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El asesino que me enamoró: “Ted Bundy” y la fascinación por el mal
Ted Bundy
Ted Bundy, interpretado por Zack Efron, revive el juicio de un asesino en serie. Cortesía | Niú

La película se beneficia enormemente de un reparto de actores secundarios que matizan la dinámica entre los protagonistas.

     

La extraña fascinación con los asesinos en serie es puesta bajo la lupa en “Ted Bundy: Durmiendo con el asesino”, un drama que modera el sensacionalismo para concentrarse en las reacciones de la sociedad ante la violencia inconcebible. No es un ‘spoiler´ decir que Ted Bundy murió en la silla eléctrica en 1989, a los 42 años de edad. Se ganó la pena capital por una serie de asesinatos cometidos en Florida, pero su carrera criminal se extendió por varios Estados y cobró las vidas de al menos 30 mujeres y niñas.

En la nueva película de Joe Berlinger, el carismático psicópata es interpretado por Zac Efron. Parte del morbo del ‘casting’ depende de que el espectador conozca su soleado pasado como el chico de oro de la serie de Disney “High School Musical”. El otrora ídolo adolescente ha desarrollado su carrera adulta negando el estereotipo que amenazaba con apresarlo. En la tiranía de la apariencia, el muchacho guapo debe ser galán de por vida. Efron ha interpretado a atorrantes de diferentes grados, pero Bundy ofrece el último extremo: un legítimo monstruo.

Zack Efron como Ted Bundy

El rostro de Efron como Bundy domina el afiche de la película, pero el filme se presenta desde el punto de vista de dos mujeres. Liz Kendall (Lilly Collins) es la madre soltera que se enamora del carismático estudiante de Derecho, sin sospechar que entre sus actividades extracurriculares se encuentra el ejercicio brutal de la violencia. Cuando Bundy eventualmente cae en manos de la justicia, Liz se refugia del horror en el fondo de una botella. La carga de Bundy es asumida por su vieja amiga de infancia, Carol Ann Boone (Kaya Scodelario).

El prólogo presenta una confrontación en la sala de visitas de la cárcel de máxima seguridad donde Bundy espera su ejecución. La historia de la pareja se presenta como un extenso ‘flashback’, guardando la resolución de la confrontación para el final del metraje. De la misma manera, los brutales crímenes de Bundy son cometidos fuera del alcance de la cámara. En el juicio vemos algunas fotos y escuchamos testimonios que bastan y sobran para completar el retrato del psicópata.

Aunque Collins tiene una presencia sustancial, el guion de Michael Werwie, basado en el libro biográfico “The Phantom Prince: My Life With Ted Bundy”, simplemente no logra convertir el desencanto y la reconstrucción de su vida en una narrativa que rivalice en interés con el circo mediático que se activa con el arresto de Bundy. Liz es la legítima protagonista del filme, pero su predicamento versa únicamente sobre el momento en qué descubrirá la verdad, y si ella o su hija pueden convertirse en sujetos de la violencia de Bundy. Las escenas que registran sus esfuerzos por reconstruir su vida al lado de un compañero de trabajo (Haley Joel Osment) simplemente no son interesantes.

Un reparto que complementa la película

Si la pregunta que define a Liz es: “¿Cómo puede no saberlo?”; la de Carol es: “¿Cómo puede actuar así sabiendo lo que sabe?”. El amor de Liz depende de la ignorancia, el de Carol existe a pesar del conocimiento. Boone es representativa de las personas que experimentan fascinación con estos criminales. El fenómeno es ampliamente reportado en los medios, y la película hace lo propio, retratando a las decenas de muchachas que llenan los asientos del tribunal para ver en persona al objeto de un deseo que no pueden explicar. Lamentablemente, la película no tiene tiempo para explorar esta particular patología. Scodelario, a quien vimos este año huyendo de las fauces de un monstruoso cocodrilo en “Crawl” (Alexandre Aja, 2019) aquí se lanza a los brazos de una bestia de otra especie, pero no hay oportunidad de explorar sus motivos.

La película se beneficia enormemente de un reparto de actores secundarios que matizan la dinámica entre los protagonistas. Ángela Sarafyan (de la serie de HBO “Westworld”) es excelente como la amiga que se convierte en la voz de la sensatez cuando su mundo se resquebraja. James Hetfield, vocalista de la banda de rock “Metallica”, hace su debut como actor interpretando a un inspector —Berlinger dirigió el documental “Metallica: Some Kind of Monster” (2004), sobre la azarosa vida de la banda—. Y John Malkovich devora el escenario como el juez que preside el proceso contra Bundy. Cuando el interés flaquea, ellos capturan nuestra atención.

“Ted Bundy: Durmiendo con el asesino”
(Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile)
Dirección: Joe Berlinger
Duración: 1 hora, 50 minutos
Clasificación: ⭐⭐ (Regular)