Los valores aprendidos en el seno de una familia que se integró de lleno a la experiencia revolucionaria de la década de los años ochenta, así como los que le transmitió la educación jesuita recibida en el Colegio Centroamérica, explican en gran medida la filosofía de vida de Juan Ignacio Martínez (34), esposo y padre de dos niñas.
“Somos hijos de una revolución que tuvo éxitos y tuvo fracasos. Depende dónde estés parado. Yo creo que nadie puede cuestionar que la revolución nicaragüense fue un hito histórico fundamental. Las cosas no terminaron como tenían que ser, pero terminaron mejor que como estábamos antes de la revolución”, declara con convicción.
Juan Ignacio dirige varias de las empresas del grupo familiar, presidido por su padre el empresario y economista Alejandro Martínez Cuenca, entre las que destaca Joya de Nicaragua. Además de esa empresa, en la que emplean a 330 personas de forma permanente, y otras 350 más en época de cultivo, Martínez explica que “estamos involucrados en el sector energético, en lo que tiene que ver con lubricantes, suministros para transportes y flotas vehiculares”.
Añade que “también estamos trabajando en un proyecto en apoyo a la gestión empresarial”. La idea es proveer “asesoría y apoyo” en los temas administrativo, contable, y operativo, para que los empresarios puedan concentrarse en hacer crecer su negocio, y olvidarse de esas cosas que pasan “en el back office”.
Menciona que tienen otro proyecto “más en el ámbito creativo, que se enfoca en trabajar con organizaciones y marcas para potenciar el lado humano de las marcas… como lo que hemos hecho con Joya de Nicaragua, desde el punto de vista creativo, de crear una marca de identidad país que resalte los atributos y las capacidades de la mano de obra nicaragüense”.
Esas son las empresas en las que está directamente involucrado, aunque en el grupo familiar también hay otras dedicadas al comercio (Puerto Libre); transporte aéreo (Helinica), investigación (la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global, Fideg), “además de otras empresas más pequeñas en el sector turístico”, detalla.
Se trata de un conglomerado que emplea un poco menos de 600 personas, y supera las 800 de noviembre a mayo. “Somos empresas familiares relativamente pequeñas, donde estamos acompañados por gente muy talentosa; ejecutivos profesionales que nos ayudan a impulsar los proyectos”, describe.
Una visión plural del país
Licenciado en Economía en la Universidad de McGill, en Montreal, Canadá, Martínez cursó una maestría en Economía y Administración de Empresas, en la London School of Economics, en Inglaterra.
Al regresar de Canadá comenzó a escribir para ‘El Observador Económico’, revista que Fideg publicó por casi 20 años, lo que le sirvió para “conocer la realidad de Nicaragua. Fue una experiencia muy enriquecedora, porque trabajar en los medios te da la oportunidad de estar en muchos ámbitos, escuchar muchas opiniones, y buscar la otra cara, buscar cómo balancear posiciones, ser objetivo”.
“Eso me forzó a crear una visión relativamente plural y neutra hacia la realidad que vive nuestro país, pero al mismo tiempo, a buscar soluciones a los problemas. Fue una experiencia de casi diez años, en la que conocí a una gran cantidad de jóvenes economistas, sociólogos, antropólogos, con los que íbamos forjando una visión sobre la realidad del país, y de los retos y oportunidades que había, tratando de destacar qué se está haciendo bien”.
Gracias a ese bagaje (familiar, jesuita, académico y periodístico), Martínez explica que no están tan metidos en el ‘rollo’ de la Responsabilidad Social Empresarial, a pesar de que sí defiende que son una empresa socialmente responsable.
“Es un poco difícil hablar de responsabilidad social, porque para nosotros el impacto humano, sobre todo en el bienestar de las personas, es intrínseco a lo que hacemos”, explica.
Prueba de ello son las oportunidades de educación, y acceso a financiamiento que otorgan a sus colaboradores de Joya de Nicaragua, en donde promovieron la creación de una cooperativa de ahorro y crédito, para que el personal evite caer en garras de los prestamistas. Hasta enero de este año, Martínez era presidente de a Cámara nicaragüense del Tabaco.
Aunque cree que los nicas necesitamos dejar de ser tan criticones, declara que le gusta Nicaragua, porque nos da “la posibilidad de hacer las cosas mejor. De tener un lienzo casi en blanco para poder pintar nuestra propia obra de arte, porque todavía estamos vírgenes en muchos sentidos, y podemos transformar el mundo haciendo cosas pequeñas en este país”.