Estilo

El café de sordos que se reinventa para sobrevivir a la crisis
Café de las Sonrisas
El Café de las Sonrisas ha abierto nuevo local en Managua después de siete años de haberse establecido en Granada. Carlos Herrera | Niú

Café de las Sonrisas ha cerrado temporalmente su local en Granada y ahora busca reinventarse en la capital.

La Granada que recuerda Rodolfo Sánchez, un joven con discapacidad auditiva que trabaja en Café de las Sonrisas desde hace siete años, cambió radicalmente con la crisis política que vive Nicaragua. Cuando la ciudad se quedó sin turistas, él casi se quedaba sin empleo.

“Nos visitaba mucha gente y ahora todo es muy difícil en la ciudad por los problemas políticos. Tío Antonio tuvo la idea de venirnos acá a Managua para reinventarnos”, dice.

A Antonio Prieto Buñuel le llaman “Tío Antonio”. Es un chef de Valencia, España, que llegó a Nicaragua a probar fortuna hace trece años. Nunca imaginó que abriría un café donde solo trabajaran sordos, ni que a lo largo de los años tuviese un gran impacto social en la ciudad.

Café de las Sonrisas
Rodolfo atiende a través de lenguaje de señas a unos clientes que llegaron al café. Carlos Herrera | Niú

En la primera casa donde Prieto se hospedó en Granada, conoció a un grupo de jóvenes problemas auditivos que se les dificultaba conseguir empleo. Con el tiempo, tuvo la idea de abrir un proyecto de elaboración de hamacas para emplear a estas personas. Pero luego se le ocurrió que podría abrir también un café.

Así fue como nació Café de las Sonrisas, en una de las ciudades turísticas más visitadas del país. Hasta hace nueves meses.

Durante los siete años, el proyecto de Prieto Buñuel funcionaba porque más del 70 por ciento de sus clientes eran extranjeros. “Con la crisis nos dimos cuenta que al negocio casi no llegaban nacionales”, admite el empresario español.

El modelo de negocio funcionaba, pues además ostentaba el título de ser el primer café atendido por sordos en Latinoamérica. Por eso, Prieto señala que muchos proyectos parecidos empezaron a desarrollarse en la región tomando como ejemplo al suyo. Estudiantes de Indonesia, Europa y otros confines de América visitaban el local con el fin de conocer a Prieto y visitar la fábrica de hamacas que está a cargo de los jóvenes.

Café de las Sonrisas
El café tuvo que cerrar operaciones en Granada debido a la crisis. Carlos Herrera | Niú

Pero todo cambió en abril, cuando iniciaron las protestas contra el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Granada fue una de las ciudades que se sublevó. Los turistas dejaron de llegar y las amenazas de desempleo se cernieron alrededor de los locales. Los trabajadores del café creían que era cuestión de tiempo que se quedaran sin empleos.

“Ellos solo me miraban y me preguntaban ‘Tío Antonio, ¿entonces cuándo te vas?’ Creían que por verse nuestro negocio afectado, yo me iría de vuelta para España, pero yo sigo viendo a Nicaragua como mi país”, cuenta Prieto.

La crisis los llevó a cambiar el esquema de trabajo y tanto a tío Antonio como a sus colaboradores les tocó reinventarse. El Café de las Sonrisas tuvo que cerrar operaciones en Granada después de siete años de funcionamiento. Pero ahora se han mudado a la capital, donde el objetivo principal es mantener el negocio en pie para al menos asegurar el salario de los trabajadores.

“La primera vez que nos dijo que iba a abrir un café en Managua para nosotros fue una sorpresa. Venimos a verlo y nos sorprendimos porque tendríamos un nuevo lugar. Al principio nos sentíamos extraños, pero ya nos vamos adaptando”, comenta Rodolfo, que junto a unos siete trabajadores igualmente sordos dedican una amplia sonrisa a todos los clientes al llegar.

Café de las Sonrisas
En la pared del local hay una guía para el lenguaje de señas. Carlos Herrera | Niú

La primera semana de enero, cuando el café se mudó a Managua, Antonio y su equipo salían desde las cuatro de la mañana de Granada para estar temprano en el local, que abre a partir de las 07:00 a. m. Ahora, todos alquilan una casa en Managua, a diez minutos del nuevo restaurante.

Antonio Prieto comprendió que el Café de la Sonrisas se había convertido en un producto lejano al mercado nacional. “Ahora tratamos que nos consuman más locales”, manifiesta. “Varias personas nos han dicho que se alegran de vernos por acá, y que siempre habían querido conocer el lugar, pero se les hacía difícil viajar en los horarios que permanecíamos abiertos en Granada”.

Además otro abanico de oportunidad se le ha presentado al café, y está frente a ellos. En el nuevo establecimiento ubicado frente a la Universidad Americana (UAM), «tío Antonio» quiere captar a este nuevo mercado de jóvenes estudiantes. “Para nosotros siempre los estudiantes han sido importantes”, remarca. En Granada, en el Café de las Sonrisas impartía charlas con universitarios extranjeros que llegaban a la ciudad con el fin de conocer el emprendimiento.

Café de las Sonrisas
Antonio Prieto Buñuel junto a los colaboradores del Café de las Sonrisas. Carlos Herrera | Niú

“A lo largo hemos aprendido lecciones, y ahora queremos que este sea un café para los capitalinos. Antes el noventa por ciento de nuestro público era extranjero, y ahora todo eso cambió”, reitera Prieto.

Por su parte, Rodolfo se siente seguro de sí mismo. Afirma extrañar su ciudad de origen, pero se muestra optimista. Él, al igual que todos sus compañeros de trabajo, esperan volver a la antigua casona donde aprendieron a ser independientes y a no sentirse discriminados laboralmente.

Tomá nota

El Café de las Sonrisas se encuentra frente a la entrada de la Universidad Americana (UAM) y abre a partir de las 08:00 a. m. Durante los sábados se imparten clases de lenguaje de señas. Para más información podés contactarlos a través de su página de Facebook.