María Germania Carrión, fundadora del Congreso de Mujeres del Cosep
Cuando empezó su carrera le llamaban “niña” y “amorcito”, ahora lidera la iniciativa de género en el sector privado y funda su propia marca
María Germania Carrión, fundadora del Congreso de Mujeres del Cosep
Cuando empezó su carrera le llamaban “niña” y “amorcito”, ahora lidera la iniciativa de género en el sector privado y funda su propia marca
“Hay que ser fuertes, decididas, tener poder de influencia”
“¿Y qué es Cosep?”, preguntó María Germania Carrión a la amiga que le recomendó aplicar a un puesto de trabajo en el Consejo Superior de la Empresa Privada, en 2006. Recién regresaba de España, donde había estudiado una maestría en Comercio Exterior en la Universidad Complutense de Madrid, y tenía tres ofertas de trabajo en diferentes bancos nicaragüenses, cuando le hablaron de un nuevo proyecto en aquel lugar que no conocía, y del que nunca había escuchado.
“Tendrás mucha oportunidad de crecimiento”, le auguró su amiga, y animada por la curiosidad que siempre la ha motivado, María Germania decidió ir a la entrevista de trabajo y se encontró frente a un viejo edificio, en el antiguo centro de Managua, donde entonces funcionaban las oficinas del Cosep.
“En la fachada aún se podían ver los hoyos de balas (tiradas durante la guerra de los ochenta) y pensé: ‘¿qué oportunidades de crecimiento voy a tener aquí?’, porque aquello era tétrico”, recuerda casi doce años después. En España, María Germania había alternado sus estudios de maestría con un trabajo en el Banco Santander. Esa experiencia la empujaba a optar por una oferta laboral en el sistema financiero, pero —otra vez la curiosidad— eligió al desconocido Cosep.
“Cállese niña”
“En ese viejo edificio, un grupo de jóvenes nos juntamos en una mesa redonda, enclenque, trabajando con nuestras propias computadoras”, relata. El trabajo que desarrollaron vio la luz hasta octubre de 2007, cuando los principales representantes del sector privado nicaragüense se reunieron con el entonces nuevo presidente Daniel Ortega y su Gobierno, para presentar un conjunto de propuestas económicas, bautizadas “Ejes de Desarrollo”.
Las reuniones del consejo directivo del Cosep, recuerda, eran en un salón inmenso, “lleno de hombres supermayores”. Había solo dos líderes empresarias, y María Germania y el resto del equipo eran un grupo de jóvenes a quienes no dejaban entrar.
“Era un ‘amorcito tráeme un café’, ‘amorcito pásame el lapicero’, ‘niña aquí, niña allá’. Incluso gente de tu mismo género. ‘La niña, la niña’, insistían, y tuve que pedir que me llamaran por mi nombre”, comenta. Entrar al consejo directivo tampoco facilitó las cosas.
“Un día pedí la palabra y un señor mayor —te estoy hablando que entonces eran los padres de muchos que están ahora— me dijo: Usted niña no tiene nada que opinar, así que mejor cállese”. La incomodidad fue tal que cuando terminó la reunión y todos se retiraron del salón, María Germania caminó a su oficina, cerró la puerta y lloró. Pero no se detuvo.
En 2008, adquirió más responsabilidades en el Cosep. Con la llegada del nuevo presidente, José Adán Aguerri, se reformó la composición del Consejo. “Pidieron mi apoyo para la parte administrativa, luego la operativa, y la logística, y de recursos humanos, de comunicación… y agenda”, enumera. El Cosep dejó su histórico edificio en la vieja Managua y se creó la plaza de Dirección Ejecutiva. “Me nombraron directora ejecutiva interina, mientras buscaban a alguien para el cargo. En el curso decidieron darme el cargo que venía haciendo… Lo vi un reto enorme”, confiesa. Pero el cargo le quedó tan a la medida que lo desempeñó por diez años, hasta que este 31 de enero decidió renunciar.
Dos años atrás, María Germania promovió y organizó desde el Cosep el primer Congreso de Mujeres. La iniciativa se propone impulsar y fortalecer el trabajo de las mujeres en el sector empresarial, en un esfuerzo al que considera que no deben ser ajenos los hombres. A pesar de su salida del Cosep, María Germania no dejará esta iniciativa.
Por ahora, el comedor de su casa, es su nueva oficina. En un rincón aún tiene las cajas con documentos personales de su trabajo en el Cosep, y en la sala de estar, una asistente le apoya con la organización de los próximos eventos.
“No he tenido ni un día en que yo pueda pasar en mi casa sin hacer nada”, celebra, porque aunque ya le ha tocado almorzar en el vehículo y todavía coordina su nuevo tiempo con la crianza de su hija Luciana, de seis años, asegura que disfruta descubrir que “le hago a todo y ahora el tiempo es para mí y para mi hija”, a quien también llama “mi milagro”.
María Germania Carrión admite que el desafío no es fácil. “Desgraciadamente, las mujeres que estamos en nuestros trabajos, en nuestras empresas, las mujeres que son líderes, deben tener ciertas características. Tenés que ser agresiva, fuerte, decidida, tener poder de influencia. Sin embargo, nos critican diferente. El hombre así (es visto) como un líder, y la mujer como una mandona”, cuestiona.
Además, está convencida que los espacios que se toman no son los que se dejan, sino aquellos que se ganan. “El tema no es que a las mujeres las dejen entrar, sino quererlo y sentirnos con la capacidad, que no nos de pena hablar en una mesa, que no nos sintamos inhibidas, porque al estar rodeadas de hombres en una mesa —te lo digo por experiencia—, uno se pone a pensar: ‘Será que lo que voy a decir está bien o está mal’ y tenemos que aprender a callar esas vocecitas, a no pensar: Me están viendo porque soy mujer”.
“No creo en las cuotas de género”
María Germania Carrión asegura que siempre quiso ser madre, pero confiesa que lloró cuando se enteró que tendría una niña. “Me dio mucho temor”, comenta, tras valorar la violencia y las amenazas a las que las mujeres están expuestas.
“De repente me dio escalofrío darme cuenta que estoy trabajando por ayudar a las mujeres a empoderarse, a creer en ellas… me dije que cuando tuviera ocho años yo estaría dedicada a ella en cuerpo y alma, y ya tiene seis”.
Para María Germania, su hija Luciana es más que su inspiración diaria y su motor. “Ella ha sido mi primera maestra. Como mamá me ha dado vuelta como calcetín. Desde algo tan básico como el uso de los colores, porque es increíble cómo vivimos muy marcados (por los estereotipos) en nuestra sociedad”, lamenta.
Por eso, agrega, está convencida de la importancia de la educación, no solo en las escuelas, sino también en la familia.
Cree en la equidad, pero no en las cuotas de género. “Las cuotas te hacen llenar los espacios por obligación. Yo creo en las capacidades”, sostiene. También admite que aún hay mucho que hacer contra la desigualdad salarial, “que es un fenómeno mundial”, y porque las mujeres además de las barreras externas, también superen sus barreras internas.
“Tradicionalmente, la mujer está educada para callar, para aguantar, para no ver la violencia. Yo creo en empoderar a la mujer, en que no tenemos que hacer simplemente lo que los otros nos dice, ni que nos tenemos que callar”, reclama.
Ahora, celebra, está muy satisfecha con su nueva etapa. “No he dejado de trabajar, y a mí hija le estoy enseñando que hay que trabajar por uno y por sus sueños. La decisión (de dejar el Cosep) fue porque quiero crecer, enseñarle a mi hija que los sueños sí se logran, porque creo en mí y porque este es el momento”.