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El LABO: El laboratorio de fotografía que surge en medio de los «likes»

Ernesto Herrera 'Tito' y Eugenia Carrión, amantes de la fotografía analógica y fundadores de El LABO. Foto: Franklin Villavicencio | Niú

“Es como la alquimia”, asegura ‘Tito’ mientras introduce una lámina de papel fotográfico en el químico de revelado. En segundos, una imagen se dibuja como por arte de magia. Son dos perros inmortalizados en el tiempo; luces y sombras encapsuladas para la posteridad. ‘Tito’ mece suavemente la pequeña tina con el químico mientras el blanco y negro de la imagen adquiere fuerza.

Después de más o menos un minuto, coge la fotografía con unas pinzas de bambú y pasa el papel hacia otro químico: el fijador. Aquí el proceso “alquímico” se detiene. ‘Tito’ hunde la lámina. Cualquier rayo de luz o resplandor puede arruinar la imagen. Por esta razón estamos en un improvisado cuarto oscuro que hace algunos meses fungió como bodega.

Convertirlo en lo que ahora es –un darkrom– tomó su tiempo. Lo que antes era un cuarto lleno de objetos, se ha convertido en uno de los pocos laboratorios fotográficos que hoy existen en Managua. En la sala hay dos ampliadores, cuatro tinas que se utilizan para los químicos, una luz roja y varios rollos de 35mm.

  • El LABO cuenta con dos ampliadoras donadas. Forman parte del proceso meticuloso de imprimir fotografías analógicas. El negativo se introduce en esta máquina y se proyecta en el papel que luego es introducido en químicos. Foto: Franklin Villavicencio | Niú
  • El negativo se proyecta en el papel fotográfico, el tiempo se mide a través de distintas pruebas y luego se introduce en los químicos de revelado. Foto: Franklin Villavicencio | Niú
  • En una ampliadora, la fotografía "se vuelve a hacer". Se tiene que enfocar la imagen en el papel y hacer diferentes ajustes. Foto: Franklin Villavicencio | Niú
  • El papel tiene que ser sumergido en distintos químicos especiales para preservar la imagen ampliada. Foto: Franklin Villavicencio | Niú
  • Solo una luz roja ilumina el cuarto oscuro cuando se revela una fotografía. Este tipo de luces no daña el delicado papel fotográfico una vez que se saca de su envoltura. Foto: Franklin Villavicencio | Niú
  • Antes de ampliar la imagen, se realizan distintas pruebas con diferentes exposiciones para escoger cuál es la mejor fórmula. Foto Franklin Villavicencio | Niú

Luego del proceso, de las pruebas y de las láminas bañadas en químico, Eugenia enciende las luces blancas del laboratorio y muestra el resultado de la casi una hora que estuvimos inmersos en un “cuarto oscuro”, iluminado solo con un luz roja cuyas ondas no dañan al delicado papel fotográfico, es decir, que no interfiere con el arduo proceso de revelado. Cualquier resplandor puede arruinar una jornada de trabajo.

El LABO”, como se llama este proyecto de fotografía analógica, nació como un espacio donde fotógrafos que comparten este interés puedan reunirse, intercambiar ideas y aprender un arte que debido al boom de la fotografía digital permaneció casi olvidado por varias décadas. Eugenia y Tito lo crearon en 2017, debido a la necesidad de imprimir sus propias fotografías, pues en Managua no hay muchos laboratorios de revelado.

“El proyecto nació por amor y a nivel personal. Antes de tener este espacio yo estaba revelando en el baño y Tito me había dicho que deseaba aprender a revelar y luego dijimos, abramos El LABO pues. Lo abrimos para nosotros, pero también lo queremos tener para todos los curiosos. La idea es cuando sepás revelar, podás alquilar este espacio por una tarde, con los químicos y papeles”, relata Eugenia.

En 2017 crearon una cuenta en Instagram que desde entonces ha tenido éxito. En ella, Eugenia y Tito comparten fotografías que toman con cámaras analógicas y que posteriormente revelan en el cuarto oscuro a través de este meticuloso proceso que dura hasta más de una hora.

De hecho, uno de las principales metas de los creadores de “El Labo” es forjar una comunidad de amantes de la fotografía a través de giras fotográficas y reuniones. En diciembre del 2017 el LABO lazó su primera gira por la vieja Managua. Unas 20 personas acompañaron el paseo y tomaron fotografías analógicas dentro de la antigua Catedral de Managua.

Eugenia y Tito consideran que la fotografía analógica ha vuelto a aumentar en los últimos años, no solo a nivel mundial, también en Nicaragua. “Siento que es como los vinilos, que han vuelto”, comenta Tito.

“Ya tenemos años con lo digital, con las computadores y ahora la gente que ha tomado fotos con rollos quiere volver a eso y otros que nunca han vivido la experiencia están empezando. Ahorita hay bastante regreso de lo analógico”, considera Eugenia.

El LABO, lanzará un taller de revelado fotográfico a partir del 1 de septiembre durante cuatro sábados a partir de 09:00 a. m. a 01:00 p. m. Las sesiones serán impartidas por el fotógrafo Pablo Cisneros, quien realizó estudios de fotografía en Argentina, con apoyo de Eugenia Carrión y Ernesto Herrera, fundadores del LABO

El taller incluirá préstamo de cámaras analógicas, dos películas de 35mm, químicos y equipos necesarios para revelar negativos y para ampliar una fotografía en El Labo. El curso tiene un costo de 100 dólares.

Para más información podés escribir al correo: ellabomga@gmail.com.