Cultura
La escritora charla sobre su nueva novela "Las fiebres de la memoria", la lucha de las mujeres en una sociedad machista y la obsesión de poder de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
La escritora nicaragüense Gioconda Belli, activista política y reconocida feminista, explicó que contar su última novela, «Las fiebres de la memoria», desde el punto de vista de un hombre, el protagonista, Charles Choiseul de Praslin, fue un «acto de empatía».
«Ponerme en los zapatos de un hombre fue fantástico, porque es un acto de empatía que debería ser la tónica de nuestra lucha, sea feminista o política», comentó Belli en entrevista con Efe en Montevideo, ciudad de la que fue nombrada Visitante Ilustre por su Alcaldía.
Es la primera ocasión en la extensa carrera de esta novelista, poeta y ensayista, autora de obras como «La mujer habitada» (1988), «El infinito en la palma de mi mano» (2008) y «El país de las mujeres» (2010), que narra una historia desde el punto de vista de un protagonista masculino.
«Cuando uno encuentra el tono de la novela, uno de los grandes retos, que es encontrar la voz que va a contar la historia, la voz me vino. Pensé que más adelante iba a incorporar una voz femenina, pero no se dio. Me fui metiendo en el personaje y sentí que él tenía que seguir contando su historia», comenta.
Una historia familiar
Además de esta peculiaridad, la última creación de Belli, «Las fiebres de la memoria» (Seix Barral), está basada en una historia familiar, ya que el noble francés de finales del siglo XIX que protagoniza este relato de aventura, intriga y amor era abuelo de su abuela Graciela, como ella explica en el prólogo.
«Ha sido muy interesante ahondar en la historia de mi familia, porque la conocía muy por encima. Era como una leyenda a la que no di mucho crédito pero decidí investigar y la investigación me llevó por muchos rumbos. Encontré una historia realmente fascinante», detalla Belli.
Choiseul de Praslin es acusado en Francia de un crimen pasional, por lo que finge su suicidio e inicia una nueva vida con otra identidad. En un viaje que lo lleva a Nueva York y, de ahí, a Matagalpa, lucha internamente con su pasado y se topa con un amor, en la figura de Margarita, que podría redimirlo.
«Creo que el final es la prueba de que él no está redimido del todo, pero me encantó ‘la’ Margarita, la posibilidad de Margarita. Lo que más me gustó fue la complejidad de los personajes, que es la misma de la condición humana», explica.
Su vida exiliada
El ejemplo de la huida y de la doble identidad, en opinión de la autora, tiene que ver con ella misma, ya que tuvo que exiliarse y fue fugitiva de la Justicia durante la dictadura de los Somoza en Nicaragua.
«Tuve que tener nombre falso. Todos tenemos esa lucha por la identidad, pero cuanto más no es cuando te ves forzado a forjar la identidad», asevera, al tiempo que agrega que las suyas, a diferencia del protagonista, que debe encubrir un terrible crimen, fueron «mentiras blancas» porque, en su código ético, tenía «una justificación sustentable para mentir».
«Pero en el caso de él es el interrogante que plantea la novela. ¿Qué le iba a costar decir la verdad? Lo cierto es que no logra totalmente esa felicidad que se ha propuesto porque tiene esa carga de su pasado», indica.
«Mujeres tóxicas»
En esta novela, Belli también perfila actitudes muy negativas en los personajes femeninos que conforman el pasado de Charles, algo que ella justifica en que quería hablar «de las mujeres tóxicas».
Gioconda Belli: “Que las mujeres tengamos que pelear por nuestros derechos no quiere decir que estemos en guerra con los hombres” #feminismo #AuditorioLeamos @GiocondaBelliP @flaviapittella pic.twitter.com/GRiN34Y8lT
— Leamos (@Leamosebooks) 30 de abril de 2019
«Es la realidad también, hay mujeres que cargan bagaje de lo que es el retrato social de la mujer, que no siempre es un retrato como lo quisiéramos nosotros, buena, fuerte; a veces también hay maneras de recuperar el poder que son bastante nefastas», asevera.
Corruptos del poder
Muy combativa con el actual presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa, Rosario Murillo, que, considera, tienen una «obsesión de poder», por lo que «crean un universo orwelliano para justificar su existencia y su poder», ve un paralelismo con la actual situación en Venezuela.
«Desafortunadamente es una izquierda que se ha corrompido profundamente. Usan el lenguaje de la izquierda, la justicia social, a cambio de tu libertad. Es como un hombre abusador, te voy a dar de comer, te voy a educar, pero acá se hace lo que yo digo», afirma.
Frente a todos los males de la sociedad, Belli reivindica la «imaginación» como una nueva forma de afrontar el futuro, ya que, en su opinión, seguimos buscando «la respuesta en viejas fórmulas», y el amor, como «fin de la soledad».
«Los seres humanos estamos solos, tremendamente solos, nacemos solos, morimos solos, vivimos dentro de un cuerpo que tiene un límite y no podemos entrar en otro ser humano. El amor es lo que nos libera por grandes ratos de esa soledad», concluye.