Julio Hasbin camina por las calles de San José en busca de un lugar adonde pasar la noche. En Nicaragua, Hasbin tiene familia que lo espera y una propiedad de cuatro manzanas que ha dejado abandonada por la persecución que sufrió tras participar en las protestas. Foto: Fred Ramos | El Faro
Alrededor de 50 mil nicaragüenses viven en el exilio en Costa Rica, después de haber participado en las protestas en contra del presidente Daniel Ortega.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), 40.386 nicaragüenses han solicitado algún tipo de protección al gobierno costarricense. En los nueve meses transcurridos desde que estalló la crisis en Nicaragua van más de 350 muertos, casi todos atribuidos a las fuerzas paramilitares y policiales, y alrededor de 600 presos políticos.
La mayoría de los nicaragüenses que llegan a Costa Rica lo hace sin una promesa de trabajo, con poco dinero. Algunos de ellos incluso duermen en la calle.
La líder campesina Francisca Ramírez (suéter rosado) celebra junto a su familia y amigos la noche del 31 de diciembre de 2018, en un casa en la ciudad de Cartago en Costa Rica. Ramírez pidió asilo político en Costa Rica, debido a que tenía orden de captura por su participación en las protestas en contra del presidente Daniel Ortega. Foto: Fred Ramos | El Faro
Hamlet Adolfo Sánchez, de 32 años, sufrió un derrame cerebral cinco días antes del fin de año. La noche del 31 de diciembre sufría temblores. Sánchez es originario de Granada, y allí participo en las protestas y en los tranques. Debido a su participación en las protestas, Sánchez fue detenido por paramilitares que lo golpearon severamente. Su esposa asegura que desde entonces comenzaron sus padecimientos. Foto: Fred Ramos | El Faro
Francisca Ramírez le desea feliz año nuevo a su hermana en la madrugada del 1 de enero de 2019. La persecución política contra Ramírez en Nicaragua la sufren también todos los miembros de su familia. En total, 41 familiares de Ramírez están refugiados en Costa Rica. Foto: Fred Ramos | El Faro
Esta imagen de la virgen de Guadalupe es el único adorno en la casa de Francisca Ramírez, en ciudad de Cartago, Costa Rica. En esta casa de cuatro habitaciones viven 20 nicaragüenses que tuvieron que huir de su país debido a la persecución política del régimen de Ortega. Foto: Fred Ramos | El Faro
Migdonio López, de 8 años; Crisjon Rivas de 6; Brian Campos, de 10; Tivinto Rivas, de 9; y Sergio Hurtado, de 9 se entretienen con un videojuego la noche del 31 de diciembre de 2018. Todos ellos tuvieron que salir exiliados con sus padres hacia Costa Rica. Foto: Fred Ramos | El Faro
Julio Hasbin, de 58 años, muestra su carné provisional de permiso laboral en Costa Rica. Aunque tiene el permiso, no ha podido encontrar trabajo en Costa Rica y vive prácticamente de pedir limosna. Hasta noviembre de 2018, el gobierno costarricense había entregado 1,275 permisos laborales a nicaragüenses que en su gran mayoría huían de la represión de Ortega. Foto: Fred Ramos | El Faro
El parque de La Merced es el punto de reunión de los nicaragüenses en San José. Es uno de los primeros lugares que visitan cuando llegan a Costa Rica. Ahí hacen redes entre ellos, esperan que lleguen a contratarlos para algún trabajo de día y que personas altruistas les regalen comida. Hasta mediados de agosto, había quienes dormían allí, en tiendas de campañas, pero dejaron de hacerlo después de que cientos de costarricenses llegaron al parque, algunos con armas blancas, para protestar en contra del ingreso de los nicaragüenses al país. Foto: Fred Ramos | El Faro
Evelyn de Altamirano, de 35 años, y su hijo Rafael Altamirano, de 14, pelan verduras en su casa en un barrio en San José, Costa Rica. La familia Altamirano era propietaria de un próspero vivero en el municipio de Catarina. En julio huyeron del país por miedo a la represalias de grupos paramilitares. Abandonaron el vivero, su casa y todas su pertenencias. Ahora Evelyn trabaja como empleada doméstica dos días a la semana. Con eso mantiene a su esposo y a sus dos hijos. Foto: Fred Ramos | El Faro
Víctor Ruiz y Widnny Campos, de 11 años, en su casa en un barrio de San José. Desde que llegaron a Costa Rica, Ruiz ha trabajado solamente dos veces como jardinero. La casa la pagan gracias a un ayuda económica que les brinda La Red, una organización de nicaragüenses establecidos que apoyan a los nuevos refugiados. Al mes, reciben 100,000 colones costarricenses ($167) esto a penas les alcanza para pagar la casa. Foto: Fred Ramos | El Faro
Lilian Ruiz, Karen López, Francis Campos y Evelin Altamirano preparan el almuerzo para sus familias en su casa en un barrio de San José, Costa Rica. Estas mujeres llevaban comida a los tranques de Catarina, Masaya, durante las movilizaciones contra el régimen de Ortega. En esta casa viven 16 miembros de diferentes familias. Foto: Fred Ramos | El Faro
Karen López Nicaragua observa su celular en su casa, en San José, Costa Rica. López tenía un vivero que surtía de plantas a otros viveros en Nicaragua y en Honduras, pero tuvo que dejarlo abandonado debido a la persecución que comenzó a sufrir de grupos paramilitares, por haber participado en las protestas y en los tranques del municipio de Catarina. Foto: Fred Ramos | El Faro
De izquierda a derecha: Widnny Campos, Daniela Campos, Marconi Campos y Adonay Ruiz se entretienen dibujando y jugando con el celular en su casa. En febrero, todos ellos iniciarán sus estudios en Costa Rica. Foto: Fred Ramos | El Faro
Nicaragüenses e indigentes costarricenses hacen fila en el parque de La Merced, para recibir una sopa que llevó un grupo de católicos altruistas. Foto: Fred Ramos | El Faro
Publicada originalmente en El Faro.