Icono del sitio Revista Niú

Gary Oldman humaniza a Churchill en «Darkest hours»

Gary Oldman interpreta a Churchill en "Darkest hours" | Tomada de internet | Niú

Las “horas más oscuras” que el director Joe Wright invoca tienen lugar en el mes de mayo de 1940, cuando Hitler avanza imparable por Europa, e Inglaterra se bate en una crisis de liderazgo. La primera escena reproduce una histriónica sesión del parlamento en la cual el primer ministro Neville Chamberlain (Ronald Pickup) es repudiado por su pobre manejo del conflicto.

Winston Churchill (Gary Oldman) es conspicuo por su ausencia, pero está en línea para convertirse en el sucesor. No es una opción popular. El apologista Halifax (Stephen Dillane) quiere que se queme. El rey Jorge VI (Ben Mendelsohn) reniega de él. “Su currículo es una letanía de desastres”, dice exasperado. El espectador contemporáneo puede congratularse a sí mismo, porque sabe cuán equivocados están.

El guionista Anthony McCarten encuentra novedad en la idea de humanizar a Churchill. Para estos fines, se apoya en dos personajes femeninos: su esposa Clemmie (Kristin Scott-Thomas) nos permite verlo vulnerable, en la intimidad del hogar. Su secretaria, Elizabeth Layton (Lilly James) nos sirve de guía en el plano profesional. Recién reclutada para el trabajo, seguimos sus pasos mientras se adentra en las laberínticas oficinas subterráneas desde donde se dirige la guerra. Eventualmente, se convierte en una especie de conexión con el ciudadano común.

Clemmie y Layton son catalizadoras de humor y emotividad. Al lado de ellas, el líder deja de ser abrasivo y beligerante y se convierte…en un gruñón adorable. Estoy seguro que Churchill, como todos los hombres, contenía multitudes, pero en estos momentos, puede verse como la película hace trabajo extra para funcionar como entretenimiento popular.

Escena de Darkest Hours | Tomada de internet | Niú

En medio de un apasionante episodio de la II Guerra Mundial, la película asume como arco narrativo principal la pretendida crisis de autoconfianza del líder. Las “horas más oscuras” no son las del mundo civilizado frente al avance del fascismo, sino las del bueno de Winston frente a las maquinaciones de Halifax y Chamberlain, maniobrando en pos de pláticas de paz negociadas por Mussolini. Vía telefónica, el presidente de EE.UU. le deja claro que no puede darle el apoyo que necesita. ¿Podrá nuestro héroe superar sus dudas y llevar al mundo libre a la victoria?

Ya sabemos la respuesta. Para mantenernos interesados, Wright recurre a una puesta en escena florida y dinámica, con una cámara móvil que igual puede caer en picada desde el cielo o atravesar paredes. Es visualmente atractivo, pero superfluo a la hora de alimentar la trama con elementos que vayan más allá de la estética.

Es una película hermosa a la vista. No es casualidad que el diseño de producción y la fotografía de Bruno Delbonnel hayan sido nominadas a un Óscar. La atmósfera es fascinante. Da ganas de perderse en este mundo de sombras, con matices de luz sepia. En el lado problemático puede situar a la partitura musical de Dario Marianelli, haciendo fuerza extra para telegrafiar qué emoción debemos sentir a cada momento. Las caracterizaciones de Halifax y Chamberlain son transparentes en su villanía. Solo les hace falta ponerse el bigote de Hitler.

La película es un vehículo de estrella, diseñado para que Gary Oldman se luzca invocando a un personaje real que creemos conocer por nuestra familiaridad con el gran arco narrativo de la historia. Es el tipo de actuación que conquista premios. Oldman ya se llevó el Globo de Oro, y es el favorito para llevarse el Óscar de la Academia. A pesar de su simpático ejercicio de transformación, la mejor actuación del filme la da el actor que menos llama la atención sobre sí mismo.

El actor australiano Ben Mendelsohn ha hecho su carrera a costa de interpretar a caracteres de dudosa reputación. Vea la primera temporada del drama de Netflix “Bloodline” (2015-2017), donde interpreta a la oveja negra de una familia notable en Key West. El especialista en bribones da una actuación bellamente calibrada como el rey que vacila frente al abismo del exilio. Pero hay una catarsis más accesible en la historia de cómo Winston recuperó la chispa de la vida, para cerrar la película con un electrizante discurso.

Las comparaciones son odiosas, pero el hecho de que la operación, Dynamo figure en la trama nos hace recordar a “Dunkirk” (Christopher Nolan, 2017), que también compite por el premio de la Academia a Mejor Película, y logra la proeza de hacernos ver la historia reciente con nuevos ojos.

Las horas más oscuras
(Darkest hours)
Dirección: Joe Wright
Duración: 2 horas, 5 minutos
Clasificación: * * *   Buena (Recomendada con ciertas reservas)