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El Berrinche Ambiental: Un festival de arte callejero

berrinche ambiental

| Carlos Herrera | Niú

I Acto

Dan las cuatro de la tarde frente a la Casa de los Tres Mundos, en Granada. El sol, como reflector natural,  enfoca directamente a Enno, un monociclista austriaco. El artista, vestido con un traje de gala color naranja, tiene encantados a dos niños vendedores de frutas.

Los niños, haciéndole señas, le piden prestado el monociclo. Él se los da sonriendo. Los dos fallan en su intento de montarse, uno de ellos se cae y Enno lo recoge. El artista toma el monociclo y da una vuelta a la catedral conduciendo el extraño vehículo.

El primer acto ha terminado.

No quiere decir su nombre completo, “Enno”, le gusta más. Aunque es de Austria, trabaja en un circo de Costa Rica como animador y mago. Por un viaje «espiritual» decidió irse a Colombia y hacer una travesía por toda Centroamérica.

Solo él y su monociclo.

Enno vive del aplauso, como muchos que están por llegar.

En Granada solo anda de paseo, aunque los espectadores pensarán que este peculiar personaje es parte del festival de arte callejero: El Berrinche Ambiental.

Enno, al igual que muchos niños, espera alrededor del escenario improvisado. Está emocionado por presenciar los actos. En este festival, todos son amigos de años.

Enno viene desde Austria, lo único que lleva consigo es su monociclo y su pasión por las artes no convencionales | Carlos Herrera | Niú

El Berrinche Ambiental” es un evento en el que se hace arte para pedir que Nicaragua sea salvada de la contaminación, y que deje de ser maltratada por sus visitantes más dañinos, los humanos. Esta es la octava edición de esta muestra de arte callejero.

A este colorido festival asisten mimos, payasos y cirqueros de distintos lugares del mundo. Desde El Salvador hasta Nueva Zelanda, de Canadá hasta Brasil. Todos vestidos con ropas exóticas, maquillados de formas extravagantes, con tambores y trompetas, riendo y bailando al son de la música, listos para hacer lo que más aman: el “performance” callejero.

II Acto

Con los espectadores al borde del escenario, aparece Diego Gené, un reconocido payaso profesional venezolano, que en 2001 creó la Escuela de Comedia y el Mimo y La Casa de las Botellitas, en Granada. Este último es un lugar que ayuda a niños y niñas de barrios marginales granadinos a salir de las calles para aprender arte no convencional.

Con gracia expresa su felicidad al ver el apoyo de tantas personas:

–¡Más de 170 están aquí, nos sentimos muy felices!– dice por el micrófono.

Invita a los niños a sentarse al frente, todos corren y esperan pacientes el acto de apertura, que será una demostración simultánea de mimos, payasos y acróbatas.

Artistas locales del Circo de Granada en la presentación de apertura | Carlos Herrera | Niú

La palabra “berrinche” es una expresión coloquial para expresar enojo y así es como se sienten estos artistas.

“Estamos enfadados que no se valore Nicaragua, que nadie se preocupe por el lago, por los volcanes, pero nosotros sí, nosotros amamos el ambiente, así lo expresamos”, dice Gené, sin que la sonrisa se le borre de la cara.

Se aparta y le da espacio al Circo de Granada, entrenados en la Casa de las Botellitas.

III Acto

Aparecen dos mimos de veinte y tantos años, aunque los presentan como hermanos, lo único que tienen en común son las ganas de hacer feliz al público.

El más alto lleva un gran bolso de «mago». De ahí salen distintos artefactos: máquinas para hacer burbujas, una pequeñísima cámara, entre otros. Interactúa con la audiencia, especialmente con los niños que no han parado de reír. Poco después dejan el escenario y aparecen malabaristas.

Ellos permanecen frente al público por menos de cinco minutos. Tiran distintos objetos al aire, los atrapan con gracia y estilo. Se detienen por un momento, esperan que sus compañeros se recuperen para el acto mayor: la acrobacia.

Malabaristas y acróbatas en el acto de apertura del festival | Carlos Herrera | Niú

Rápidamente se acomodan para comenzar, tienen una coreografía bien pensada. El público está callado, miran atentos lo que está pasando en el escenario callejero, los transeúntes también se detienen. Los artistas, hacen formaciones aéreas al ritmo de la música, todo con una sonrisa… Viéndolos pareciera que es sencillo, o así lo hacen parecer ellos.

Adoptan su posición más elaborada, una especie de pirámide atlética, con todos de pie, y aunque en un momento parece que no lo podrán hacer, sorprenden a todos… Lo logran.

IV Acto

El espectáculo termina. Ahora con una tonada un poco más seria, Gené vuelve a escena.

“Los artistas también sienten, los payasos no siempre están felices y los mimos también comen”, afirma. Y es que aunque su pasión es sacar sonrisas, las dificultades económicas a veces los limitan.

Harry Blandón, por ejemplo, es un cómico con más de 25 años de experiencia.

Blandón está sentado en el público platicando con algunos extranjeros, muchos niños desean hablarle, él les hace muecas, les da sonrisas inmensas, sin embargo no todo ha sido alegría para él.

Originario de Bluefields, Blandón, además de ser payaso vive de la artesanía. Sufrió los estragos de la guerra de los ochenta en Nicaragua, pero entró a un programa donde aprendió el arte no convencional.

“Me enseñaron a disparar sonrisas y no balas”, dice amargamente.

Harry Blandón se declara «comediante profesional» y es su primera vez en el festival | Carlos Herrera | Niú

Aunque viaja mucho para demostrar su arte, casi nunca se queda en los hoteles. Dice que por la condición de su trabajo y por la discriminación de la gente acampa en las calles. “A veces aunque tenga el dinero para un hospedaje, la gente te trata como un callejero, una escoria, yo solo quiero la felicidad de los demás”, comenta.

Los asistentes al festival le piden tomarse fotos con él. Los niños están encantados. “Por esto vivo, el pasado me quitó mi niñez, esta oportunidad nadie me la puede quitar”, sentencia.

V Acto

La luna llena está sobre los artistas. Gené explica que un grupo que venía de El Salvador no pudo salir de la frontera a tiempo para presentar su acto, pero llegarán el día siguiente. Los niños comienzan a retirarse de la mano de sus padres o amigos, todos se dispersan, y Fito Taleno, organizador del evento, sigue hablando mientras varios lo escuchan.

“La realidad de Centroamérica es el arte callejero, así que espero que nadie se crea ajeno a esto, todos deberían de venir, disfrutar, y pensar qué está mal en nuestra realidad”, expresa.

Fito Taleno, organizador del evento | Carlos Herrera | Niú

Fito invita a los peatones a que lleguen a La Casa de las Botellitas a las ocho de la noche. Ahí habrá otro tipo de actividades. Algunos le siguen la corriente y se dirigen hacía allí, para revivir lo bonito que se siente vivir como niño.


Si deseás empaparte de color y sonrisas, el Festival Berrinche Ambiental permanecerá toda la semana en Granada con distintas actividades para todas las edades.