Crowlyn Cruz pasó 32 horas seguidas postrado frente a su computadora. Este estudiante de Ingeniería en Sistemas no comía, ni dormía. El videojuego Warcraft III: The Frozen Throne lo atrapó a tal punto que las manos le temblaban y veía alucionaciones. Lo que inició como hobby, a sus 19 años se convirtió en una adicción. Él era un esclavo de la pantalla.
Crowlyn se enganchó con los videojuegos a los 16 años y se sentía realizado al descubrir que, por cada hora que pasaba, su técnica mejoraba. Poco a poco, iba invirtiendo más y más tiempo en el juego, y terminó descuidando sus estudios, amigos y familia. Mientras más jugaba, menos le importaba su entorno. Se sentía vacío y lo único que le calmaba era estar frente a la compu. “Creía que yo era uno de los personajes del juego”, relató el joven.
Las lagunas mentales no tardaron en llegar. “En seis o siete ocasiones (me) pasó que para ir a la venta, tuve que regresarme hasta tres veces a preguntar qué es lo que iba a comprar”, contó, rodeado de un grupo de Cosplays que se reunieron en la Universidad Centroamericana (UCA) a mediados de agosto.
A lo anterior se sumó el insomnio y la mala alimentación. Esto afectó su rendimiento académico, le quitaron su beca monetaria y perdió un año en la universidad.
Originales vs. Piratas
Conseguir un videojuego en Managua puede ser una odisea si se desconoce dónde adquirirlos. Algunos creen que los “gamers” (amantes de los videojuegos, en español) compran sus juegos pirateados, CD’s “quemados” que cuestan entre 20 y 60 córdobas, dependiendo el tipo de consola: Xbox, PlayStation o Nintendo.
También están aquellos que adquieren los títulos originales a precios que oscilan entre 60 y 90 dólares. Los lugares son variados: desde lugares como el mercado Oriental hasta establecimientos de videojuegos. Hay gamers que los compran en tiendas virtuales, directamente desde su consola, es decir son juegos originales que se pueden descargar legalmente por cinco o hasta 60 dólares.
Estos representan, según la Asociación de Software de Entretenimiento (ESA) en Estados Unidos, «el 52 por ciento de las ventas totales» de videojuegos, que en 2014 generaron más de 22 mil millones de dólares en ingresos. Las compras digitales incluyen suscripciones en línea, contenido descargable, aplicaciones móviles y juegos de redes sociales.
Para jugar, hay quienes “flashean” la consola y logran que esta lea los juegos “pirateados”. Aunque hoy, la compra física de un juego se valora más, según Michael Neira. Este videoblogger y fanático de los videojuegos explica que la mayoría de aficionados prefiere comprar el original porque no tienen restricciones para jugar en línea, lo que sí sucede al “flashear”. Si instalás un chip que manipula la máquina, lo más probable es que el sistema te bloquee.
Cuando solo existían las primeras consolas de PlayStation y Nintendo, estos juegos eran los más vendidos. Pero las copias se hicieron cada vez más comunes pese a la existencia de derechos de autor. Videojuegos Lazo se ha dedicado a este negocio desde hace 10 años y es uno de los más conocidos en la capital. Ana María Sandoval, su propietaria, incluso recuerda a Michael Neira cuando él siendo un niño, visitaba la tienda con su papá.
“Tu papá era adicto a los juegos de guerra”, le dijo ella a Michael.
Ana María asegura que ahora “hay menos piratería”, pero que siempre llegan a comprar. Su tienda se ha reducido en mercadería y terminó fusionándose con una venta de ropa. Y es que la forma de encontrar juegos ha variado. Los intercambios y la conectividad entre gamers en las redes sociales y blogs han disminuido el interés en la piratería.
“Todavía viene gente a comprar juegos viejos, o sino le instalamos nuevos en hard drive o en la memoria de la consola”, afirma Ana María. Esta alternativa permite que la máquina tenga el contenido del videojuego sin necesidad de comprar el disco.
Un estudio realizado por la Asociación de Software de Entretenimiento, reveló que más de 150 millones de estadounidenses juegan videojuegos, que en el 63 por ciento de los hogares al menos una persona lo hace con regularidad por tres horas a la semana. El jugador promedio, reza el informe, es de 35 años de edad, y el 73 por ciento son menores de 18 o más. Casi la mitad el (41 por ciento) son mujeres. Mientras la mayoría de los padres (68 por ciento) dice que los videojuegos son una parte positiva de la vida de sus hijos: 88 por ciento piensa que el juego es divertido para toda la familia y el 76 por ciento cree que los juegos ofrecen una buena oportunidad para conectar con sus hijos.
El punto de quiebre
Crowlyn jugaba hasta que amanecía. De pronto, empezó a escuchar voces, ruidos extraños en la casa, o a sentir que alguien estaba detrás de él cuando en realidad todos dormían. Le daban ataques de nervios, quería salir corriendo y tenía pensamientos negativos. “Sentía que alguien iba a aparecer con un cuchillo detrás de mí y me iba a matar”, confesó.
Una tarde mientras estaba jugando, se sentó en su cama y se desconectó de la computadora para descansar, cuando sintió que alguien pasó corriendo a su lado. Escuchó pasos golpeaban el piso y gritos incomprensibles. Eran altos, tanto como para despertarlo. “Abrí los ojos, pero todo estaba callado y no había nadie”, recordó.
En ese momento, Crowlyn se dio cuenta que su adicción era seria.
Durante dos meses, estuvo en tratamiento con un psicólogo clínico que le recetó Psicosoma, unas pastillas que según él lo ayudaban a relajarse. No le permitían bebidas con azúcar y le prohibieron seguir jugando. “Hubo momentos en que me sentí ansioso y quise jugar, pero no lo hice”, relató el joven.
Hoy, invierte sus energías en jugar fútbol en la escuela de talento “Conchita Palacios”. Es parte del “Atlético Primero de Mayo”, un equipo que compite en un torneo Sub-21. Esto, manifestó, lo ayuda a descansar. “Entreno de lunes a viernes, suficiente para que ya en la noche llegue a dormir”, contó.
«No es una obsesión»
Denis Vargas, estudiante de Ingeniería en Sistemas, también es fanático de los videojuegos y comenzó a jugar gracias al youtuber chileno Germán Garmendia, quien cuenta con casi 15 millones de seguidores en su cuenta, llamada “JuegaGerman”.
“Germán censuró una parte del videojuego Outlast (en uno de sus posts), y para ver lo que había censurado, me metí al juego y así empezó todo”, relató Denis, quien actualmente juega Geometry Dash y Skyrim. Con el videojuego The Wolf Among Us llegó al punto en que no podía despegarse de la computadora. Según él, solo dejaba tiempo para comer.
El joven aseveró que su entusiasmo por los videojuegos no es una obsesión. “Simplemente juego para divertirme y desestresarme”, justificó. Por eso insiste en mantener controladas sus horas frente a la computadora y ha logrado que su pasatiempo no afecte ni sus relaciones personales ni sus estudios. “Igual sigo siendo buen alumno”, afirmó.
El ingenio es la clave
En Nicaragua hay un grupo cerrado de gamers con 16 mil miembros. A Hard Core Gamers Nicaragua solo pueden entrar usuarios con consolas Xbox, PlayStation y Nintendo. El reglamento de este grupo advierte que si sos jugador de computadora no encontrarás nada de interés. Los gamers se las ingenian para conseguir controles, consolas y juegos originales que venden o intercambian en ofertas a través de dichos grupos.
En Zona Cool continúan vendiéndose juegos originales. Luis González, asesor de ventas de esta tienda, detalló que las consolas que más se venden son las de PlayStation 4 y Xbox, pues tienen los dos juegos más esperados del año: FIFA y Call of Duty.
La opción de comprar juegos usados no ha sido tan rentable en Nicaragua, como en tiendas internacionales de la talla de GameStop, donde vender e intercambiar es permitido.
Los videojuegos en Nicaragua no son baratos y se considera un lujo obtenerlos en el país. Pese a las dificultades, los gamers buscan cómo conseguirlos y lo ven como un desafío.
De gamers a Youtubers
Michael Neira, estudiante de Comunicación Social en la UCA, y Kevin Markony, diseñador, en 2016 crearon un canal en YouTube llamado La CajetaTV, que en Facebook tiene más de 3 mil likes. Con esto, buscan despertar el interés de los gamers de Nicaragua.
En este espacio cuentan sus experiencias y presentan reseñas cinematográficas donde las películas tienen personajes basados o adaptados en videojuegos. De una manera desinhibida y cómica, sus publicaciones provocan comentarios y seguidores.
En uno de sus videos, por ejemplo, comparten una lista de juegos donde se ha hecho alguna referencia a nuestro país; como el juego Contra de Konami que menciona a los contra-revolucionarios, o el juego basado en la novela de Tom Clancy Ghost Recon: El soldado el futuro con escenas basadas en la reserva de Bosawás.
“Lo que más me atrae es el desafío”, dice Michael. Con sus amigos, organiza torneos de pelea con videojuegos como Mortal Kombat y Naruto. En su casa también es común que después de clases una amiga lleve su proyector y amplifiquen la pantalla para pasar la tarde jugando.
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