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¿El mejor país para ser mujer?

Carlos Herrera | Niú

El Foro Económico Mundial celebró como una historia de «éxito» que Nicaragua ocupe el quinto lugar de los diez mejores países para ser mujer en el mundo, un lugar muy por encima de países como Filipinas e Irlanda, pero incluso sobre cualquier país de América Latina y el Caribe.

Esto significaría que al ritmo que vamos en Nicaragua, según el WEF por sus siglas en inglés, pronto alcanzaremos a países como Islandia, Noruega y Suiza que ocupan el primero, segundo y tercer lugar respectivamente, pero ¿cómo puede ser posible en una Nicaragua bajo dictadura?

Sencillo. El índice se determina mediante cuatro subíndices: Participación económica, logro educativo, salud y supervivencia y empoderamiento político, que son precisamente los espacios en los que la vicepresidenta, Rosario Murillo ha logrado maquillar, tanto o más que a ella misma, la estadísticas.

Participación económica

Con base en estadísticas del Banco Central de Nicaragua, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), asegura que el 48% de las mujeres nicaragüenses mayores de 15 años participan en la actividad económica del país, según su anuario estadístico de 2017.

Pero en ¿qué trabajan esas mujeres? la mayoría de mujeres trabaja en el sector comercio: son fritangueras, pulperas, vendedoras ambulantes, domésticas, mercaderas, operarias de zona franca, agricultoras, etc. Espacios desde los que nunca tendrán la oportunidad de acceso a crédito, por tanto, no podrán aspirar a comprar una parcela para producir o soñar en tener una casa.

Logro educativo

En noviembre, Murillo informó que en cuatro días de matriculas escolares un total de 731 mil 853 niños, niñas y adolescentes habían sido inscritos para el Curso Escolar 2019. No obstante, hace años desconocemos el nivel de retención escolar, ausentismo, abandono y que tanto avanza la lucha por el sexto grado.

De hecho por más que busco datos para ofrecerles sobre el acceso a educación de las mujeres no encuentro.

Salud y supervivencia

Y si hablamos de salud, solo recuerdo a Murillo en su monólogo en Canal 4 ofreciendo datos de muertes maternas. Siempre minimizando porque no te dice que 71 muertos por cada 100 mil nacidos es una de las más altas de la región. Pero ella te habla de las Casas Maternas, donde glorifica la maternidad de niñas de 12 años víctimas de violación e incesto.

Esas mismas niñas que no pueden tener derecho a un aborto terapéutico debido a que en 2006, durante la campaña electoral, Ortega hizo una alianza con las iglesias católica y evangélica y promovió la penalización del aborto incluso en los casos en los que la vida de la madre está en riesgo.

También es valido mencionar el decreto que mutiló en 2014 la Ley 779 (Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres) que redujo el delito de femicidio al ámbito privado y creo ‘consejerías familiares’ que abordarían en primera instancia los casos de violencia. Luego vino la desaparición de las Comisarías de la Mujer, Niñez y Adolescencia.

Por ello, aunque anualmente se registren entre 60 – 70 femicidios según las organizaciones de mujeres, Murillo saldrá diciendo que han eliminado la violencia, disminuido el indice de muertes maternas, y todo mal que ataque la vida de las mujeres en Nicaragua.

Empoderamiento político

En 2012, aparece la Ley 50/50” para garantizar la paridad en el ejercicio del poder municipal y promover una mayor presencia de las mujeres en el parlamento, sin embargo el gobierno nunca tuvo la voluntad real de promover la equidad de género en Nicaragua, pues aunque cada municipio tenga una vicealcaldesa, eso no significa que esa mujer tenga poder de mando.

Porque bien no olvidemos a Daysi Torres y Reyna Rueda, quienes no pasan de cargar santos y cortar cintas mientras Fidel Moreno, secretario general de la Alcaldía de Managua, tomas las decisiones importantes. Y pensemos en las diputadas. La única opositora que habla es María Fernanda Flores de Alemán, pero su postura ha sido de amor-odio con la dictadura.

Burla para las mujeres

Este tipo de informe no pasan de ser una burla para las mujeres. En Nicaragua en el último año registramos 57 activistas presas, 56 que debieron exiliarse y 70 que se esconden en “casas de seguridad”. Miles de mujeres no pueden salir a las calles a ejercer sus derechos individuales e incluso colectivos.
Otras no pueden ver a sus hijas e hijos presos; algunas no saben ni donde se encuentran; algunas se han tenido que exiliar, pero además de todo lo que resultó de la insurrección pacífica de abril de 2018, cargamos con la cuenta de la izquierda capitalista y extractivista que en Davos, solo responde a un cuerpo del capitalismo mundial porque por mucho que hable del ‘pueblo presidente’ lo que le importan son los números (dólares) no las vidas.