La demanda por parte de las mujeres del parto libre, entendido este como el parto sin asistencia por parte de profesionales legalmente acreditados para la misma, es cada vez más frecuente.
Aunque en nuestro país sigue siendo una opción minoritaria, en países como Estados Unidos, Canadá, Finlandia, Reino Unido y Suecia es una elección recurrente y motivo de preocupación para los profesionales de la salud materno infantil. La difusión de estas experiencias a través de foros específicos y redes sociales hace suponer que puede tratarse de un fenómeno emergente.
¿Por qué está en auge?
Esta demanda viene dada como respuesta al empoderamiento de las mujeres y a la percepción de la excesiva medicalización del proceso de embarazo, parto y puerperio. Los ampliamente descritos episodios de violencia obstétrica también contribuyen a la elección de esta forma de nacimiento.
El parto, hasta hace escasas décadas, era identificado como un trance inevitable y doloroso. Sin embargo, cada vez es visto por más mujeres como una experiencia vital fisiológica y empoderante, que debe ser vivida en plenitud.
Parto libre y parto domiciliario
No debe confundirse el parto domiciliario con el parto libre. El primero, aunque también tiene lugar fuera del ámbito hospitalario, cuenta con los medios para desarrollarse con seguridad y está supervisado por un profesional de la obstetricia. En este caso, si fuese necesario, acudiría con la parturienta a un centro hospitalario.
La evidencia científica demuestra que el parto domiciliario, con asistencia sanitaria, en mujeres de bajo riesgo ofrece resultados satisfactorios tanto obstétricos como neonatales. Esta es una opción que contemplan los servicios públicos de salud de países como Holanda o Inglaterra.
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Cualquier profesional de la salud, incluso sin formación específica en obstetricia, es consciente de las complicaciones que pueden desencadenarse en un parto que, a priori, es considerado de bajo riesgo.
Los profesionales de obstetricia que atienden partos domiciliarios estudian a aquellas mujeres que pueden ser candidatas a parir en casa. En el caso del parto libre, no hay ningún profesional de la salud que avale esta decisión ni pueda actuar con celeridad si se desencadena alguna complicación.
A menudo, los partos libres son asistidos por doulas. La función de la doula es acompañar en el parto. En España, no existe una formación reglada para su capacitación, por lo que no existe una autoridad competente que certifique la idoneidad de estas personas para atender partos. No obstante, lógicamente, sus servicios son retribuidos.
Riesgos del parto libre
No debemos olvidar que la mortalidad relacionada con el parto a nivel mundial sigue alcanzando cifras alarmantes. La Organización Mundial de la Salud estima que cada día mueren unas 830 mujeres por complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto y unos 7 000 recién nacidos.
La mayoría de estos decesos son evitables y ocurren en países de bajos ingresos. Complicaciones como hemorragias o infecciones son causas muy frecuentes de mortalidad materna. Estas son fácilmente prevenibles y tratables con los medios técnicos y humanos adecuados. Sin una asistencia apropiada, las complicaciones durante el parto pueden significar la muerte o la enfermedad grave de la madre o del recién nacido.
Además, desde un punto de vista legal, los padres asumen un riesgo si se produjera un resultado lesivo para la criatura, a consecuencia de la falta de asistencia profesional.
¿Por qué una mujer no quiere dar a luz en el hospital?
Más allá de la razonable preocupación que puede suponer esta situación, es acuciante la siguiente reflexión: ¿Qué lleva a una mujer, con medios disponibles, a parir en su casa sin asistencia sanitaria?
La mayoría de los estudios realizados coinciden en que las mujeres que recurren a esta opción consideran que el parto es una situación fisiológica. Argumentan que quieren disfrutar una experiencia vital única en privacidad e intimidad y haciendo valer su individualidad y sus preferencias culturales.
Ante estas afirmaciones, urge reformular la naturaleza de los servicios de obstetricia. El Plan de Parto y Nacimiento no parece ser suficiente para atender las necesidades de las familias que optan por fórmulas alternativas como el parto libre.
Servicios de obstetricia deficientes
Favorecer la libertad de movimientos y la adopción de distintas posturas durante el parto, facilitar el contacto piel con piel precoz, garantizar la privacidad y la intimidad son algunos de los factores que ayudarían a las mujeres a decidirse por realizar un parto asistido por personal sanitario.
Además, se recomienda facilitar el acompañamiento continuo de una persona de su elección, permitir la ingesta de líquidos claros o incluir el uso de materiales y técnicas que favorezcan el confort, como pueden ser el empleo de esferodinamia, masajes, hidroterapia, etc.
Estas actividades, entre otras, son fácilmente implementables en los servicios de obstetricia y, aunque parezcan esenciales, aún son utópicas en muchas maternidades.
A pesar del rechazo que puede suponer la elección del parto libre para los profesionales de la salud por motivos científicos, profesionales y éticos, no conviene olvidar que se trata de una opción a la que muchas mujeres acceden tras experiencias negativas en el ámbito hospitalario.
A modo de conclusión, parece sensato advertir de la necesidad de respetar las preferencias de las mujeres embarazadas, ayudar en la toma de decisiones informadas, individualizar los cuidados asistenciales y favorecer una experiencia positiva del parto y el nacimiento.
*Este artículo fue republicado de The Conversation bajo licencia Creative Commons. Lea el artículo original. Eloísa Fernández Ordóñez, PDI. Departamento de Enfermería y Podología, Universidad de Málaga