En pantalla

“Estafadoras de Wall Street” hacen de la codicia, una virtud

La entrada de Ramona, interpretada por Jennifer López, es uno de los grandes momentos fílmicos de 2019.

Constance Wu y Jennifer López son dos estríperes que diversifican su trabajo para incluir la estafa en “Hustlers”, una comedia criminal que baila en la pantalla como “Goodfellas” en tanga.

Por años, la figura de la estríper ha sido explotada con las estrategias más insidiosas del machismo. Suele ser objeto de deseo y escarnio, a veces, al mismo tiempo. La novedad de “Hustlers” está en cómo prescinde de juicios morales tradicionales. Las ve como trabajadoras con un oficio modesto, que incidentalmente, depende de la sexualidad. Los mecanismos de explotación son extensiones del orden social. Un portero pide coima, como el pandillero que chantajea al panadero por “protección”. Sí Dorothy (Wu) es víctima de algo, es de la desintegración familiar y la falta de oportunidades, como tantas otras personas pobres en un país rico.

Dorothy no tiene mucho talento para sacarle propina a los clientes. Todo cambia cuando conoce a Ramona (Jennifer López). La veterana hace una entrada triunfal bailando al ritmo de “Criminal”, de Fiona Apple. Su baile, erótico y atlético en partes iguales, hipnotiza al público. Los billetes llueven sobre ella. Dorothy la observa con el deseo de alguien que reconoce un estado ideal al cual aspirar. La entrada de Ramona es uno de los grandes momentos fílmicos de 2019. Sintetiza las carreras paralelas de López, como actriz y bailarina. La interpretación evoluciona como su mejor actuación desde “Out of Sight” (Steven Soderbergh, 1998). Es una sorpresa que, por sí sola, le da razón de ser al filme.

El tiempo pasa. Un embarazo saca a Dorothy de la escena. La crisis inmobiliaria le pasa la cuenta a Wall Street, minando las billeteras de los ejecutivos. Una ola de migrantes rusas borra la línea entre pretensión y prostitución. Ramona reaparece con una propuesta mefistofélica: en lugar de bailar para los ejecutivos, pueden drogarlos y llevar sus tarjetas de crédito de paseo al cajero automático. Así, la mirada antropológica a un centro de trabajo que trafica en erotismo se convierte en una comedia criminal.

“Hustlers” está basada en un caso de la vida real, registrado en un artículo de Jessica Pressler para New York Magazine, publicado en diciembre de 2015. Su origen es reconocido directamente. Los eventos que vemos en pantalla se enmarcan en una entrevista que Dorothy brinda a Elizabeth (Julia Stiles). El recurso sería innecesario, a no ser por un momento en que Dorothy —identificándose con su nombre artístico, “Destiny”— cuestiona el privilegio de la periodista blanca. En un punto de quiebre, ella toma control de su propia historia, apagando la grabadora. El sonido desaparece en el acto. El momento evidencia la creatividad de la directora Lorene Scafaria, siempre alerta a las posibilidades cómicas del material, convirtiendo dos cortes bruscos en certeras carcajadas.

Estamos, en esencia, ante un “mano a mano” entre Wu y López, pero todos los personajes secundarios dejan su marca. En especial, las cómplices Keke Palmer y Lili Reinhart —tan parecida a la trágica Brittany Murphy, que por un momento pensé que había vuelto a la vida—. Cada una de ellas podría anclar su propia película. Cuando la pandilla hace su entrada en los bares que les sirven de coto de caza, marchan en triángulo con los tacones sonando marcialmente. En la barra, las esperan la carnada y su presa. Juntas, pueden conquistar el mundo. Menos prominente son estrellas musicales Cardi B y Lizzo. Apenas aparecen en un par de escenas, en contradicción a su protagonismo en los materiales promocionales. Supongo que la manipulación hace juego con el ensalzamiento de la trampa.

Scafaria tropieza al tratar de asegurar la identificación del público, saboteando el ritmo de la narrativa. Una extensa escena de Navidad es interminable e innecesaria. Para esas alturas, ya sabemos que las mujeres han formado una familia de facto, e intuimos que la codicia será su perdición. No necesitamos verlas abriendo regalos carísimos. La humanidad de los personajes es reconocible a través de las indelebles actuaciones. Scorsese, referente ineludible, habría despachado el momento con una línea de diálogo y el flash de una foto. Un proceso de edición más riguroso habría elevado “Hustlers” a un plano superior. Es testamento al trabajo de su reparto, y los aciertos de su dirección, que funcione tan bien como lo hace, a pesar del peso muerto.

“Estafadoras de Wall Street”
(Hustlers)
Dirección: Lorene Scafaria
Duración: 1 hora, 50 minutos aprox.
Clasificación: ⭐ ⭐⭐ (Buena)