Ana Salgado es una mujer optimista. Esta psicóloga y especialista en terapia sexual asegura que aunque la infidelidad es una práctica altamente aceptada en el país, nosotras tenemos esperanza. Según la experta, el 70% de los hombres ha traicionado a su pareja y el otro 30% se mantiene fiel. La cifra podría resultar alarmante para cualquiera, pero ella opta por ver el vaso medio lleno. Tres de cada diez no es un mal número, dice.
La autora de Sexo Sentido, un popular blog en donde la experta comparte consejos para sus lectores, afirma que las relaciones sobreviven mucho más a las grandes catástrofes que a las pequeñas erosiones del diario vivir. Es decir, que si una pareja se pelea todos los días por nimiedades, el pronóstico es peor que si ocurre una infidelidad y se han llevado bien. La clave para superar el episodio, advierte, está en definir si el afectado quiere o no permanecer en la relación. Y si lo hace, debe comprometerse a no hablar más de la traición.
Al consultorio de Ana, ubicado en el residencial Las Colinas, llegan pacientes de todo tipo. Desde personas que están lidiando con una infidelidad (o varias), hasta jóvenes que están descubriendo su homosexualidad, personas que han sido víctimas de abuso sexual, gente que tiene una sexualidad nula o descontrolada, y otros que no logran tener orgasmos. Además, están las parejas que tienen problemas en la cama.
En esta entrevista con Niú, la especialista brinda algunas pistas sobre la sexualidad del nicaragüense y revela qué nos hace particulares en este ámbito. Estas son sus respuestas.
¿Cómo describirías la sexualidad del nica?
En Nicaragua hay una gran cantidad de dolores, secretos y heridas relacionadas a la sexualidad de las que nadie habla. Nadie habla del montón de abortos, abusos sexuales y cosas feas que pasan con la sexualidad.
¿Por qué ese silencio?
La doctora Martha Cabrera (especialista en traumas sociales) afirma que vivimos en una sociedad multiduelos. Ella trabaja curando traumas de guerra en El Salvador en lugar de hacerlo en nuestro país porque aquí nadie quiere hablar al respecto. En Nicaragua todo es “callate”, todo es “no digás”.
Ana acaba de terminar una maestría en constelaciones familiares, un tipo de terapia que reconstruye la historia emocional y psicológica de un paciente a través de las generaciones que le anteceden. Fue así como aprendió a incorporar la simbología a sus consultas.
En un momento de la entrevista, Ana agarra un tazón de vidrio que contiene una variedad de flores secas y toma una alargada, cuya textura se parece a la piel de un erizo. Ella asegura que la mayoría de sus pacientes escogen ese adorno, inconcientemente, para describir sus experiencias sexuales.
¿Qué hace este objeto? – me pregunta
¿Te jinca? – respondo, dudosa
Te lastima – aclara
Ana explica que, en muchas ocasiones, la sexualidad puede lastimar. La especialista afirma que la mayoría de sus pacientes tienen una historia de abuso sexual o conocen la de un pariente. Algunos la reconocen como tal y llegan a su consultorio por eso. Otros no están plenamente concientes del problema.
¿Es posible para un paciente superar un episodio de abuso sexual?
Sí se puede. No podés pretender que no pasó, pero podés digerirlo. Podés continuar con tu vida, tomar los recursos (las estrategias que te brinda el especialista), dejarle la culpa a la otra persona, recuperar lo que perdiste y salir adelante.
¿Cómo lidiás con las emociones de tus pacientes?
Desde la empatía, diciéndoles que puedo entender su dolor. Pero lo que hace la diferencia es que yo he tratado mis asuntos con abuso sexual. Uno tiene que trabajar sus propios asuntos, uno debe hacerse su propia sanación porque cómo le vas a pedir al otro que se sane si no lo has hecho vos. Se hace desde la empatía pero sin tener lástima, enseñando cuáles son los recursos que la persona tiene y demostrándole que es una sobreviviente.
¿Cuáles son los problemas más recurrentes por los que viene alguien a tu consultorio?
Lo más común son las parejas que se pelean demasiado. Lo hacen por tonterías y les dura todo el día. Realmente viven en una batalla muy fuerte. Algunos miembros de la pareja vienen solos. Hay esposos pleitistos que no conozco. (Como humanos) pasamos mucho tiempo en pareja, entonces eso (las discusiones) disminuyen mucho la calidad de vida de la gente cuando viven en conflicto todo el tiempo.
Probablemente cada quien ande en su mundo…
Cada quien jala para su lado, no construyen relación sino que (piensan): yo quiero ganar. Y para poder ganar yo tenés que perder vos, y a nadie le gusta perder.
¿Tal vez somos muy competitivos o egoístas?
No, yo creo que eso es de los seres humanos en general. El biólogo chileno Humberto Maturana dice que nuestra naturaleza es de mamíferos que aman, pero aclara que estamos en una sociedad competitiva y que la competencia implica anular al otro. En ese anular al otro no puede haber convivencia. La gente usa la palabra “ceder”, pero cuando lo hacemos nos quedamos con un mal sabor de boca porque sentimos que nos pasan por encima, por eso nos ponemos duros.
¿Qué rasgo nos hace muy nicas?
Yo creo que lo que nos hace nicas es que somos muy resentidos. También es muy nica la infidelidad. En otras culturas, la infidelidad es una vergüenza social. En Suecia, por ejemplo, tienen una de las tasas de sexualidad más altas. Ellos tienen mucha vida sexual, pero si sos un hombre o una mujer infiel eso es socialmente condenado. En Nicaragua no pasa eso.
¿Ese comportamiento tiene que ver con el machismo?
Es más que machismo. Hay que leer a Sergio Ramírez y la novela “El tambor olvidado” para darse cuenta que va más allá de eso. Es nuestra fundación como nación. Aquí vinieron un montón de europeos sin mujer (a colonizar) y de allí nació todo esto. Ramírez explica muy bien todo este tema de “la querida”. En Nicaragua la infidelidad es mucha. No es que todos los hombres son infieles, no es cierto, solo como el 70%. Treinta por ciento de los hombres son fieles. No está mal…tres de cada diez. Tenemos esperanza.
¿Y no creés que siete de cada diez es como…bastante?
Sí, pero también tenemos tres que pueden ser fieles. Podemos ver el vaso medio vacío o medio lleno. Yo decido verlo medio lleno (ríe).
¿Es posible superar una infidelidad?
Perfectamente. Las estadísticas dicen que las relaciones sobreviven más a las grandes catástrofes que a las pequeñas erosiones del día a día. Es decir, que si la pareja se pelea a diario tiene un peor pronóstico que si se han llevado muy bien y surge una infidelidad por X o Y motivo.
¿Cómo puede uno superar un episodio como ese?
Se trabaja desde diferentes puntos de vista, pero lo primero es que la persona tome una decisión: ¿se quiere quedar o no en esa relación? Cuando toma la decisión de quedarse, el compromiso del afectado es no hablar más del tema. Debe decir: “lo solucionamos aquí y aquí se queda”. De lo contrario encontrás soluciones mediocres y veinte años después seguís escuchando: “sí, es que vos maldito, la mujer aquella…”
La persona tiene que tomar esa decisión, pero a veces la gente no quiere perder nada. Solo quieren que no haya sucedido (el episodio) y no se puede. Lo segundo es ver la dinámica, analizar qué pasó entre ellos para que eso haya sucedido y que hubiera tanto espacio para que cupiera alguien más. Lo tercero es la dinámica de compensación. En una relación siempre hay alguien que la ha embarrado más y dicen: “si este la embarró más, lo mínimo que puede hacer uno es compensar, ¿no cree usted?”
Hay algunos que son bien descarados, me parece a mí.
¿Existe alguna diferencia entre el hombre y la mujer que viene a consulta?
Hay dos diferencias fundamentales cuando la pareja del paciente no tiene deseo sexual. Los hombres vienen a decirme: mire, compóngamela. Las mujeres vienen llorando y diciendo: es que no me quiere tocar. Es como si todo fuera culpa de las mujeres. No es el 100% de los casos pero esa es la dinámica en general.
Lo segundo es que los hombres, a nivel individual, vienen por poquísimas cosas que no estén relacionadas a su sexualidad. Todo lo demás ellos (sienten que) lo pueden solucionar, pero la sexualidad les importa mucho. Las mujeres, por otra parte, pueden pasar diez años sin relaciones sexuales y no les importa tanto.
¿Qué aspectos de la sexualidad son las que más importan a los hombres?
Cuando pierden las erecciones o cuando tienen eyaculación precoz. Y bueno, las eyaculaciones precoces sí y solo sí tienen una mujer que les importa mucho. Pocos, solo algunos, vienen por adicción al sexo. Lo que pasa con este tema es que una adicción al sexo en una sociedad como la nica es similar a la adicción al alcohol. Si todos somos picados, pues entonces no hay ningún problema. El adicto al sexo lo puede enmascarar en donde la hipersexualidad o la sexualidad descontrolada se ve de lo más normal en un hombre. Sólo si los agarran…
… es que se preocupan…
¡Qué van a preocuparse! Es porque las esposas los mandan (a atenderse). A veces sí se preocupan ellos, a veces. Pasa cuando hay un proceso o cuando los tienen controlados con pastillas, con ansiolíticos, y quieren vivir sin pastillas.
¿Por qué algunas mujeres pueden pasar tanto tiempo sin sexo?
Hay mujeres que no tienen deseo sexual, otras anulan su sexualidad. Es difícil porque en Nicaragua no hay muchos mensajes positivos con respecto a una mujer que goza de su sexualidad. “Ni quiera Dios, (le dicen) puta”.
¿Vos considerás que la mujer nica vive más libremente su sexualidad hoy que en otras épocas?
Es una cuestión de maquillaje nada más, pero en realidad no. Me refiero a que aquí han venido niñas de 21 años que se han acostado con quien se les ha dado la gana planteando que no han tenido ni un orgasmo en su vida. Entonces yo pregunto: ¿de qué les sirvió tener tantos individuos en su vida? De nada. El discurso ha cambiado, pero lo subyacente es lo mismo. “Yo me acuesto con todo este montón pero lo que importó fue el placer de él y no el mío”. ¿Qué es eso?
¿Qué tan importante es para las nicas el qué dirán?
Eso depende del individuo. Importa tanto en hombres como en mujeres. Aquí he recibido a chavalitos de 15 años con disfunción eréctil porque dicen que no son como los de las películas.
¿Y dónde puede encontrar nuestra sociedad esa educación sexual que necesita?
En ningún lado, mi amor. Es horrible, ¡horrible! Ayer mismo mi madre me enseñó un libro de Filosofía de cuarto año del Ministerio de Educación que hablaba acerca de la moralidad. Lo amoral, decían, es lo que va en contra de lo entendido como bueno en la sociedad o por uno mismo, como por ejemplo, decían, el sexo entre personas del mismo sexo. ¡Bravo, fantástico! Eso es espantoso.
¿Cómo está afectando la tecnología a la sexualidad? ¿La mejora, la empeora?
Yo pienso que lo empeora, porque la gente tiene menos habilidades sociales y expectativas irreales.
¿Cómo puede enfrentar un joven, sea hombre o mujer, su salida del closet?
Ay, la tienen grave. Allí lo más importante es la familia. Es decir, que si al muchacho la familia lo apoya todo lo demás le vale, porque es su soporte. Pero si tiene la desgracia de que la familia no lo apoya, lo otro es más difícil, que es lo que pasa muchas veces porque hay un mal entendimiento de lo que es la sexualidad.
¿Qué están haciendo tus pacientes en ese sentido?
Algunos lo enfrentan bien porque tal vez el “coming out” ocurrió un poco más tarde en su vida o recibieron menos comentarios negativos de la misma familia. Pero digamos, tengo un muchacho de 21 años que acaba de empezar a darse cuenta de su homosexualidad y se quiere matar. Y no es el único, son varios.
¿Y qué hacés vos como profesional con esta idea? ¿No te alarma?
Alarma, pero uno no se puede alarmar demasiado porque es peor. Uno tiene que conectar a la persona con su responsabilidad. No le voy a decir que no se mate, porque si se va a matar lo va a hacer, sin importar si se lo digo o no.
Tuve una supervisora hace mucho tiempo y justamente llegué con esa pregunta: ¿qué hago con esto? Ella me dijo que les planteaba: bueno, si usted se va a matar mátese. Y me aseguró que hasta la fecha nadie se había matado. La persona tiene una responsabilidad sobre su vida, si se quiere matar, ¿qué voy a hacer?
¿Considerás que vivimos en una sociedad más abierta al tema de la sexualidad?
No. Creo que ha habido hasta cierto punto un retroceso en los últimos tiempos. Me parece a mí que en los ochenta hubo un cierto avance. Tenías a la Chilo Marenco hablando de sexualidad en la televisión, hubo todo un movimiento. Pero ahorita ha habido retroceso con el tema del aborto terapéutico, por ejemplo, o con el manual de sexualidad del Ministerio de Educación, que era muy bueno y el pobrecito quién sabe dónde anda acumulando polvo. Diría que pareciera que sí estamos avanzando por el montón de chigüines enviándose fotos de sus genitales. Esto es lo mismo, pero en un empaque diferente.
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