La poesía de Ernesto Cardenal se mueve entre la religión y la ciencia, entre lo místico y los datos científicos. El también sacerdote se define como un innovador para crear lo que llama “poesía científica”, un viaje interior para cantar el origen del universo, su evolución, y el conocimiento científico que lo explica.
“Creo que soy el único poeta, o al menos el único que yo conozco, que está haciendo poesía sobre la ciencia, poesía científica”, aclara Cardenal en su casa del barrio Los Robles, de Managua.
Lo que los científicos cuentan en sus conferencias o revistas especializadas con datos duros, comprobaciones, observaciones y experimentaciones ajenas o difíciles de entender para un gran público, Cardenal lo interioriza y lo presenta a los lectores en una obra magistral, aplaudida por la crítica, que ya es vista por los estudiosos de su producción literaria como su obra cumbre: el Cántico Cósmico.
El poeta, galardonado con el premio Reina Sofía de Poesía —el más importante en su género que se entrega en lengua española— se aparta en esta ocasión de la controversia política que lo ha llevado nuevamente a los titulares de la prensa mundial por una disputa sobre una propiedad en Solentiname (el archipiélago que él elevó a mito), para conversar sobre su pasión por la ciencia, la formación del universo y su evolución. Un viaje interior a través del conocimiento científico, su propio viaje cósmico.
Cardenal, quien siempre se ha mostrado huraño con la prensa y los periodistas, en esta ocasión conversa con soltura, tal vez porque la plática está enfocada en sus dos grandes pasiones: la ciencia y la poesía. De hecho, el poeta comienza la entrevista recitando un extracto de sus Epigramas, los poemas de amor famosos mundialmente, cargados de erotismo, y en los que enamora “a una muchacha” haciendo uso de datos científicos.
Usted ha hecho en su vida un gran viaje en el que ha encontrado la religión y también la ciencia, ¿cómo surge la idea de preparar el Cántico Cósmico?
Siempre he tenido interés por las ciencias naturales, por libros sobre los océanos, sobre las mariposas, sobre las tribus primitivas. Desde joven comencé a hacer poemas con motivos científicos, por ejemplo un epigrama de juventud para una muchacha, que te recito:
Ileana: la Galaxia de Andrómeda,
a 700.000 años luz,
que se puede mirar a simple vista en una noche clara,
está más cerca que tú.
Otros ojos solitarios estarán mirándome desde Andrómeda
en la noche de ellos. Yo a ti no te veo.
Ileana: la distancia es tiempo, y el tiempo vuela.
A 200 millones de millas por hora el universo
se está expandiendo hacia la Nada.
Y tú estás lejos de mí como a millones de años.
Todos los datos, las cifras científicas que aparecen aquí fueron tomadas de mis lecturas de entonces y resolví meterlas en un poema.
El Cántico Cósmico es una empresa literaria de gran envergadura, ¿cómo se preparó científicamente para escribirlo?
Empecé yo a estar leyendo muchos libros de ciencias naturales y de divulgación científica, sobre el origen del universo, sobre las estrellas, sobre todo lo que era la naturaleza. Y empecé a tomar notas para lo que sería un extenso poema sobre la ciencia, sobre la creación del universo, el cosmos. Me fui dando cuenta que ese poema podía ser de unas noventa páginas, pero después, teniendo muchas notas, me di cuenta que solo con datos científicos el poema iba a ser monótono y muy aburrido. Entonces empecé a ponerle anécdotas personales, cosas de política, cosas místicas, datos históricos y sucedió que el poema fue creciendo, demasiado, pero era para darle vida a lo que era secamente científico. Lo publiqué sin que hubiera considerado que estuviera terminado, porque aún faltaban algunos temas, pero había que hacerlo, porque tenía mucho tiempo de estarlo guardando. Después publiqué algunos otros poemas que fueron subproductos del Cántico Cósmico.
¿Usted buscaba en este proceso creativo, de investigación científica, respuestas específicas sobre la vida, respuestas a dudas existenciales?
Yo buscaba la poesía, era eso lo que me inspiraban a mí los poemas. Por ejemplo la primavera, las noches estrelladas, la naturaleza. La poesía siempre ha sido sobre la naturaleza, pero como la ciencia ha avanzado mucho, había también que avanzar en la poesía como en los avances científicos. Yo hice una poesía más moderna que la antigua poesía sobre la naturaleza.
¿Qué relación hay entre ciencia y religión? ¿Hay un punto de unión entre ambas?
Richard Feynman, un científico de física cuántica se pregunta, y te leo: “a nadie inspira nuestra actual imagen del universo este valor de la ciencia, sigue sin ser cantado por los cantores. Uno está reducido a oír no una canción o un poema, sino una conferencia en la noche”. Yo soy una excepción, yo hago poemas sobre ciencia. Te leo lo que ha dicho el biólogo inglés (John Burdon Sanderson) Haldane: “la ciencia es más estimulante para la imaginación que los clásicos”. Y el físico Paul Davies ha dicho: “la ciencia es un camino hacia Dios más seguro que la religión”. Y yo así lo creo, porque las religiones dividen a los pueblos y la ciencia no. Otro científico ha dicho: “demasiados poetas, y durante demasiado tiempo, han ignorado la mina de oro de la inspiración que ofrece la ciencia”. Estas son las razones por las que yo he hecho estos poemas con temas científicos. Y en cuanto a lo de Dios, estos también son poemas sobre la creación, que está hecha por Dios. Para mí es casi como una oración el estar leyendo los libros científicos, porque estoy viendo ahí lo que algunos han dicho que son huellas de la creación de Dios.
¿Este viaje cósmico ha terminado o sigue produciendo más poesías sobre la evolución del universo, la ciencia?
Hay otro libro posterior al Cántico Cósmico que se llama Versos del Pluriverso, donde hay temas que no fueron tocados antes, como el hombre de las cavernas, la diosa madre, la Venus de los antropólogos. Escribo sobre temas científicos cuando tengo una inspiración de ellos.