor de Quino toda su vida, Daniel Divinski, tuiteó que «toda la gente buena en el país y en el mundo, lo llorará.“
Se murió Quino. Toda la gente buena en el país y en el mundo, lo llorará.
— Daniel Divinsky (@DanielDivi1) September 30, 2020
Desencadenando la resistencia
Los dibujos satíricos y las caricaturas tienen una larga historia de fomento de la crítica social y despertar movimientos activistas. Para mí es uno de los legados de Quino mas importantes.
Cuando dejé mi casa y me mudé al otro lado del mundo para estudiar filosofía, me traje conmigo el libro ¡A mi no me grite! que había encontrado de niña en el escritorio de mi padre.
Fiel a esta tradición de crítica social, en una de sus últimas apariciones públicas, Quino levantó una pancarta que decía «Je suis Charlie”, rememorando el ataque a la revista satírica Charlie Hebdo en 2015.
Mafalda y sus otros personajes nos hacen reflexionar sobre problemas sociales que siguen siendo actuales (la condición femenina, la energía nuclear, la corrupción política, la superpoblación, el capitalismo, las dictaduras y muchos otros. Su sentido del humor, sutil y afilado, sigue hablándole a gente de todo el mundo, y sigue siendo una insistente llamada a que opongamos resistencia a lo que nos oprime y trabajemos para mejorar nuestra condición humana compartida mientras Quino descansa en paz, y nos sigue inspirando.
*Este artículo originalmente se publicó en The Conversation España. Puede leer también el artículo original en este enlace. La autora Mar Pérezts es miembro del Centro de Investigacion OCE (Organisaciones: perspectivas Criticas y Etnográficas) de EM Lyon Business School.