El dramaturgo August Wilson es una de las principales figuras del teatro norteamericano, gracias al llamado “Ciclo de Pittsburgh”, una serie de diez obras que documentan la experiencia negra a lo largo del siglo XX. Denzel Washington, con todo su capital de estrella de Hollywood, se ha propuesto llevar cada una de ellas a la pantalla. Ya dirigió y protagonizó “Fences” (2016), y ahora, produce “Ma Rainey’s Black Bottom”, recién estrenada en Netflix.
En 1927, la cantante de blues Ma Rainey (Viola Davis) viaja a Chicago para grabar un disco con su banda. El grupo incluye a Levee (Chadwick Boseman), un trompetista con ambiciones de tocar su propia música; Cutler (Colman Domingo), el director con afán pacificador; Toledo (Glynn Turman), un pianista con don para las anécdotas, y Slow Drag (Michael Potts), virtuoso del bajo. El séquito de Ma se completa con su sobrino tartamudo, Sylvester (Dusan Brown), y Dussie Mae (Taylour Paige), la amante de Ma que captura la atención de Levee, incrementando la animosidad entre la estrella y su acompañante. Todos los personajes coinciden en un primitivo estudio de grabación, bajo la obsequiosa atención del agente Irvin (Jeremy Shamos) y el empresario Sturdyvant (Jonny Coyne).
Un breve prólogo resulta ser el intento más claro por “abrir” la obra. Vemos a una pareja de muchachos negros corriendo sin aliento por un bosque nocturno. Estamos condicionados a pensar que deben estar siendo perseguidos por una turba blanca. Sin embargo, llegan a un claro donde una carpa sirve de escenario a Ma Rainey y su banda, en un espectáculo mitad vaudeville, mitad culto religioso. Fotos y periódicos de la época nos educan sobre el éxodo de familias negras hacia el norte de Estados Unidos. Terminamos la canción en un teatro legítimo, donde vocalista y trompetista compiten por los reflectores.
El director George C. Wolfe, trabajando sobre una adaptación de Rubén Santiago-Hudson, no parece muy preocupado por ocultar las raíces teatrales del material. Virtualmente toda la película se desarrolla en el recinto de grabación y en un sótano donde los músicos practican. Esta decisión pone a prueba nuestra concepción sobre cómo debe verse una obra de teatro adaptada para la pantalla. Wolfe encuentra dinamismo en la capacidad de observar de cerca a los actores, para crear énfasis y abonar a la identificación de la audiencia con los personajes. Apartando el prólogo, las breves escenas que nos sacan del “escenario” a la realidad de las calles resultan pequeñas distracciones innecesarias.
Ma Rainey existió en realidad. Fue una de las primeras cantantes de blues que grabó discos. Abiertamente bisexual, retó las expectativas de feminidad de la época. Viola Davis le hinca el diente a un personaje estrambótico, pero sus desplantes de diva son contextualizados como un intento válido por reclamar su propia humanidad en un orden social adverso. Su antagonismo contrasta con la estrategia de Levee, quien despliega una sonrisa obsequiosa mientras trata de extraer de los blancos las oportunidades que lo convertirían en una estrella por derecho propio.
Uno de los aspectos más fascinantes de la película —y que bien puede venir del texto original de Wilson— es como hilvana el momento histórico de la industria musical en el gran tejido del drama. Los vicios gemelos de explotación y apropiación son dramatizados en toda su complejidad, y sientan las bases de una escena final de tersa brutalidad. Con poco más de hora y media de duración, “Ma Rainey’s Black Bottom” trata de abarcar demasiado. El incipiente triángulo amoroso entre Ma, Dussie Mae y Levee está preñado de posibilidades, pero no simplemente pierde gas a medio camino.
Davis ya ganó un Oscar por “Fences” (Denzel Washington, 2017), pero en esta segunda incursión en la obra de Wilson, compite con Chadwick Boseman. La trágica muerte prematura del actor añade consecuencia a su actuación, pero realmente, Levee es el legítimo protagonista de “Ma Rainey’s Bottom”. Su extenso monólogo sobre un brutal episodio de infancia le helará la sangre. Su actuación es electrizante. Levee es como un cable de alta tensión, vibrando entre el desasosiego y el optimismo, luchando segundo a segundo por abrirse camino en mundo construido para dejarlo fuera.
Boseman encontró popularidad gracias a “Black Panther” (Ryan Coogler, 2018). El uniforme de spandex y las constricciones de Marvel ocultaban el hecho de que era uno de los mejores actores de su generación. Aquí tienen la prueba.
“Ma Rainey’s Black Bottom”
(La Madre del Blues)
Dirección: George C. Wolfe
Duración: 1 hora, 38 minutos
Clasificación: * * * (Buena)
*Disponible en Netflix