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Demócratas: la película que retrató el renacimiento de Zimbabue
Manifestantes celebran la dimisión de Robert Mugabe como presidente en las inmediaciones del Parlamento en Harare, Zimbabue. EFE

El 21 de noviembre Robert Mugabe, presidente de Zimbabue, dimitió después de 37 años en el poder. Esta es la fascinante historia sobre el nacimiento de la democracia en el seno de una dictadura

     

En el año 2008, después de 28 años en el poder, el dictador Robert Mugabwe sufrió un revés en la primera vuelta de las elecciones. Con el objetivo de mantenerse en la presidencia, accedió a conformar un gobierno de coalición que implicaba compartir el poder con un primer ministro de la oposición e iniciar el proceso de redacción de una nueva constitución para el país. El documental de Camila Nielsson sigue los pasos de dos de los hombres involucrados en el ejercicio: Paul Magwana, del partido oficialista Unión Nacional Africana de Zimbabue – Frente Patriótico (ZANU-PF) y Douglas Mwonzora, un abogado experto en derechos humanos, cuadro del partido opositor Movimiento para el Cambio Democrático de Zimbabue (MDC-T).

La cámara de Nielsson los sigue a lo largo de tres años, a través de asambleas, brotes de violencia, impersonales centros de convenciones y cuartos de hotel. Nunca los vemos en su vida privada, con sus familias o seres queridos. Sea por designio de ellos o la voluntad de la directora, el efecto transmite el carácter urgente y absorbente de la tarea que tienen en sus manos. Son puro trabajo. Cada hombre tiene una agenda propia: Mangwana debe defender el status quo del régimen. Mwonzora quiere empujar a Mugawe fuera del escenario. Siempre me sorprende la candidez de las personas que admiten ante la cámara debilidades y transgresiones.

La película retrata la relación de los individuos, como una inusual buddy movie. Mwonzora emana nobleza e idealismo. Mangwana es cínico y pragmático. De risa fácil y socarrona, con dientes desajustados que acentúan su actitud burlona. Podría ser el compañero de aventuras de un cómico. Sorprende la revelación de sus antecedentes: también es abogado, exministro y censor del régimen ante los medios. Cuando comparte su sorna ante los exagerados movimientos de un centinela que lo deja pasar a un edificio, el momento está cargado de simbolismo. En este momento, la democracia es una pantomima que finge respetar. Para él, no es una trampa el ZANU-PF imponga su sesgo en las asambleas, acarreando adeptos de comarcas lejanas. Es pura astucia. El país es el premio que su partido merece por ser más fuerte y organizado que la oposición. La ventaja que tienen por controlar los organismos de gobierno y represión es convenientemente mantenida fuera de sus cálculos. Pero la historia guarda para él el arco narrativo más dramático del filme. Si Mwonzora es la conciencia, Mangwana es el corazón en conflicto. Evolucionará a empujones cuando el sistema se vuelva en su contra.

En las asambleas, vemos el testimonio de personas que alegremente reclaman que la nueva constitución mantenga el poder supremo del caudillo. ¿Si el pueblo mismo pide un dictador, debe el orden democrático facilitarlo? ¿Cómo distinguir la voluntad popular de la manipulación oportunista? Hasta 1980, Zimbabue era conocida como Rhodesia, uno de los últimos reductos del colonialismo británico. Mugawe fue el líder de la revolución independentista. Una vez en el poder, echó raíces y se convirtió en caudillo. Mugawe tiene dos apariciones sustanciales, como prólogo y epílogo. Su histrionismo y el bigote hitleriano nos dicen todo lo que necesitamos saber sobre él.

Robert Mugabe, ahora expresidente de Zimbabue

“Demócratas” brilla como el retrato de dos hombres que hacen de la política su trabajo. Mangawa y Mwonzora alcanzan cierto grado de entendimiento y respeto mutuo. El otro personaje memorable es Earnest, el secretario de Mwonzora, quien se presenta como una especie de Falstaff shakespeareano: derrama ironía y escepticismo sobre los acontecimientos que observa. “Somos una nación de grandes farsantes. Somos una nación de personas intimidadas por el sistema. Es muy sutil, pero muy eficaz”. Todos sabemos los parámetros de la pantomima. La apropiación oportunista es el extremo opuesto al legítimo juego democrático, que se basa en la aceptación de la posibilidad de no estar en el poder. Este principio es impensable para Mugabe y sus pares. No tiene que conocer mucho sobre la historia de Zimbabue para disfrutar esta fascinante historia sobre el nacimiento de la democracia en el seno de una dictadura.

“Demócratas”
(Democrats)
Dirección: Camila Nielsson
Duración: 1 hora, 40 minutos
Clasificación: * * * * (Muy Buena)
Disponible en Netflix

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