¿Qué series ven los adolescentes en Netflix? ¿De qué tratan estas series? ¿Hablan de sexo? ¿De drogas? ¿De consumo de alcohol? Estas son algunas de las preguntas que muchos padres y madres se hacen en el actual ecosistema mediático en que vivimos.
Con la llegada de plataformas como HBO, Amazon Prime Video o YouTube, entre otras, hemos podido observar cómo las formas, aparatos y espacios de consumo mediático se han diversificado y modificado. El consumo se ha desplazado del salón de la casa a otros espacios más íntimos como las habitaciones e, incluso, el baño.
También a espacios públicos. De hecho, no es difícil encontrar adolescentes viendo una serie en el metro o visionando vídeos de YouTube con sus amigos mientras comparten tiempo en un parque.
Por su parte, el televisor se ha visto reemplazado por otros dispositivos, como el móvil o el portátil, y otras plataformas. La pequeña pantalla del móvil no es un obstáculo para los y las adolescentes y, a cambio, les permite un consumo individual y personalizado, a través de las plataformas de vídeo bajo demanda (ya hablaremos en otro momento de algoritmos y de la importancia del usuario).
El tránsito a la vida adulta y la representación
Todos estos cambios, de alguna manera, generan incertidumbre y preguntas, como las expuestas anteriormente, entre los padres y las madres.
De nuevo, ¿qué ven hijos e hijas en las plataformas de vídeo? En su último libro, Joan Ferrés señala que “las pantallas, como los espejos, sólo tienen valor en cuanto reflejan a la persona que interacciona con ellas”. Es decir, solo tienen sentido para el interlocutor cuando éste se ve representado en ellas.
Es lógico, por lo tanto, pensar que los y las adolescentes buscan productos juveniles que les hablen sobre ellos mismos y esto implica, necesariamente, hablarles del tránsito a la vida adulta y de la búsqueda del ‘yo’.
Se trata de series, películas y vídeos donde se ven reflejadas las primeras experiencias en el ámbito amoroso y sexual, pero también las relaciones con los amigos y con los padres, el consumo de alcohol y otras sustancias, el uso de las redes sociales, etc. Así que, respondiendo a las preguntas que iniciaban este artículo: sí, estas series hablan de sexo, de drogas y, también, de mucho más…
Por 13 razones: suicidio y cultura de la violación
La trama de la serie Por trece razones (Netflix), por ejemplo, se articula alrededor del suicidio de una chica adolescente y, a través de la escucha de 13 cintas y del recurso del flashback, conoceremos a esta chica y su día a día en un instituto de Estados Unidos.
Una rutina donde destacarán el micromachismo y el bullying. Cabe señalar que Por trece razones no ha escapado a la controversia. De hecho, la prensa se hizo eco de cierta preocupación por la posible incitación al suicidio que podría promover la serie entre los adolescentes y jóvenes vulnerables.
Por otra parte, también se ha discutido sobre la cultura de la violación que puede reforzar la serie a través de la culpabilización de las víctimas. Debates que, de una manera u otra, nos llevan a hablar de suicidio y depresión adolescentes, cultura de la violación y revictimización de las mujeres que han sufrido una violación, entre otros.
Élite: riesgos y marginalidad
La serie española éxito de audiencia Élite (Netflix) también resulta un ejemplo interesante en este sentido. Élite nos habla de corrupción, de xenofobia, de homosexualidad, de clases sociales y de marginalidad. Y lo hace de manera compleja y arriesgada, tanto a nivel de tratamiento temático como de puesta en escena y estética.
Nos presenta un thriller juvenil de suspense con toques de cine negro (es inevitable no destacar la interesante construcción de la femme fatal adolescente del personaje de Carla) que consigue sumergir y enganchar al espectador en la narrativa.
Quizás el punto más interesante sea el intento de la serie por desestigmatizar una enfermedad todavía muy vinculada a la marginalidad, el VIH. Y lo hace a través de Marina, una chica adolescente heterosexual y de clase alta.
Euphoria, sexo y drogas
Por último, resultaría imposible no hablar de una de las series adolescentes que más revuelo ha despertado: Euphoria (HBO). Es, seguramente, una de las series que más pueda asustar o escandalizar a padres y madres, pero que nos puede ayudar a trabajar y entender preocupaciones actuales de la adolescencia.
Euphoria nos presenta los conflictos y problemas que viven un grupo de adolescentes de EEUU. A través de sus protagonistas nos habla de la angustia y depresión adolescente, del consumo de drogas, de la violencia de género, de la aceptación del propio cuerpo, del estigma unido a la pérdida de la virginidad, del consumo de porno, etc.
Todo ello lo hace presentándonos nuevas masculinidades y feminidades y, seguramente el punto más interesante de la serie, con las vivencias de una adolescente transgénero: Jules. Con una estética rápida, en continuo movimiento, dinámica y colorida que parece querer representar el estrés y transvase que puede suponer el crecimiento, el dejar de ser niño/a, Euphoria nos habla de temas que, hasta el momento, era difícil encontrar en una narrativa adolescente.
El éxito de los temas adolescentes
Como podemos observar, Netflix o HBO, junto a otras plataformas, ofrecen a los adolescentes múltiples productos juveniles. Y muchos de estos, como las series comentadas aquí, han tenido un gran éxito de audiencia y de crítica (pero también han despertado controversias).
Esto no es nuevo. Hace más de una década la serie Física o Química (Antena 3) ya fue definida como un “fenómeno adolescente”. Y hace solo unos días hemos podido ser testigos de la importancia que tuvo para toda una generación, ya que FoQ: el Reencuentro ha vuelto a ser éxito de audiencia 12 años después de la emisión de su primera temporada.
El papel que estas series tienen para los y las adolescentes es importante. Se trata de productos juveniles protagonizados por personajes adolescentes que presentan intereses y preocupaciones de los y las jóvenes. Por lo tanto, conocer los productos audiovisuales que ven significa, también, conocerlos a ellos y ellas, entender un poco más sus preocupaciones y sus mundos.
Por este motivo puede resultar interesante ser partícipes de estas experiencias. Tal vez sea difícil, pero sería interesante superar los consumos mediáticos individualizados e intentar promover una experiencia de visionado colectiva (padres y madres con hijos e hijas, por ejemplo). Esto nos puede ayudar a acercarnos al mundo adolescente y a sus inquietudes, a través de debates y conversaciones que despierten las narrativas de las propias series. Y, si no, como mínimo, servirá para compartir tiempo de entretenimiento en familia.
Este artículo fue republicado de The Conversation bajo licencia Creative Commons. Lea el artículo original. Maria-Jose Masanet, Profesora Lectora Serra Húnter. Comunicación Audiovisual, Universitat de Barcelona