En pantalla

El horror de «Eso» es cosa de payaso
Payaso

Las subtramas que prevalecen se opacan por la imperiosa necesidad de conformar las acciones de sus personajes a lo que las audiencias esperan.

     

Eso»
(It)
Dirección: Any Muschietti
Duración: 2 horas, 15 minutos
Clasificación: * * * (Buena, recomendada con ciertas reservas)

Es una buena temporada para los fans de Stephen King. “La Torre Oscura” acaba de abrir una nueva franquicia para Warner Bros y Netflix estrena este mes “Gerald’s Game”. Pero ninguna tiene la febril anticipación de “It”, basada en una novela de 1986.

Los niños desaparecen con mucha frecuencia en el idílico pueblo de Derry.
Sabemos porqué. La película inicia con el encuentro entre Georgie (Jackson Robert Scott) y Pennywise (Bill Skarsgård). En una tarde de tormenta, el niño descubre a un payaso, incongruentemente oculto dentro de una alcantarilla. La conversación culmina en un brote de violencia que arrastra a Georgie por el desagüe. Los adultos lo dan por muerto, pero su hermano Bill (Jaeden Lieberher) se obsesiona con la idea de encontrarlo. Cuenta con la complicidad de sus mejores amigos: el procaz Richie (Finn Wolfhard), el hipocondríaco Eddie (Jack Dylan Grazer) y Stanley (Stanley Uris), el único chico judío en el vecindario. En el camino, encuentran otros aliados: Beverly (Sophia Lillis), una muchacha alienada por las chicas populares de la escuela; Ben (Jeremy Ray Taylor), un estudiante recién llegado, discriminado por su obesidad; y Mike (Chosen Jacobs), un huérfano de raza negra. Serán unas vacaciones de verano que nunca olvidarán, si sobreviven para contarlo. Los cazadores también son presas en potencia.

La novela tiene un alcance épico que los realizadores reducen en escala. En lugar de seguir a los personajes en dos etapas de la vida, narrando paralelamente sus aventuras, se concentran en el episodio juvenil. También descartan episodios problemáticos culturalmente. No es una mala estrategia. Queda suficiente material para una secuela sustancial, si los ingresos de taquilla la justifican. Al ambientar la acción en los ochenta, apelan a la nostalgia de los primeros lectores, que bien podrían haberla descubierto en una edad similar a la de los personajes, fortaleciendo la identificación. La época es cuidadosamente evocada a través del diseño de producción y el vestuario.

Pero la verdadera devoción de la película es con las reglas del horror taquillero contemporáneo. Los catalizadores de pesadillas deben ser explícitos y literales. Siguen el estilo de las franquicias de “El Conjuro” y “Annabelle”. Ya el director Andy Muschetti mostró su afinidad por este tratamiento en su ópera prima, “Mama” (2013). El ente que te atormenta siempre se manifiesta físicamente, esclavizado a una dinámica de anticipación y revelación, que pone a trabajar extra a los ingenieros de sonido y efectos especiales. En la novela, “eso” se alimenta del miedo de sus víctimas, y asume la forma de lo que más temen, desde un hombre lobo hasta una sanguijuela. La encarnación en forma de payaso es favorecida en esta adaptación, y en cada repetición, erosiona su capacidad de sorprender. No basta que sepamos que tiene colmillos, veremos todos y cada uno de ellos.

El horror más efectivo reside en las relaciones interpersonales. La incapacidad de los adultos para proteger efectivamente a los niños, o simplemente comprenderlos, es un motivo recurrente en este género. Aquí, se manifiesta en la exasperación del padre de Bill ante su insistencia en buscar a Georgie; el abuso sexual del padre de Beverly; el abuso físico del padre de Henry (Nicholas Hamilton), el bully de la escuela; y las micro y macro agresiones que los “perdedores” sufren a manos de sus compañeros convencionales. Añada a esa lista la sobreprotección patológica de la madre de Eddie. A medida que “Eso” avanza hacia su clímax, este filón de conflicto cede a la violencia gráfica.

Las subtramas que prevalecen se opacan por la imperiosa necesidad de conformar las acciones de sus personajes a lo que las audiencias esperan. Ben ama en silencio a Beverly, y ella prueba ser suficientemente sensible como para corresponderle, pero la película impone una resolución romántica que la dirige hacia el insípido Bill, porque él es el líder putativo del grupo, y convencionalmente atractivo. La tartamudez que sufre es una muleta que superará a medida que gane confianza en sí mismo, en el proceso de enfrentarse al monstruo.

En el fondo, “It” no quiere alimentar tus pesadillas. Quiere hacer lo que se espera de ella. Es  una experiencia exasperarte, si uno se concentra en los indicios que apuntan a una película más interesante. Mejor concéntrese en sus jóvenes actores. Vinieron para quedarse, especialmente Sophia Lillis. Esperemos 20 años, para que pueda estar en la secuela.

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