En pantalla
“Hermosa Venganza” toma claves existenciales del “horror de venganza”, caracterizado por películas como “I Spit on You Grave” (Meir Zarchi, 1978).
Tres hombres departen en el bar de una discoteca. Miran a una muchacha sola, completamente ebria. Dan por descontado que su estado vulnerable es una “invitación”. El más gentil del grupo (Adam Brody) la aborda. Queremos creer que en efecto la llevará a casa, pero en el camino, pide al conductor dejarlos en la suya. Tras una copa, la lleva a la cama. Él empieza a deslizar la ropa interior por sus piernas, mientras ella pregunta con insistencia “¿Qué estás haciendo?”… hasta que repite la pregunta en tono perfectamente sobrio. No está borracha. Esta es una trampa. Y el hombre cayó en ella.
“Hermosa Venganza” toma claves existenciales del “horror de venganza”, caracterizado por películas como “I Spit on You Grave” (Meir Zarchi, 1978). En ellas, una mujer sufre violencia extrema. Contra todo pronóstico, sobrevive para desquitarse, en términos igualmente chocantes. Es sensacionalismo sin apologías, que pretende tomar credenciales feministas al mismo tiempo que satisface el morbo del público. Los machistas reciben su merecido al final, pero antes, hacen lo suyo. Es un castigo simbólico, acompañado de un guiño de ojo.
El largometraje debut de Emerald Fennell es un correctivo a esa dinámica. Tuerce el formato y asume un tono de comedia negra. El evento detonante es como el elefante en el cuarto. Es el motor de la trama, pero no lo vemos. Nadie vocaliza las palabras que lo describen. El mundo fue exitoso en hacerlo desaparecer. Pero Cassandra (Carey Mulligan), la protagonista, no olvida.
Nunca sabemos exactamente qué hace Cassie, pero sus motivos se hacen evidentes: su mejor amiga, Nina, sufrió un episodio de violencia sexual en el pasado y ella acarrea el trauma consigo. Vive con sus padres —marca segura de disfuncionalidad en la cultura norteamericana— y trabaja en una cafetería. Hasta su jefa, Gail (Laverne Cox), sabe que está sobre calificada, y trata de hacerla aplicar a un puesto superior. Pero a ella no le interesa. Solo quiere sobrevivir para salir los fines de semana a aleccionar a los machos.
Cassie sigue con su rutina hasta que aparece Ryan (Bo Durham), viejo compañero de la escuela de Medicina. Él es un ideal interés romántico, pero incompatible con la misión de venganza. Este es el truco más astuto del guion: convertir el prototípico “final feliz” en algo que descarrilaría a la protagonista de cumplir su objetivo. No es un fin. Es un obstáculo.
Durham proyecta una masculinidad blanda y poco amenazante. Es un truco de ‘casting’ tan efectivo como reclutar a Adam Brody —el ‘cool nerd’ de la serie “The O.C.” (Josh Schwartz, 2003-2007)— y Christopher Mintz-Plasse —el ‘nerd’ como alivio cómico de “Superbad” (Greg Mottola, 2007)— como blancos de Cassie. “¡No soy un mal tipo!”, grita uno de ellos, exasperado al ser confrontado. Y esa es la cosa. Los hechores son tipos normales. Nunca creen que estaban haciendo algo malo. O algo fuera de lo común.
Fennell aprovecha cada oportunidad para criticar las actitudes machistas. Tome nota del uso de música pop de mujeres sobre las cuales se proyectan los peores estereotipos, aun cuando ellas tratan de revelarse contra ellos: una versión orquestal de “Toxic” de Britney Spear marca la pauta del desenlace. “Stars are Blind”, de Paris Hilton es utilizada sin un ápice de ironía. Los créditos iniciales muestran hombres sin rostro, bailando en la disco al ritmo de “Boys” de Charlie XCX. De un tajo, revierte la objetificación tradicional.
La ironía se reserva para el tratamiento visual. Ocasionalmente, la directora compone el fotograma con simetría que recuerda a Wes Anderson, quizás para sugerir cuan artificial es un mundo que no reconoce este tipo de dolor. Sus padres viven en una casa demasiado grande, sobredecorada con estilo ‘kitsch’ de los noventa. Podrían ser personajes de una película de Todd Solondz. Clancy Brown es bien intencionado, pero ciego al trauma de su hija. La única nota discordante es pintar a Jennifer Coolidge, la madre, como una mujer francamente estúpida —de paso, se desperdicia a una comediante sublime—.
A diferencia del “Horror de Venganza” tradicional, el desenlace no traiciona los principios de la película. Sensacionalismo y activismo se funden en un golpe maestro de resolución. La película está nominada a cinco Óscar, incluyendo Mejor Película. En espíritu, puede hacer una buena doble tanda con el ‘thriller’ “Rencor Tatuado” (Julián Hernández, 2018), disponible en Netflix.
“Promising Young Woman”
(Hermosa Venganza)
Dirección: Emerald Fennell
Duración: 1 hora, 53 minutos
Clasificación: * * * (Buena)