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El planeta boxeo, pesa menos
Carlos Herrera | Niú

A pesar de las desviaciones personales que como humano voluble sufrió Alexis Argüello, el timbre de orgullo que la nación dariana le ha profesado persiste sin perder brillantez.

Los Dioses lo querían más cerca; por eso Alexis Argüello arde indefinidamente en la cumbre del universo boxístico.

Un artista del ring capaz de enamoramos con un jab y ponernos de pie con el torbellino destructor de una derecha como aquella frente a Ray Bom Bom Mancini en Atlantic City; dos atributos de una amplia gama.

Su historia es un cofre que anida obras, un obsequio de hadas para simples mortales. Imágenes y momentos de reconocimiento que se amontonan traspasando las barreras del tiempo definiendo un antes y un después.

Hace diez años nos golpeó de manera abrupta su misteriosa muerte, un manto de dudas se multiplicó cubriendo de luto a la nación. Persiste el escepticismo por los vacíos en la investigación. Quedan más preguntas que respuestas…

El despegue

Argüello se embolsó la simpatía y desde el inicio de su fulgurante carrera siempre tuvo pase VIP en cada corazón, hasta hoy un hecho inédito y de difícil reedición. Hay personajes irreemplazables y Alexis es para el país -sino el único, uno de pocos…

A pesar de las desviaciones personales que como humano voluble sufrió, el timbre de orgullo que la nación dariana le ha profesado persiste sin perder brillantez. Jamás se devaluó, todo lo contrario quedó encriptado y traspasó las vallas generacionales. Los genios poseen esa virtud y Argüello como uno de ellos -guantes en mano- llevó su talento a otra dimensión abriendo puertas vetadas, colocando a Nicaragua en sitios cimeros. El pueblo sintió como propio el éxito arrasador de Alexis y él dejándose querer creó un lazo inextinguible.

Entre ases

Cultivado en una de las épocas más doradas del pugilismo, con Alí centelleante alrededor suyo…escoltado en las valoraciones por Leonard, Hagler y Durán; Alexis emergió de la pobreza sin más gasolina que la fuerza avasalladora del que no concibe convivir con la mediocridad. Se elevó tan alto que su tránsito le permitió moverse entre figuras como Wilfredo Benítez y Carlos Monzón.

Cortesía La Prensa | Niú

Los sucesores en su natal Nicaragua se han estrellado con un legado galvanizado por la férrea oposición a la que se enfrentó, la forma en que los redujo y separó de su camino ha sido una pared en la que rebotan incluso las cuatro coronas mundiales de Román Chocolatito González (único nicaragüense tetracampeón). Tambalear siquiera la idolatría del pueblo por el héroe eterno se ha convertido en un hecho imposible.

El éxito

Capturó tres títulos, sin embargo aunque su trayectoria le condujo hasta el salón de la fama en Cannastota, se mostró de cuerpo entero. Su fragilidad quedó evidenciada al librar cruentas guerras contra las adicciones.

El tiempo que deshoja calendarios, le coloca como el mejor ligero de la historia. Una humildad inherente le permitió conectar con las masas, esa cualidad que escasea si el éxito es un huésped permanente en tu vida. Vale subrayar que las bondades y excesos que el éxito acompañado del dinero traen consigo jamás le hicieron levitar.

La trampa y la caza

En busca del más allá porque siempre se exigió la milla extra, “El Caballero del ring” se enfiló como buen soldado por la conquista de otra cumbre frente a un halcón llamado Aaron Pryor. La cuarta corona le fue imposible, pero su primer duelo en el Orange Bowl de Miami frente a Pryor reafirmó su condición de pura sangre.

Solamente la “botellita mágica” fraguada por el astuto Panamá Lewis logró detener al huracanado Argüello – el audio y el video del combate- testifican la trampa y la caza de la que fue objeto el nicaragüense.

¿Qué habría ocurrido sin la pócima milagrosa, con un Argüello acostumbrado a deshilachar toda oposición en los rounds finales? El desenlace se hubiese escrito de otra manera creo yo…

Navegar sobre aguas de intriga apasionada y aunque la verdad nunca la sabremos; Argüello dejó para generaciones posteriores un testimonio de la grandiosidad con la que fue ungido. En mi opinión, el mejor Alexis fue ese que vimos en Miami frente a Pryor. Solamente “la ingesta de un fraude” pudo cambiar el final del treceavo round, aunque ya la inmortalidad de Argüello estaba escrita.

Con su deceso el mundo del pugilísmo pesa menos. Así ilustró Rubén para las letras la pérdida de Víctor Hugo.

Lo cite al principio: Los Dioses lo querían más cerca; sin duda por su contacto perfecto con los adversarios. Alexis aún vive; su leyenda es imperecedera.