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El cáncer no la venció: Dijo que nunca dejáramos de sonreír

Ilustración: Olga Sánchez | Niú

II parte

El cáncer es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Solo en el 2012 se registraron alrededor de 14 millones de nuevos casos y se prevé que el número aumente aproximadamente en un 70 por ciento en los próximos 20 años.

El cáncer no solo afecta a quien lo padece, sino a todo su entorno. Esta es la segunda entrega de historias de amigos y familiares contadas en primera persona:


«Era nuestra luz»


Katherine López y Marbely García. 21 y 23 años. Su amiga Gema G. Rodríguez murió hace un año de angiosarcoma en las células sanguíneas y una neoplasia maligna.

Katherine y Marbely perdieron a su amiga Gema de 20 años, en 2016 | Carlos Herrera | Niú

Recordamos a Gema cada sábado con una sonrisa permanente. Con sus chistes infaltables. Siempre iluminando la habitación. Es difícil saber que ya no está aquí. Algo que nos dejó es que siempre le veamos el lado positivo a las cosas. Así era ella, viendo lo bueno del mundo. Sin ninguna anestesia para nosotras, fue asesinada por un mal rápido y silencioso. El cáncer no tiene piedad.

Ambas la conocimos cuando comenzamos a trabajar en el Instituto de Inglés Americano ANS-ELI, como asistentes. Nuestra misión era promover la convivencia entre los estudiantes. Por ende, teníamos que llevarnos muy bien. Pero nuestra amistad no fue forzada, era totalmente natural. Solo nos veíamos los sábados, así que cuando nos daban libre era fatal para nosotras. Nos queríamos mucho.

Gema antes de ser diagnosticada | Cortesía

Gema cursaba el cuarto año de Medicina en la Universidad Católica de Nicaragua (UNICA). Creo que todos la recuerdan como una chavala pilas puestas, perseverante e inteligente. Nadie se lo esperaba. Siempre estaba positiva. Feliz de la vida.

Recuerdo que estábamos en nuestra hora de descanso, cuando una amiga le notó que tenía un pecho más grande que otro. “Seguro no es nada, ahí me lo voy a ver”, nos decía. Primero le dijeron que tenía una infección leve ocasionada por un golpe. Después, sin darnos cuenta, ya estaba diagnosticada como paciente de cáncer.

La ignorancia es dura. Gema presentaba muchas señales pero nadie se dio cuenta hasta que ya estaba avanzada en su mal. Además, los doctores le hicieron muchos procedimientos equivocados, porque obviaban que podría tener cáncer. Quizá pudo ser salvada pero todos nos dimos cuenta muy tarde.

Ilustración: Olga Sánchez | Niú

Padecía de dos tipos de cáncer: angiosarcoma en las células sanguíneas y una neoplasia maligna –un tumor– en el pecho. Fue tratada con quimioterapias intensivas que la hicieron debilitarse física y emocionalmente.

Para nosotras fue muy duro ver cómo ella se iba deteriorando poco a poco. Sin embargo, su luz nunca se apagó. Siguió yendo a clases y a trabajar. Su personalidad era la misma y hasta brillaba más. Cuando su pelo comenzó a caer, decía que estaba bien porque luego le iba a crecer como Rapunzel. Cuando le retiraron los senos bromeaba con implantarse unos como los de “J-Lo”. Nadie la iba a detener de ser feliz.

Ilustración: Olga Sánchez | Niú

Sin embargo, en los últimos meses de vida su tratamiento dejó de funcionar. Se lo avisaron directamente a ella y prefirió guardarlo como secreto hasta de su madre. No quería que nadie sufriera por ella. Actuó como si todo iba a estar bien. No dejó su rutina. Pero todos sabíamos lo que estaba pasando.

Falleció el 27 de agosto del 2016 a los 20 años. Seis días antes la habíamos visitado todos los asistentes y responsables del ANS y se veía tan feliz que no nos imaginamos que esas iban a ser nuestras últimas sonrisas juntas. De alguna manera se logró despedir de todos. Nos llamó por aparte a cada uno y nos dijo lo importantes que habíamos sido en su vida. Dijo que cuidáramos a su madre –era hija única– y que nunca dejáramos de sonreír.

Gema (primera fila y de turbante) y sus compañeros de trabajo celebrando su cumpleaños 20, en 2016 | Cortesía

Para nosotras el cáncer no la venció. Ella estuvo agradecida con la vida hasta su último suspiro.

Uno tiene que apreciar a las personas que tiene antes que las pierda. Gema fue una de las mejores amigas que tuvimos y saber que nunca más la volveremos a ver nos duele hasta el alma. Es un sentimiento egoísta de ¿por qué se fue un ser de luz y no la gente mala? Es frustrante.

Lo único que nos reconforta es algo que nos dijo hasta sus últimos días: “La vida es como un tren, algunos llegan a sus destino antes y otros van hasta el final, pero todos disfrutan el viaje de la misma manera”. Ella disfrutó de su vida y la vida disfrutó de su existencia.


La vida después del cáncer


Jorge Hurtado, 27 años. Su madre, Maritza Alemán de 56 años, padeció cáncer de seno hace 7 años. Desde el 2013, Jorge también acompaña a su amiga Edna Medina en su lucha contra esta enfermedad. Ambas son sobrevivientes. 

Viví esta enfermedad junto a dos personas importantes en mi vida: mi mamá y una amiga muy querida, Edna Medina. Ambas padecieron de cáncer de seno y están vivas para contarlo. Cada situación la viví desde distintas perspectivas. Pero tienen algo en común: el cáncer siempre suena como algo apocalíptico, y el nivel de estrés que te da cuando recibís la noticia es inmenso.

Jorge se encontró con el cáncer por primera vez cuando su mamá, Maritza Alemán padeció cáncer de seno en 2009 | Cortesía

En 2009 yo no sabía nada sobre cáncer. En Nicaragua no hay mucha información sobre estas cosas, solo que es sinónimo de dolor y muerte. No lo es, si se descubre a tiempo. Pero yo no entendía eso cuando mi mamá me lo dijo. Sentí que mi mundo se venía abajo. Yo soy súper apegado a ella y sentir que la iba a perder era horrible. Toda la familia sufrió mucho, era como si tenías en los hombros todo el peso del mundo.

El cáncer de ella fue detectado justo a tiempo para ser salvada. Sin embargo, todo ese tiempo sufrimos de incertidumbre por no saber qué iba a pasar. Después de muchas horas dentro del hospital, esfuerzo de parte de todos los involucrados y muchas ganas por vivir de su parte, sobrevivió. Algo que esa experiencia me enseñó fue a cuidar a los que nos rodean más. Ahora mi mamá se chequea constantemente. Pero esto debe comenzar desde antes, para prevenir.

Amigos de Edna en la iniciativa «Rockeando el Cáncer» | Cortesía

Cuando Edna me confesó que tenía cáncer me preocupé de igual forma. Ella fue la que nos dio a todos los amigos la fuerza para seguir adelante. Dijo: «tengo cáncer, pero esto no es el fin del mundo. Voy a salir adelante». Para mí tiene razón. Sea lo que sea que tengamos o estemos presenciando, no podemos estar enfocados en lo peor que pueda pasar.

Edna empezó una iniciativa llamada «Rockeando el Cáncer» y simboliza la lucha por no dejarse vencer ni en cuerpo y ni en alma por esta enfermedad. Hay que amar la vida, aferrarse a ella. Sin embargo, la fuerza de mi amiga no la tiene todo el mundo y es ahí donde es vital el papel del acompañante en la lucha. Uno tiene que saber cómo actuar hasta en el momento de hablar con la persona. Nada de «pobrecito», más bien tratar a los pacientes como lo que en verdad son: guerreros.

Edna Medina | Foto: Xochilt Martínez | Niú

Para Edna la clave es tratar de aceptar que el cáncer como tal es algo más que te da la vida y depende de vos si vas a seguir viviendo plenamente o encerrarte en la situación. Yo creo que hay que cubrir a tu amigo o familiar con todo el amor del mundo. Hacer que lleve la vida de manera más ligera. Ellos ya tienen muchas cosas por las que preocuparse, que nosotros no seamos una más. La cosa es llenarlos de amor y comprensión. Querernos de forma incondicional

Experiencias así hacen que apreciés más la vida y a las personas que te acompañan en ella. Esto nos unió más como amigos y familia. Entre esfuerzo y amor, logramos sobrevivir.

¿Cómo prevenir?

Dalia Alemán, directora ejecutiva de Conanca (Comisión Nacional de Ayuda a los Niños con Cáncer) comenta que además del apoyo económico que la familia debe tener, es vital estar pendiente de la salud mental de todos los involucrados. “La familia también debe ser atendida con acompañamiento, apoyo. El cáncer nunca es fácil”, enfatiza.

Esta organización nació hace 26 años en apoyo a la unidad de Hemato-oncología del Hospital Infantil Manuel de Jesús Rivera «La Mascota». Amalia Frech, fundadora de Conanca, también sufrió la muerte de su hija mayor, debido al cáncer infantil.

Ilustración: Olga Sánchez | Niú

“Llegar al hospital a ayudar a más niños que padecían de esta enfermedad, ayudó a Amalia a superar su propia pérdida. Es por esta razón que nosotros vemos como clave el acompañamiento con las familias”, comentó Dalia Alemán.

Uno de los problemas más frecuentes sobre el cáncer es la detección en una fase avanzada y la falta de diagnóstico y tratamientos. Alemán expresa que se deben promover las medidas de detección temprana.

El Ministerio de Salud lo hace con la campaña “12 señales de alerta de cáncer infantil”, sin embargo “se deben hacer aún mayores esfuerzos de parte de todos, para obtener aún mejores resultados y vencer esta enfermedad”, comentó.

En las redes nuestros lectores contaron sus experiencias enfrentando esta enfermedad con el hashtag: ElCáncerMeEnseñó. Estas fueron algunas de las historias:


Y a vos ¿qué te enseñó el cáncer?