Antecedentes. Fue muy comentada la respuesta de una agobiada señora, de esas sandinistas por costumbre, que en las cámaras de televisión del Gobierno en los sucesos del ocho de mayo de 2018, cerca de la UPOLI, declaró que no sabía la ruta de bus en la que venía de pasajera a su casa y que supuestamente los “vándalos” querían incendiar. Abundaron los memes con la pregunta: ¿Cuál es la rutaaa?
La ruta, como el vehículo, son importantes. Desde esa fecha, el concepto de “ruta” empezó a cobrar vida activa en nuestros hechos políticos. Todos entendimos que era imposible estarse moviendo de un origen a un destino, sin saber cuál es la ruta que habías tomado. No podías tomar una ruta si no sabías donde querías llegar, porque no vale tampoco la respuesta tipo gato de Cheshire en el cuento de Alicia, porque si no tenés un destino al cual querés y necesitás llegar, no es relevante la ruta, aunque siempre llegaremos a alguna parte.
O sea, con esa señora sandinista entendimos la importancia estratégica de tener un punto de llegada como referencia, para ir confirmando, en todo caso y momento, ya puestos en movimiento, que vamos por el rumbo correcto. Pero el caso de la señora no ha sido la única burla sobre las rutas a ninguna parte.
No es la única burla sobre la ruta política. El 16 de febrero de 2019 Nicaragua fue sorprendida con la noticia que nuestros tres banqueros principales se habían reunido con Ortega y Murillo, y con presencia del moseñor Brenes de Managua y el Nuncio del Papa, preocupados por los índices de contracción económica en todos los órdenes que se venían experimentando desde el estallido de la crisis a partir de abril 2018 y en busca de alternativas de solución. Es vox populi que fue Ortega quien los llamó y no al revés, como dijeron los sendos relacionistas públicos.
Hay que recordar aquí que los banqueros tienen una formación-o deformación, como se quiera- especial, y es que padecen de una presión angustiante que podríamos llamarle “síndrome del valor presente” , un dilema de toma de decisiones que busca responder a la eterna pregunta: “¿Que vale más, un dólar al día de hoy o un dólar al día de mañana?” En tiempos de crisis, el dólar se vuelve muy existencialista y como los pollitos asustados, se cobijan bajo las alas de quien les proteja. Esos aleteos reunieron a los cuatro banqueros preocupados (…) sí, cierto, el cuarto banquero es Ortega.
Ese día, los banqueros anunciaron (y así fue), que más adelante el régimen sandinista iba a llamar a un segundo diálogo.
Hagamos una pausa y recordemos que el primer diálogo Sociedad-Poder fue en mayo del 2018, el cual retuvo a la “oposición” en una capilla ardiente mientras Ortega subía exponencialmente las víctimas de su represión: muertos, heridos, secuestrados, exiliados, aterrorizados, sitiados, acosados, despedidos, amenazados, a pesar del potente llamado iniciático del joven Lesther Alemán.
Iniciático porque ese discurso fue para todos como el reto de sentir de improvisto un torrente de cubos de hielo. En los once años, en realidad nunca, habíamos presenciado un tú a tú entre sociedad y poder, entre lo nuevo y lo caduco, entre lo vivo y lo muerto. Muchos sentimos una reedición del “Yo acuso” de Carlos Fonseca ante la dictadura militar somocista. Pero el régimen de inmediato se recompuso, alarmado por lo que sentía que podía venir y recrudeció su represión mientras formaba comisiones y comisiones distractoras en ese diálogo intermediado por los obispos.
Desde mayo 2018 que inicia el Diálogo 1.0, la chispa rebelde se fue apagando lentamente, hasta que vimos, a la Alianza y a los obispos, viajando al departamento de Carazo en una de las “comisiones de trabajo” con el régimen para ayudar a desmontar los tranques de cienes de furgones extranjeros varados allí por varias semanas.
Fue literalmente fatal ese error político. Curiosamente, el gestor principal de esta maniobra política fue el “representante del pueblo” en la Alianza Cívica, Jorge Solís, el mismo que salió iracundo exigiendo no se le hiciesen más memes al Nuncio, en alusión directa al activista al humor del caricaturista Pedro X. Molina.
Movidos los furgones, paramilitares y guardias sandinistas entraron como cuchillo en mantequilla en Jinotepe y desde allí, recrudecieron sus crímenes por todo el país, en la nefasta pesadilla humana de la “Operación Limpieza”. Fatídico error de la Alianza en el Diálogo, que casi nadie se atreve a señalarlo.
El segundo fiasco sobre : «¿Cuál es la rutaaaaa?»
En la segunda jornada de oxigenación, Ortega pre ondicionó algunas exigencias para viabilizarla a partir del 27 de febrero del 2019: Esta era una fase “no de un diálogo, sino de una negociación“, como lo ratificó bien el Dr. Carlos Tünnermann: debía ser además, entre grupos pequeños; sin cámaras, fotos de celulares ni micrófonos; habría secretismo exceptuando los consensos a los que se llegase. Y lo principal, fue público que Ortega seleccionó a los miembros de la Alianza que le podrían ser potables en esa negociación.
Los obispos, que a veces parecieran mirar el interior de las almas, decidieron apartarse, aunque en realidad, estaban siendo apartados y ninguneados en esta fase. Así, fue casi literal: la capilla de negocios del INCAE sustituyó a la capilla religiosa del Seminario católico del Diálogo 1.0. Las esperanzas fueron sustituidas por las realidades. Business is bussiness.
Como resultado, es natural que más del 50% de los “representantes del pueblo” en la Alianza, provengan no de organizaciones comunales, campesinas, de pobladores, trabajadores, etc., sino de las organizaciones gremiales o políticas relacionadas.
Y aquí está de nuevo el asunto de la ruta: Desde el INCAE salieron las palabras mágicas: las delegaciones de Ortega y de la Alianza Cívica, en conjunto nos anunciaron que de allí se iba a derivar una “hoja de ruta” para la solución de la crisis nacional. Todos aplaudimos: Bueno, casi todos, siempre hay santos tomases.
Ilustres doctores en economía, exrectores universitarios, eternos presidentes gremiales de los empresarios, mujeres de alta experticia en temas jurídicos, nos decían una y otra vez que las negociaciones iban avanzando en esa “hoja de ruta”, que insisto, la entendíamos como lo ya mencionado: la estrategia que nos va a llevar de un punto A, hacia un punto B, con todos los hitos importantes entre ambos, no al estilo del gato de Alicia o de la señora de la ruta.
Pero el cinco de marzo de 2019, ambas partes nos anunciaron “luego de intensas jornadas” que la “hoja de ruta“, era más bien el reglamento interno de cómo iban a funcionar y nos explicaban cosas como que: ” La mesa de negociación está ubicada en una sala que adecuó INCAE para éste propósito (…) Se disponen de las oficinas que se requieran”,”se instaló una bandera de Nicaragua”…ah!… “y una mesa redonda”.
Con más de 325 asesinados, miles de heridos, cientos de desaparecidos, 600 secuestrados sin un debido proceso judicial, ese fue el primer paso de la Alianza para salir de la crisis en Nicaragua. Igual que la broma de “Lady Amnesia“, la Alianza estaba sin estrategia, sin plan, sin norte ni sur. Sin rumbo.
Y por consecuencia, hasta este momento la ciudadanía nicaragüense también carece de lo mismo. Y lo que es casi natural en nuestra cultura nacional: cualquier análisis o planteamiento que no sea un calco de lo dicho y hecho por las altas esferas empresariales de la Alianza, son “acciones divisionistas”. No se admite evaluación política de sus actos, porque simplemente no hay parámetros políticos para ello. Por eso la abundancia de respuestas sobre la fe, la confianza en las personas, las trayectorias profesionales, sus capacidades académicas, su sabiduría, para rechazar de plano esas valoraciones políticas. Pero es más que evidente esa debilidad de visión, de estrategia y metodológica de la llamada ahora “oposición” de Ortega.
¿Cómo encontrar el rumbo? Lo que hace Alicia al llegar a una encrucijada de su camino es preguntar al gato para poder decidir sobre la ruta que tomar y dotarse así de una estrategia y dirigir allí sus energías. Preguntar sobre la ruta puede ser un buen primer paso, ya que la búsqueda de la salida es simple si hacemos las preguntas simples:
¿Hacia dónde queremos llegar: a una dictadura democratizada o hacia una auténtica democracia?
¿Deseamos conquistar un nuevo modelo económico político o mejor nos adaptamos a una “suavización” del modelo de poder del sandinismo, o sea, del Ortega Murillo? (limemos las uñas al monstruo, así no arañará tanto)
¿Queremos una salida de esta crisis, con la dictadura o sin la dictadura?
¿Queremos un cambio de nombres en el sistema de poder o queremos un cambio de raíz en el modelo, como formularon los obispos?
¿Queremos que Ortega y Murillo salgan del poder o creemos que es el FSLN todo, quien debe salir del poder?
¿Cambiará la situación si acordamos con Ortega el cambio de algunas reglas electorales y unas fechas diferentes para las próximas elecciones o debemos revolucionar la democracia hacia un modelo mas participativo, mas plebiscitario?
Si usted quiere y puede enviarnos sus respuestas o más preguntas orientadoras en ese orden, que nos hagan visualizar el rumbo, le estaremos quitando esa contundencia práctica a los que nos dicen: “Ya tomamos este rumbo que conduce a alguna parte, peor es nada, no nos dividás, no nos debilités, que ya hemos caminado bastante..aunque no importa a donde vamos a llegar”. El pomo necesita su tapa y la tapa de esta coyuntura, es dotarse de una estrategia común y a satisfacción de todos.