La realidad es que la Alianza Cívica es como una “paella valenciana” y eso hasta quizás es una fortaleza, no una debilidad. Pero es indudable que los antiguos socios económicos oportunistas de Ortega (Cosep, Amcham, Funides, Upanic) han logrado cooptar la dirección de la Alianza, a su favor y control.
Ello puede explicar la evidente aberración política ante nuestros ojos, dado que en la negociación con el régimen en el Incae, la Alianza no ha querido incorporar a una representación efectiva campesina (corriente de Francisca Ramírez, por ejemplo), ni del movimiento estudiantil-juvenil auto convocado de abril, de las Madres de Abril, ni de los secuestrados políticos del régimen.
La Alianza ni siquiera ha exigido la liberación de Medardo Mairena, uno de sus mediáticos dirigentes. Ni tampoco se le ocurrió incorporar a algunos de los más activos resistentes en prisión, como delegados a esas reuniones de negociación.
Y ahora en vivo estamos viendo que tampoco le ha cedido a ningún excarcelado (que son todavía rehenes políticos del régimen), el derecho de representar al pueblo azul y blanco en las negociaciones con ese régimen genocida.
¿Qué explicación da la Alianza para no incorporar a un excarcelado a esa representación?